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A favor de un continente sin plazas de toros
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Artículos
José Vicente Cobo
A pesar de que el 70% de los españoles está en contra de los espectáculos taurinos de toda índole, el Ministerio de Cultura sigue otorgando copiosas subvenciones para seguir manteniendo viva una tradición que debería haber muerto por sí misma hace ya muchos años, entre otras cosas por falta de interés popular.
Contra toda lógica las subvenciones taurinas se dan con cargo a los impuestos de ese también 70% de españoles que estamos en contra de la barbarie llamada "fiesta nacional", sin que nuestra oposición haya tenido un ápice de resonancia política.
En Melilla con una población de más de 70.000 habitantes, se celebran todos los años durante los festejos locales, corridas de toros a la que asisten como mucho algunos cientos de personas, como es bien sabido para asistir al cruel asesinato de un animal noble en espectáculo público y para el divertimento de los asistentes.
Este año se ha destacado con "orgullo" en el pregón taurino que la plaza de toros de Melilla es la única plaza de todo el continente africano que sigue en activo, es decir, la única plaza en la que se siguen celebrando corridas de toros, con esto se le quiere dar un aire de exclusividad que haga a la ciudad única y original. Sin embargo ¿qué tal si diéramos la vuelta a ésta macabra propuesta para que a través de una iniciativa municipal, se terminara con esa cruel tradición y se cerrara y reciclara esta plaza "única"? Podríamos conseguir un éxito mediático mayor, podríamos presumir de haber conseguido con nuestra decisión, que África sea completamente un continente antitaurino. ¿No nos daría esto más popularidad y reconocimiento? Yo creo que sí.
Un país que quiere ser considerado como civilizado nunca debería permitir ni defender tradiciones ancestrales y crueles transmitidas de padres a hijos sin cuestionarse apenas si lo que se transmite y lo que se adquiere están en contra o a favor de la vida, en contra o a favor del sufrimiento, en contra o a favor de la dignidad del resto de seres vivos del planeta. Con sólo mirar a los ojos a un toro se advierte la nobleza de un pacifico rumiante que sólo usa los cuernos ante las agresiones del torero. Entre ellos y sólo ante la presencia de una hembra, pelearán usando las testuces, nunca los cuernos.
¿Por qué hacemos la guerra contra el mundo animal? ¿Realmente nos divierte o entretiene maltratar, torturar y matar a un animal inocente? ¿Nos hemos acostumbrado a ello, cercenando nuestros mejores sentimientos y la voz de nuestra conciencia? ¿Es ésta nuestra "grandeza"?
El progreso moral de la sociedad actual –también en España– pasa por la defensa de la vida, de toda vida, incluidos los animales. Torturar y matar animales, y por ende como diversión, corresponde a un pensamiento retrógrado y oscurantista, algo equivalente a la quema de brujas en la Edad Media... Esto no es una exageración, pues ya Leonardo da Vinci dijo: "Llegará un día en que los hombres serán juzgados por la muerte de un animal como hoy se juzga el asesinato de un hombre ".
Por ello, ¿no es mejor evolucionar positivamente que aferrarse a tradiciones arcaicas y brutales?
A pesar de que el 70% de los españoles está en contra de los espectáculos taurinos de toda índole, el Ministerio de Cultura sigue otorgando copiosas subvenciones para seguir manteniendo viva una tradición que debería haber muerto por sí misma hace ya muchos años, entre otras cosas por falta de interés popular.
Contra toda lógica las subvenciones taurinas se dan con cargo a los impuestos de ese también 70% de españoles que estamos en contra de la barbarie llamada "fiesta nacional", sin que nuestra oposición haya tenido un ápice de resonancia política.
En Melilla con una población de más de 70.000 habitantes, se celebran todos los años durante los festejos locales, corridas de toros a la que asisten como mucho algunos cientos de personas, como es bien sabido para asistir al cruel asesinato de un animal noble en espectáculo público y para el divertimento de los asistentes.
Este año se ha destacado con "orgullo" en el pregón taurino que la plaza de toros de Melilla es la única plaza de todo el continente africano que sigue en activo, es decir, la única plaza en la que se siguen celebrando corridas de toros, con esto se le quiere dar un aire de exclusividad que haga a la ciudad única y original. Sin embargo ¿qué tal si diéramos la vuelta a ésta macabra propuesta para que a través de una iniciativa municipal, se terminara con esa cruel tradición y se cerrara y reciclara esta plaza "única"? Podríamos conseguir un éxito mediático mayor, podríamos presumir de haber conseguido con nuestra decisión, que África sea completamente un continente antitaurino. ¿No nos daría esto más popularidad y reconocimiento? Yo creo que sí.
Un país que quiere ser considerado como civilizado nunca debería permitir ni defender tradiciones ancestrales y crueles transmitidas de padres a hijos sin cuestionarse apenas si lo que se transmite y lo que se adquiere están en contra o a favor de la vida, en contra o a favor del sufrimiento, en contra o a favor de la dignidad del resto de seres vivos del planeta. Con sólo mirar a los ojos a un toro se advierte la nobleza de un pacifico rumiante que sólo usa los cuernos ante las agresiones del torero. Entre ellos y sólo ante la presencia de una hembra, pelearán usando las testuces, nunca los cuernos.
¿Por qué hacemos la guerra contra el mundo animal? ¿Realmente nos divierte o entretiene maltratar, torturar y matar a un animal inocente? ¿Nos hemos acostumbrado a ello, cercenando nuestros mejores sentimientos y la voz de nuestra conciencia? ¿Es ésta nuestra "grandeza"?
El progreso moral de la sociedad actual –también en España– pasa por la defensa de la vida, de toda vida, incluidos los animales. Torturar y matar animales, y por ende como diversión, corresponde a un pensamiento retrógrado y oscurantista, algo equivalente a la quema de brujas en la Edad Media... Esto no es una exageración, pues ya Leonardo da Vinci dijo: "Llegará un día en que los hombres serán juzgados por la muerte de un animal como hoy se juzga el asesinato de un hombre ".
Por ello, ¿no es mejor evolucionar positivamente que aferrarse a tradiciones arcaicas y brutales?
