Ecologistas denuncia que la Junta de Andalucía sigue plegándose a los intereses del sector cinegético y no defiende la conservación de especies.
Una vez vista y analizada la nueva Orden General de Vedas que vio la luz el pasado 27 de junio, la Federación Provincial de Ecologistas en Acción de Córdoba la rechaza rotundamente por considerarla que afecta negativamente a la conservación de la biodiversidad, al menos en la provincia de Córdoba, y no se ajusta a la realidad de las especies objeto de caza.
Concurren circunstancias muy excepcionales que justificarían la necesidad de un cambio importante en algunas áreas y épocas en la caza del conejo. Es ampliamente conocida la explosión demográfica que en los últimos años se viene produciendo en la especie, en gran parte de la campiña y el sur de la provincia de Córdoba, donde están produciendo graves daños a los cultivos. Aún reconociendo que es inevitable la ampliación del periodo de caza en estos territorios, no es menos cierto que en otros está casi desaparecido como es el caso de las Sierras Subbeticas o muchos montes de Sierra Morena. Por lo tanto entendemos que es necesaria una regulación de su caza por zonas o territorios dependiendo de su abundancia.
Otras especies vienen siendo objeto de caza de manera reitera todos los años como es el caso de la codorniz, sus poblaciones han caído en picado en los últimos años, en la campiña cordobesa.
Tambien, un año mas la Consejería de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente ha vuelto a incluir a la tórtola europea como especie cazable. Su inclusión dentro de la Media Veda supone mas amenazas para una especie que sufre un progresivo declive poblacional desde hace ya la menos una década, y que es reconocido por los propios cazadores. Esta especie, considerada como Vulnerable a la extinción (VU), según el Libro Rojo de los Vertebrados Amenazados de Andalucía, ha experimentado un retroceso acusado debido a diferentes factores entre ellos la degradación del hábitat de cría e invernada. La destrucción de setos y bosques de ribera, además de la intensificación de la agricultura con el abuso de herbicidas para la eliminación de plantas y semillas, suponen un peligro añadido a una situación que ya es preocupante. Sin embargo su inclusión como especie cazable dentro de los periodos hábiles de caza, particularmente en la Media Veda, cuando una parte significativa de la población reproductora está aún criando a los pollos del año, está abocando a la especie a una situación muy delicada.
No existen datos que demuestren o se acredite en el caso de tórtola común y codorniz que la densidad de sus poblaciones permita un aprovechamiento sostenible. La propia Consejería admite que resulta difícil obtener datos de captura y aprovechamiento específicos de la media veda, la única forma de evaluar el aprovechamiento durante este periodo es mediante el análisis de las especies que típicamente se abaten en ella, como la codorniz, tórtola, palomas y conejo. Es importante respetar los cupos y ser cautos con la presión cinegética en la media veda, para evitar algo que suele ocurrir, que es abatir el primer día de caza hasta las tres cuartas partes del total que se caza.
Por otra parte se vuelve a permitir la caza en zonas húmedas que no tienen ningún régimen de protección pero donde se reproducen especies en peligro de extinción, y con el agravante además del uso de munición de plomo, un metal tóxico cuya sustitución por otros materiales no tóxicos viene siendo solicitada reiteradamente por la comunidad científica.
El plomo en la naturaleza constituyen un peligro ecotóxico muy importante, debido a su larga permanencia en el medio ambiente. La munición de plomo abandonado en la naturaleza puede llegar a tardar entre 50 y 300 años en desintegrarse totalmente y es un contaminante del agua, los suelos y las plantas. Según los científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), sólo en España los cazadores disparan cada año más de 3.000 toneladas de munición, en su gran mayoría fabricada con plomo. Cuando cae esparcido en el fondo de los humedales, supone un riesgo potencial para las aves acuáticas que ingieren los perdigones al confundirlos con pequeñas piedrecitas que les ayudan a digerir el alimento. En este caso, nos estamos refiriendo a las lagunas de la Quinta en Baena y el Donadio en Santaella, donde se reproducen la malvasía y el calamón, además de otras especies.
La Consejería Agricultura, Pesca y Medio Ambiente de manera vergonzosa sigue plegándose a los intereses del sector cinegético más radical y no se atreve a tomar decisiones razonables y sensatas en beneficio de la conservación de todas las especies.