Días contados para la Plaza de Toros de Santa Cruz de Tenerife

Y SI ESOS pocos días sirvieron para contemplar, por última vez, la Plaza de Toros que tuvo Santa Cruz, aquella en la que actuaron los mejores toreros de todos los tiempos hasta hoy, nos podría servir de consuelo, sobre todo a los nostálgicos, entre los que tengo muy queridos y admirados amigos, que han clamado hasta última hora para que se conserve este verdadero monumento histórico, que no sólo ha recogido espectáculos taurinos verdaderamente memorables, sino también manifestaciones artísticas de gran relieve, como aquella Gala de Elección de la Reina del Carnaval, que dirigió el gran José Tamayo y, como recuerdo de muchas generaciones, hasta aquel popular cine al aire libre, que aparecía todos los veranos y al que acudíamos muchos de los que hoy peinamos canas. Nadie hizo el milagro, porque en este Santa Cruz, seguimos abandonando las tradiciones y ni siquiera esa ley que se llamó el PERI (Plan Especial de Reforma Interior), que se debe a Adán Martín cuando era primer teniente de alcalde del ayuntamiento de la ciudad y que tantos bellos y viejos edificios de nuestro patrimonio histórico ha salvado de la piqueta, ha podido conservar este inmueble tan representativo.

En un intento anterior de derribo, muchas personas pidieron su conservación en la prensa y en otros medios. Este periodista ha publicado varios artículos en las páginas del presente periódico, no para que volvieran a celebrarse corridas de toros, que esos espectáculos, como en Cataluña, han sido prohibidos en Canarias por una ley aprobada por el Parlamento de la Comunidad Autónoma. Tengo entendido que ni los dueños del recinto demostraron interés por conservarlo ni nada tuvo la iniciativa de adquirirlo cuando acciones menos importantes las ha llevado a cabo el Cabildo Insular de Tenerife y el Ayuntamiento de Santa Cruz, que ahora se resignan a perder un edificio tan representativo que tiene un lugar en nuestra historia.

Bien es verdad que era deplorable y una vergüenza para la ciudad el estado exterior e interior de abandono en que estaba la Plaza de Toros, cuando sus dueños tenían la obligación de, por lo menos, adecentar los exteriores. Y creo que eso ha obligado al Ayuntamiento a permitir su derribo y transformación del terreno resultante en un trozo de ciudad.

La compañía Alicur Construcciones, propietaria del ochenta por ciento de las acciones de lo que fue Plaza de Toros desde el año 2006, llevará a cabo un proyecto que conservará tres arcadas que quedarán a manera de anfiteatro y comprenderán una plaza pública y cuatro edificios. Costará el desarrollo del proyecto 60 millones de euros. Ya se ha dado aviso a los propietarios de bares y otros negocios para que desalojen los respectivos locales.