ABC, 20 abril 2012
No hace demasiados meses, el acusado se reconoció autor de esos hechos ante la Guardia Civil y el juez. Incluso confesó que había matado de una patada a otro perro que sacó de la perrera de Olivenza según informa el diario HOY. Pero ayer cambió su postura y aseveró que esas confesiones las hizo porque se sentía intimidado por los agentes que lo detuvieron en su puesto de trabajo. «Incluso me oriné encima por el miedo que sentía», confesó.
N.B.B. explicó que los propios agentes le dijeron lo que tenía que responder, algo que negaron los componentes del Seprona (Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil de Badajoz) que se encargaron de la investigación.
Recibió un trato exquisito
El sargento del Seprona señaló que fueron a detenerlo a su puesto de trabajo de funcionario vestidos de paisano y que lo llevaron al cuartel, donde le tomaron declaración en presencia del abogado que eligió el propio acusado. «El trato que recibió fue exquisito».
Luego contó el sargento que le pidieron permiso al sospechoso para ir a su domicilio y que una vez allí les entregó la tijera quirúrgica, con mango rojo, con la que confesó haber hecho los cortes a los cachorros.
Testimonio de un trabajador de la perrera
Este agente afirmó que la investigación los condujo hasta él después de que un joven contara que los cachorros mutilados eran los mismos que él había recogido en una calle de El Nevero y llevado al chalé de su jefa, quien los entregó en la perrera de Badajoz.
Tirando del hilo, el Seprona de Badajoz localizó a un antiguo trabajador de la perrera municipal que recordaba la identidad de un hombre que se llevó alrededor de 30 cachorros a lo largo de un año, algunos de ellos con características similares a los animales torturados. Más información en HOY.es
Hoy.es,
Con semblante serio y semioculto bajo una capucha compareció ayer en el juzgado N.B.B., el pacense de 44 años acusado de torturar a dos cachorros de perro. Su juicio había levantado una gran expectación entre los defensores de los animales y sus palabras ante la juez tampoco pasaron inadvertidas, puesto que negó categóricamente ser el autor de las lesiones que ahora se juzgan. «Yo no he maltratado ningún animal», dijo.
No hace demasiados meses, el acusado se reconoció autor de esos hechos ante la Guardia Civil y el juez. Incluso confesó que había matado de una patada a otro perro que sacó de la perrera de Olivenza. Pero ayer cambió su postura y aseveró que esas confesiones las hizo porque se sentía intimidado por los agentes que lo detuvieron en su puesto de trabajo. «Incluso me oriné encima por el miedo que sentía», confesó.
N.B.B. explicó que los propios agentes le dijeron lo que tenía que responder, algo que negaron los componentes del Seprona (Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil de Badajoz) que se encargaron de la investigación.
El sargento del Seprona señaló que fueron a detenerlo a su puesto de trabajo de funcionario vestidos de paisano y que lo llevaron al cuartel, donde le tomaron declaración en presencia del abogado que eligió el propio acusado. «El trato que recibió fue exquisito».
Luego contó el sargento que le pidieron permiso al sospechoso para ir a su domicilio y que una vez allí les entregó la tijera quirúrgica, con mango rojo, con la que confesó haber hecho los cortes a los cachorros.
Este agente afirmó que la investigación los condujo hasta él después de que un joven contara que los cachorros mutilados eran los mismos que él había recogido en una calle de El Nevero y llevado al chalé de su jefa, quien los entregó en la perrera de Badajoz.
Tirando del hilo, el Seprona de Badajoz localizó a un antiguo trabajador de la perrera municipal que recordaba la identidad de un hombre que se llevó alrededor de 30 cachorros a lo largo de un año, algunos de ellos con características similares a los animales torturados.
Esa información les condujo a N.B.B., cuya mirada creyó reconocer ayer la trabajadora del servicio de limpieza que encontró la bolsa con los animales en un contenedor de la calle Antonio Ayuso, en Santa Marina. Esa operaria se fijó en un coche que se detuvo junto al contenedor, aunque en el juicio de ayer no pudo dar sus características de forma muy precisa.
El letrado que defendía a N.B.B. quitó validez a ese testimonio por carecer de precisión y destacó que esta trabajadora de la limpieza vio un turismo y no la furgoneta que presuntamente utilizó el acusado.
Confesión
Tanto el fiscal Agustín Manzano como las acusaciones centraron su atención en la confesión previa del acusado. El fiscal recordó que él estuvo presente en la toma de declaración en el juzgado el día después del arresto y que en ese momento dio «todo lujo de detalles» sobre la tortura. De ese modo intentaba desmontar las declaraciones de N.B.B., quien dijo ayer ante la juez que conocía con detalle las lesiones que tenían los cachorros porque lo había leído en el periódico. «Lo que sí observamos es que era una persona rara», añadió el fiscal.
Esta justificación no convenció a Agustín Manzano, quien insistió en la acusación tras considerar que los hechos son graves. «Cortar las orejas a trocitos lleva un buen rato en el que el animal está chillando con todas sus fuerzas. Y en este caso no trataba de causarles la muerte, la intención era hacerlos sufrir deliberadamente».
Vídeo del propio autor de la tortura:
http://www.europapress.es/videos/acusado-torturar-matar-dos-cachorros-20120419182950.html
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