Transitáis de aberración en aberración para lograr un imposible: que la crueldad resulte un espectáculo apetecible El creciente número de ayuntamientos donde ya no se pueden celebrar corridas os turba, la ILP de Catalunya fue un hecho histórico que os mortifica y ahora, gracias a la presión de Galicia Mellor sen Touradas, el que en esta Comunidad se prohiba la entrada de menores de doce años a los ruedos es como una puntilla que se os antoja insoportable a los que tan acostumbrados estáis a hundirla en el cuello de otros seres. Hay muchas formas de violencia directa en nuestra sociedad. Algunas legales, otras ilícitas, y en casi todas se intenta evitar que los niños sean testigos de las mismas por los efectos que puede tener sobre unos seres especialmente vulnerables y dúctiles, cuyos comportamientos quedan fácilmente determinados por los modelos de conducta que observen. Pero está claro que no os importan las víctimas de vuestra "Fiesta".
Por eso, mientras tanto, vosotros seguís mezclando en los foros insultos con alusiones a la libertad y al menoscabo –valiente cinismo– de los derechos infantiles. Creando páginas de "Toros para niños", comics o dibujos animados; organizando para ellos concursos y dándoles regalos con motivos taurinos, capotes incluidos; manteniendo escuelas de toreroscomo la de Guadalajara, donde menores de edad, alejados muchos meses de sus padres, han aparecido con fracturas de mandíbula o clavícula; presentando iniciativas para convertir la tauromaquia en asignatura transversal en las escuelas... Toda esa parafernalia perversa no resta sin embargo ni un mínimo de indignidad al trasfondo del asunto sino que se la añade, por cuanto de engaño comporta al edulcorar e intentar hacer atractiva la forma de un fondo que alimenta comportamientos violentos, y predispone a los futuros adultos a considerar que los animales, siendo seres vivos, están supeditados al arbitrio humano para quedar reducidos a herramientas, tramoya o materia prima.
En fin, que transitáis de aberración en aberración para lograr un imposible: que la crueldad resulte un espectáculo apetecible. Muy pocos hijos de otros querrán coger el testigo de vuestras espadas sangrientas, ahora falta saber si los vuestros no se avergonzarán mañana de que sus padres defendiesen la violencia.