Animales: ¿víctimas o héroes de la ciencia? El caso Patarroyo.
El Espectador. com, 14 de julio 2012
La propuesta busca reformar el Estatuto Nacional de Protección de los Animales (Ley 84 de 1989), que, junto con la resolución 8430 de 1993 del Ministerio de Salud, constituyen las normas que han regulado el tema en el país.
Entre sus objetivos está el de prohibir el uso de animales con fines de enseñanza y aprendizaje, además de fomentar la utilización de modelos alternativos de investigación y experimentación en centros educativos que requieran de especies vivas. Pero esto, según Juan Gonzalo López Casas, director general del Instituto Nacional de Salud (INS), “afectaría la docencia y la investigación biológica y biomédica, pues son áreas que necesitan de la utilización de animales de laboratorio en la búsqueda de conocimiento”.
Frente a la propuesta, son varios los investigadores que han solicitado modificaciones en algunos de los artículos, sin obtener respuesta. Zulma Dueñas, especialista en fisiología del Departamento de Medicina de la Universidad Nacional, ha enviado, por ejemplo, varios comentarios señalando las “graves falencias” que, según ella, tiene la norma. Para Dueñas el principal problema es que “la ley no fue formulada por especialistas en el tema, y es de ahí de donde surgen vacíos”.
De igual manera piensa Gonzalo Andrade, profesor asociado al Instituto de Ciencias Naturales de esta universidad, quien tras reunirse una primera vez con los representantes del senador Londoño acordó, junto a otros colegas, discutir nuevamente la ley antes de que sea radicada. Sin embargo, el senador no se volvió a pronunciar.
Para Adolfo Amézquita, profesor especialista en comportamiento y fisiología animal de la Universidad de los Andes, la aprobación de la ley tendría, además de la parálisis de la investigación científica en Colombia, otro efecto evidente: que muchos científicos del tema entrarían en la ilegalidad.
Y aunque la ley está acorde con los intereses de los protectores de animales, algunos de ellos no se muestran satisfechos. Es el caso de Aníbal Vallejo, presidente de la Sociedad Protectora de Animales de Medellín, para quien “no es una cuestión de normas sino de conciencia, porque la legislación siempre va a ser incompleta, pues hay intereses personales y mercantilistas de por medio. Ejemplo de ello son las universidades”.
¿Cómo tratar a los animales?
Ya que para la investigación biomédica la manipulación científica de animales es casi una necesidad, la pregunta que surge es cómo hacer investigación de tal manera que prime el buen trato a las especies utilizadas.
Juan Gonzalo López, presidente del INS, asegura que la mejor manera de evitar el maltrato de los animales “es que todas las instituciones que desarrollan actividades que involucran uso de vertebrados, implementen un comité de ética —tal y como lo dice la Ley 84 de 1989— que se encargue de asesorar, evaluar y vigilar los asuntos relacionados con el bienestar y cuidado de los animales”.
Es justo ese el procedimiento que sigue Luz Helena Cano, directora del grupo de micología de la Corporación para Investigaciones Biológicas (CIB). “Nosotros sustentamos los proyectos ante el comité de ética, que evalúa el cumplimiento de los requisitos, y siempre hay una exigencia de examinar otros mecanismos”.
Según Cano, la manipulación de animales debe ser el último recurso al que apelar. “Primero se debe analizar la posibilidad de hacerlo con los nuevos softwares que simulan el organismo del animal, y luego se debe estudiar si es posible hacer los experimentos con células. Si no, cada vez que se utilice un animal, debe hacerse bajo el efecto de anestesia”, asegura la especialista.
Sin embargo, Francisco González, administrador del bioterio de la Universidad Icesi, afirma “que las nuevas tecnologías en las que no se utiliza el animal aún no se emplean en Colombia”, aunque también asevera que hay ocasiones en las que es indispensable trabajar con el animal vivo.
Lo importante, según González, es seguir el principio de las tres R, un concepto aceptado en el mundo científico, que considera tres fundamentos: refinanciamiento de las técnicas con animales, reducción de especies utilizadas y reemplazo de animales conscientes por inconscientes.
Más impedimentos para investigar
Más allá del debate generado por el uso de animales, las dificultades para iniciar investigaciones científicas en temas de biodiversidad no se limitan a esta discusión.
Una de las principales, según Gonzalo Andrade, es la falta de permisos y contratos que otorga el Ministerio del Medio Ambiente. “El ministerio ha concedido 46 permisos para investigación en 15 años, cuando hay más de 500 proyectos. El promedio para obtener un permiso es de 3,5 años”, afirma Andrade, quien todavía no ha obtenido una respuesta a la iniciativa que presentó a la entidad desde abril para que el permiso no sea un requisito cuando el fin es científico.
Simuladores virtuales
En Estados Unidos se han desarrollado alternativas que pretenden reducir la utilización de animales en las investigaciones. De acuerdo con Pedro Mejía, investigador asociado de la Universidad de Harvard, “en lo que se refiere a la enseñanza, el 95% de las escuelas de medicina en EE.UU. utilizan sofisticados simuladores virtuales como alternativa a la experimentación animal, aunque no exista una ley que obligue su uso”.
Mejía asegura que, “a pesar de los avances, infortunadamente no existe ningún otro sistema en el cual se puedan hacer estudios que integren toda la complejidad e interacciones que se llevan a cabo en un organismo viviente.
Ataques terroristas en los laboratorios
La defensa de los derechos de los animales ha llevado a algunos grupos de activistas a cometer acciones criminales contra investigadores y centros de investigación en distintos países del mundo.
Tal es el caso de lo sucedido en 1987, cuando un incendio en un laboratorio veterinario de la Universidad de California Davis, atribuido al grupo Animal Liberation Front (Frente de Liberación Animal), destruyó todas las instalaciones y causó daños de 3,5 millones de dólares.
Este grupo, según sus voceros, funciona bajo un modelo de “células” que actualmente operan de forma clandestina en al menos 35 países. “Por esto es por lo no puede ser destruido, no puede ser infiltrado, no puede ser parado”, sentenció en algún momento uno de sus principales líderes.
-
Sergio Silva Numa | Elespectador.com