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REFUGIOS: ERRORES QUE CONDUCEN A UN CALLEJÓN SIN SALIDA   

Por Luis Gilpérez Fraile

Un grupo de personas de buena voluntad y mejor intención, se reúnen en cualquier localidad andaluza. Las une el denominador común de amar a los animales y sentir una especial compasión por los perros y gatos vagabundos.

Deciden fundar una asociación de protección animal para paliar los sufrimientos de estos animales. Pasan algunos meses y ya han conseguido legalizar la asociación y ampliar considerablemente el número de socios. Alguno de estos se ha asociado más por insistencia o compromiso que por verdadero convencimiento personal. Buena parte de los ingresos previstos se estima en función de subvenciones prometidas por el municipio, las cuales se han conseguido con una gran dosis de machaconería...

Primer error: cuando se han de afrontar una serie de gastos fijos, esenciales y periódicos, los ingresos deben estar asegurados en bases sólidas. Los asociados "involuntarios" fallarán cuando más falta hagan, y los presupuestos de ingresos basados en sus cuotas, serán irreales. Es necesario contar con miembros verdaderamente motivados, captados sin forzar la situación. Las subvenciones y ayudas similares deben ser solicitadas, pero no calculadas como ingresos fijos. Si se va a aceptar la responsabilidad de mantener a unos animales, hay que asegurarse de que su mantenimiento no va a depender de cambios políticos, simpatías, etc.

La asociación ya se siente lo suficientemente fuerte como para iniciar la construcción del refugio que albergará a los animales que recojan. Algún socio dispone de una pequeña parcela donde instalar el refugio y la cede en uso, graciosamente, a la asociación. O quizá la parcela se ha conseguido por concesión informal del municipio...

Segundo error: todo el trabajo y esfuerzo que a partir de ahora se realice, va a depender de un sólo hilo, el de la voluntad de quien hizo la cesión o la concesión. Los terrenos deberán ser propiedad de la asociación, o estar legalmente arrendados a la asociación en documento público, o su concesión aprobada en pleno municipal y por un espacio de tiempo de varios años.  

No hay suficiente presupuesto para hacer las cosas bien, y se decide empezar con unos metros de alambrada y cuatro tabiques, confiando en que poco a poco, a medida que haya más ingresos, se mejorarán y adecentarán las instalaciones...

Tercer error: hay que comenzar con el presupuesto cubierto en lo esencial, para que lo provisional no se convierta en definitivo. Todo puede mejorarse y perfeccionarse, pero hay ciertas necesidades elementales que no pueden dejarse para mejores tiempos: agua corriente y abundante, casetas que protejan a los animales de las inclemencias atmosféricas, suelos que puedan limpiarse, desinfectarse y desinsectarse con facilidad, compartimientos individuales para animales enfermos o heridos...

Las instalaciones "provisionales" del refugio se han terminado y numerosos socios se ofrecen voluntarios para realizar las tareas de limpieza y cuidado de los animales...

Cuarto error: el cuidado de los animales no puede quedar a la buena voluntad de voluntarios. Muchos se echarán atrás cuando el trabajo empiece a ser duro o cuando desaparezca la ilusión de los primeros días. Otros contraerán obligaciones imprevistas que les impedirán disponer de tiempo libre... y al final unos pocos se verán agobiados por un trabajo que los sobrepasa. Es imprescindible contar con alguna o algunas personas contratadas, aunque sea a tiempo parcial (y con la consiguiente previsión de fondos) que realicen los trabajos esenciales no sólo por devoción. La colaboración de los socios siempre será bienvenida, pero aun si ella falta, los animales deben tener cubiertas sus necesidades elementales de higiene, alimento, etc.

Comienzan a llegar animales. Por cuidado que se pone se producen ladridos, ruidos, algunos olores... Un vecino molesto decide denunciar la situación y la asociación descubre su...

Quinto error: no dispone de licencia municipal ni el albergue está autorizado como núcleo zoológico. Quizá puedan eludirse las sanciones, pero obtener los permisos exigibles va a suponer gastos de importancia que serán difícilmente cubiertos. Existen ciertas normas de obligado cumplimiento para cualquier refugio de animales. Hay que conocerlas y cumplirlas y saber que conllevan ciertos requisitos en instalaciones, personal cualificado, etc.

Las instalaciones se calculan suficientes para un determinado número de perros y gatos, y sobre dicho cálculo, de decide tácitamente, por acuerdo oral, que una vez cubierto el cupo, sólo se admitirán nuevos animales cuando se produzcan bajas por donaciones. Ha llegado el..

Sexto error: el reglamento de admisión y cesión de animales, organización y funcionamiento del refugio, etc., debe quedar perfectamente detallado por escrito, aprobado en asamblea y anexo a los estatutos.

Es milagroso que el cupo máximo de animales, en relación con las posibilidades del refugio, no se vea rápidamente completado. Y el número de donaciones se reduce drásticamente cuando se cubren las primeras necesidades de las familias del municipio que realmente quieren adoptar un animal. Esto no se ha previsto ni se han acordado las medidas a tomar, y entonces llega el...

Séptimo y complejo error: hay que tomar una solución drástica. Y se barajan las siguientes:

- Donde caben dos, caben tres. Mala solución: en el refugio comienza una sobrepoblación de animales. Ya no es posible mantener unas condiciones higiénicas adecuadas. Perros y gatos se infestan de parásitos. Los animales, hacinados, se hieren en peleas. Un animal enfermo infecta a otros muchos y hay una gran mortandad. No se los puede atender individualmente. El refugio se empieza a convertir en un campo de concentración...

– Hay que sacrificar a los animales, empezando por los enfermos, mutilados, sin raza, viejos... para dar cabida a otros animales más jóvenes, más sanos, de raza, con mayores posibilidades, en definitiva, de encontrar dueño. Mala solución: buena parte de los socios pone el grito en el cielo. Ellos se asociaron para proteger a los animales, no para asesinarlos. Se dan de baja. El presupuesto, sin sus cuotas, se reduce. Hay denuncias públicas e incluso en los juzgados. Más socios se dan de baja. El ayuntamiento no quiere líos y anula las ayudas... En el campo de concentración, los animales ya casi no tienen qué comer.

- Se ceden animales a diestro y siniestro, sin importar a quién ni para qué. El caso es hacer hueco. Mala solución: muchos van a parar a realas de caza, y si sobreviven, regresarán al refugio meses después. Otros van de "guardas", a pasar el resto de sus días atados a una corta cadena. Unos pocos terminan en familias que realmente no los quieren, son maltratados y, finalmente, abandonados. Por muchos animales que se ceden incluso en estas condiciones, al refugio no dejan de llegar otros. El campo de concentración está hasta los topes...

- Ni uno más. Aquí sólo entra un animal, cuando otro donado ha dejado espacio. Mala solución: han traído un perro herido. Tiene una pata rota y el hueso le asoma. Este si puede entrar, cómo no. ¿Y la gata recién parida, con cuatro gatillos esqueléticos moribundos en el solar?. Esos, también. ¿Y la perrilla, compañera de una anciana que acaba de morir? Por Dios, por supuesto... ¿Y los abandonados junto a la entrada del refugio? Estamos para proteger o los animales y no podemos dejarlos abandonados al otro lado de la alambrada...Ya nos las arreglaremos... y la pescadilla se muerde la cola.

A tenor de las experiencias ajenas de las que ASANDA ha tenido noticias durante varios años, estos errores son en los que más frecuentemente han venido cayendo muchas asociaciones de protección animal. Cuando entran en estos callejones sin salido, al final son los animales quienes sufren las consecuencias. Para ayudar a evitarlos, existe una amplia documentación que debiera ser leída y estudiada antes de tomar la decisión de montar un refugio para animales. Si después de todo se encuentran decididos y con capacidad para llevar a buen término la tarea, les aconsejamos que se pongan en contacto con la Federación Española de Asociaciones Protectoras de Animales y Plantas, en la Gran Vía de los Corts Catalanes 682, b4ª. 08010 Barcelona. La FESPAP tiene una gran experiencia en estos asuntos (la mayor parte de sus socios son protectoras) y puede ofrecerles una gran ayuda y consejos.

Por nuestra parte, trabajamos para intentar que los refugios no sean necesarios. Organizamos campañas para exigir leyes de defensa animal. Instamos a las instituciones públicas a que asuman sus obligaciones en el terreno de la protección animal. Promocionamos la esterilización de animales domésticos. Perseguimos la implantación obligatoria de un sistema de identificación de animales. Y mientras que los refugios sigan siendo necesarios, nos ofrecemos para colaborar con cuantas asociaciones de protección animal nos lo soliciten.

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