Como si fueran necesarios más argumentos...
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Toros en la calle: argumentos para los antitaurinos
PEDRO A. LÓPEZ GAYARRE
Entre el 15 de agosto y el 8 de septiembre se concentran el 60% de las corridas de toros en España. Raro es el pueblo sin toros y Castilla-La Mancha es un buen ejemplo de ello.
27 de agosto de 2007. Se dice que quien no torea el día quince de agosto o el ocho de septiembre es que no es torero. Entre esas dos fechas se concentran el sesenta por ciento de las corridas de toros que se dan en España en todo la temporada. Raro es el pueblo que no disfruta de algún espectáculo en el que el ganado bravo es el centro de la fiesta, hasta el punto de que para muchos son inimaginables unas fiestas sin toros.
Nuestra región tiene un buen número de ganaderías, que aparte de lidiar corridas y novilladas convencionales dedican parte de su producción a los denominados festejos populares. Capeas, encierros, "bous al carrer", o al mar… multitudes de formas de entender la fiesta alrededor del ganado bravo en las que la mayoría de los aficionados a los toros no nos sentimos ni mucho menos identificados.
El argumento fundamental para la defensa de la fiesta de los toros es su conversión en el siglo XX en una más de las bellas artes. El triunfo de la inteligencia y el arte sobre la fuerza. Todas las reformas llevadas a cabo de un siglo a esta parte han ido en la dirección del respeto hacia el animal y la eliminación de todo aquello que vaya en su menoscabo.
Sin embargo, lo que en el arte del toreo se ha conseguido con una estricta regulación, está muy lejos de producirse en ese conglomerado que encierra la expresión "festejos populares" y que esconden en muchos casos verdaderos atentados contra la dignidad de los animales y que por extensión trasladan los militantes del antitaurinismo a todas la fiestas en las que hay un toro por medio.
Encierros que duran horas o que se realizan toro a toro sin manadas de mansos, sueltas de toros nocturnos a los que se lanzan todo tipo arpones o banderillas, calles y plazas convertidas en jaulas en los que se encierran son los corredores… en fin todo tipo de desmanes con los que se cargan de argumentos todos los que sueñan con ver desaparecer la fiesta de los toros.
El único tipo de encierro admisible es aquel que se realiza intentando que el tiempo del recorrido sea el mínimo con los toros arropados por cabestros y pastores que guíen la manada hacia la plaza y en el que el más mínimo cite es castigado severamente. Desgraciadamente estas condiciones no se cumplen hoy en ninguno de nuestros pueblos y lo que es peor el espectáculo que se da en ellos sólo va en detrimento de la verdadera fiesta de toros y de los que aún la amamos.
PEDRO A. LÓPEZ GAYARRE
Entre el 15 de agosto y el 8 de septiembre se concentran el 60% de las corridas de toros en España. Raro es el pueblo sin toros y Castilla-La Mancha es un buen ejemplo de ello.
27 de agosto de 2007. Se dice que quien no torea el día quince de agosto o el ocho de septiembre es que no es torero. Entre esas dos fechas se concentran el sesenta por ciento de las corridas de toros que se dan en España en todo la temporada. Raro es el pueblo que no disfruta de algún espectáculo en el que el ganado bravo es el centro de la fiesta, hasta el punto de que para muchos son inimaginables unas fiestas sin toros.
Nuestra región tiene un buen número de ganaderías, que aparte de lidiar corridas y novilladas convencionales dedican parte de su producción a los denominados festejos populares. Capeas, encierros, "bous al carrer", o al mar… multitudes de formas de entender la fiesta alrededor del ganado bravo en las que la mayoría de los aficionados a los toros no nos sentimos ni mucho menos identificados.
El argumento fundamental para la defensa de la fiesta de los toros es su conversión en el siglo XX en una más de las bellas artes. El triunfo de la inteligencia y el arte sobre la fuerza. Todas las reformas llevadas a cabo de un siglo a esta parte han ido en la dirección del respeto hacia el animal y la eliminación de todo aquello que vaya en su menoscabo.
Sin embargo, lo que en el arte del toreo se ha conseguido con una estricta regulación, está muy lejos de producirse en ese conglomerado que encierra la expresión "festejos populares" y que esconden en muchos casos verdaderos atentados contra la dignidad de los animales y que por extensión trasladan los militantes del antitaurinismo a todas la fiestas en las que hay un toro por medio.
Encierros que duran horas o que se realizan toro a toro sin manadas de mansos, sueltas de toros nocturnos a los que se lanzan todo tipo arpones o banderillas, calles y plazas convertidas en jaulas en los que se encierran son los corredores… en fin todo tipo de desmanes con los que se cargan de argumentos todos los que sueñan con ver desaparecer la fiesta de los toros.
El único tipo de encierro admisible es aquel que se realiza intentando que el tiempo del recorrido sea el mínimo con los toros arropados por cabestros y pastores que guíen la manada hacia la plaza y en el que el más mínimo cite es castigado severamente. Desgraciadamente estas condiciones no se cumplen hoy en ninguno de nuestros pueblos y lo que es peor el espectáculo que se da en ellos sólo va en detrimento de la verdadera fiesta de toros y de los que aún la amamos.