¡Bestias!
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Varios
Alejandro de Bernardo
ES PROBABLE que el título no le diga demasiado. Hasta puede ocurrir que le diga todo. Si ha visto las imágenes que vio un servidor en televisión en el programa "España directo", seguro que sabe de qué bestias estoy hablando. Y no son animales propiamente dichos -por las supuestas capacidades de raciocinio-, eso que llevan ganando los pobres bichos.
La cosa ocurrió en Piñar, un pueblo de Granada. Casualidades de la vida: el pueblo natal de Tico Medina, ese periodista, reportero total a quien todo el mundo llama maestro. Qué pensará el admirado colega de la salvajada que hoy recorre los vídeos de la red llevando a "la popularidad" a su patria chica.
Muchas veces he visto discurrir el rótulo con el aviso: "les advertimos de que las imágenes que van a ver a continuación pueden herir su sensibilidad". No recuerdo haber cambiado nunca de canal y tampoco me acuerdo de nada -excepción hecha de los choques de los aviones contra las Torres Gemelas o de las bombas del 11-M- que me impresionara de verdad. No puede decirse que sea un blandengue precisamente. Sin embargo, nadie nos advirtió sobre los posibles efectos de estas imágenes y, sin embargo, me provocaron náuseas. No había truco. No era una película con efectos especiales. A nadie le pagaron para que hiciera de figurante. Real y en tiempo real.
Por lo visto en ese pueblo estaban de fiesta, y qué mejor que una corrida de toros, si estamos en un pueblo de la piel del ídem. Pues bien, uno de los novillos, al parecer no embestía "correctamente" y no le gustaba al público… ni a los toreros. El caso es que, aunque todavía no se sabe quién fue el lumbreras, alguien tuvo la maravillosa idea de meter en el ruedo una máquina excavadora, en principio para "dirigir" al toro a la salida para que entre otro y así que la gente disfrute más. Pero el toro no entendió y se puso a embestir a la máquina. Como es tonto… pues fíjate, cada cornada que daba contra los dientes de acero, la maquinita se retorcía de dolor. No te jode, los bestias estos… no sé que me horrorizaba más, si ver al pobre bicho destrozarse contra los hierros o escuchar a la gente vitoreando y riéndose cuando el desgraciado toro se defendía de la excavadora. Menudo público tiene este espectáculo.
Esta es otra salvajada que se suma a la propia "fiesta", ya de por sí polémica. No sé qué hace falta para que se discuta seriamente si lo que es una tradición de otras épocas pueda dejar de serlo y se prohiba de una maldita vez. Por suerte, aquí en Canarias vamos por delante. Los festejos taurinos están prohibidos. A ver si de una vez por todas se derriba -como está anunciado- la plaza toros de Santa Cruz. Claro que tampoco estaría mal conservarla como reliquia y recuerdo de épocas más primitivas. Preferiría que se persiguieran con ahínco las peleas de gallos, de perros o cualquier otro animal.
Antonio Gala confesaba así su "conversión" a antitaurino: "Y de repente [el toro] miró hacia mí. Con la inocencia de todos los animales reflejada en los ojos, pero también con una imploración. Era la querella contra la injusticia inexplicable, la súplica frente a la innecesaria crueldad".
La conmiseración con los animales está unida con la bondad de carácter, quien es cruel con los animales no puede ser buena persona. Los llaman ¡maestros!, ¡artistas!, ¡valientes!... yo creo que más bien son ignorantes, asesinos y cobardes.
Sólo los psicópatas gozan con el sufrimiento de otros. Yo no quiero ser uno de ellos. ¿Y usted?
Feliz domingo.
ES PROBABLE que el título no le diga demasiado. Hasta puede ocurrir que le diga todo. Si ha visto las imágenes que vio un servidor en televisión en el programa "España directo", seguro que sabe de qué bestias estoy hablando. Y no son animales propiamente dichos -por las supuestas capacidades de raciocinio-, eso que llevan ganando los pobres bichos.
La cosa ocurrió en Piñar, un pueblo de Granada. Casualidades de la vida: el pueblo natal de Tico Medina, ese periodista, reportero total a quien todo el mundo llama maestro. Qué pensará el admirado colega de la salvajada que hoy recorre los vídeos de la red llevando a "la popularidad" a su patria chica.
Muchas veces he visto discurrir el rótulo con el aviso: "les advertimos de que las imágenes que van a ver a continuación pueden herir su sensibilidad". No recuerdo haber cambiado nunca de canal y tampoco me acuerdo de nada -excepción hecha de los choques de los aviones contra las Torres Gemelas o de las bombas del 11-M- que me impresionara de verdad. No puede decirse que sea un blandengue precisamente. Sin embargo, nadie nos advirtió sobre los posibles efectos de estas imágenes y, sin embargo, me provocaron náuseas. No había truco. No era una película con efectos especiales. A nadie le pagaron para que hiciera de figurante. Real y en tiempo real.
Por lo visto en ese pueblo estaban de fiesta, y qué mejor que una corrida de toros, si estamos en un pueblo de la piel del ídem. Pues bien, uno de los novillos, al parecer no embestía "correctamente" y no le gustaba al público… ni a los toreros. El caso es que, aunque todavía no se sabe quién fue el lumbreras, alguien tuvo la maravillosa idea de meter en el ruedo una máquina excavadora, en principio para "dirigir" al toro a la salida para que entre otro y así que la gente disfrute más. Pero el toro no entendió y se puso a embestir a la máquina. Como es tonto… pues fíjate, cada cornada que daba contra los dientes de acero, la maquinita se retorcía de dolor. No te jode, los bestias estos… no sé que me horrorizaba más, si ver al pobre bicho destrozarse contra los hierros o escuchar a la gente vitoreando y riéndose cuando el desgraciado toro se defendía de la excavadora. Menudo público tiene este espectáculo.
Esta es otra salvajada que se suma a la propia "fiesta", ya de por sí polémica. No sé qué hace falta para que se discuta seriamente si lo que es una tradición de otras épocas pueda dejar de serlo y se prohiba de una maldita vez. Por suerte, aquí en Canarias vamos por delante. Los festejos taurinos están prohibidos. A ver si de una vez por todas se derriba -como está anunciado- la plaza toros de Santa Cruz. Claro que tampoco estaría mal conservarla como reliquia y recuerdo de épocas más primitivas. Preferiría que se persiguieran con ahínco las peleas de gallos, de perros o cualquier otro animal.
Antonio Gala confesaba así su "conversión" a antitaurino: "Y de repente [el toro] miró hacia mí. Con la inocencia de todos los animales reflejada en los ojos, pero también con una imploración. Era la querella contra la injusticia inexplicable, la súplica frente a la innecesaria crueldad".
La conmiseración con los animales está unida con la bondad de carácter, quien es cruel con los animales no puede ser buena persona. Los llaman ¡maestros!, ¡artistas!, ¡valientes!... yo creo que más bien son ignorantes, asesinos y cobardes.
Sólo los psicópatas gozan con el sufrimiento de otros. Yo no quiero ser uno de ellos. ¿Y usted?
Feliz domingo.