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El hambre de los buitres tiene los días contados.

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El Mundo, 19 julio 2009
Podrán dejarse animales muertos en zonas de concentración de carroñeras
La escasez de comida había originado desaparición de colonias nidificantes
Han aumentado los ejemplares con síntomas de desnutrición
La nueva normativa supone beneficios para el medio ambiente
El hambre de los buitres, ave muy presente en Castilla y León, puede tener los días contados después de que la Unión Europea haya dado luz verde a un nuevo reglamento, que establece una excepción a la actual prohibición de abandonar animales muertos en el campo, que constituyen la base de la alimentación de las aves carroñeras.
A raíz de la crisis de "las vacas locas", la Comisión Europea aprobó en 2002 el reglamento 1774/2002, que regulaba el destino de los subproductos animales no dirigidos al consumo humano, entre ellos, los restos de ganado muerto.

Esta normativa supuso un cambio en la gestión ganadera, ya que obligaba a recoger e incinerar los restos de ganado que mueren tanto de forma natural, como por accidente o enfermedad, lo que poco a poco trajo consigo una disminución de alimentos para las aves necrófagas, ha explicado Ana Íñigo, de SEO/BirdLife.

La prohibición de abandonar animales muertos ha tenido una incidencia especial en España, que concentra aproximadamente el 90% de las aves carroñeras de toda la Unión Europea.

Entre los efectos de la escasez de comida destacan la disminución de la productividad observada en poblaciones donde se hace un seguimiento, la desaparición de colonias nidificantes y cambios en el comportamiento de las aves -han perdido parte de su desconfianza y se han hecho más osadas-.

En el refugio de rapaces de Montejo (Hoces de Riaza, en Segovia) que gestiona WWF, se ha pasado de valores de productividad de la colonia superiores al 50% a un 35% en los últimos tres o cuatro años, ha asegurado a Luis Suárez, responsable de especies de esta organización ecologista.

Además, han aparecido buitres en países como Bélgica, Holanda o Alemania procedentes de España, lo que indica que están realizando desplazamientos mucho más largos de lo habitual (normalmente no se alejan más de 10 o 20 kilómetros de la colonia si no hay necesidad).

También las aves necrófagas son presa de los cebos envenenados en mayor medida y al tener que desplazarse más distancia aumenta la mortandad, ya que tienen más probabilidades de toparse con cables de alta tensión o parques eólicos.

A ello, se suman los ejemplares con síntomas de desnutrición que han sido llevados a los refugios. Los más amenazados no son tanto los buitres leonados, de los que hay 24.680 parejas, sino otras especies como el alimoche (1.500 parejas censadas en 2008), el buitre negro (1.800) o el milano real, un carroñero facultativo de los que había unas 2.000 parejas en 2004.

En España, según Ana Íñigo, está demostrado que la cabaña caprina y ovina, suficiente para alimentar a todas las aves carroñeras del país, no está contagiada de la encefalopatía espongiforme bovina, por lo que, de momento, su ingesta por parte de las aves no supone un riesgo.

No está demostrado, además, que las aves sean susceptibles al prión y, además, éstas son el último eslabón de la cadena atrófica: nadie se alimenta de ellas.

La organización conservacionista hizo una batalla de la modificación del reglamento y, junto a las presiones de otros grupos e incluso de la ex ministra de Medio Ambiente Cristina Narbona, consiguieron ser oídos en Europa.

El nuevo reglamento, aprobado en el Pleno del Parlamento Europeo en mayo y a la espera de ser publicado, contempla una serie de excepciones para la alimentación de las aves necrófagas.

Su entrada en vigor, una vez que los países comunitarios adapten el reglamento a sus propias normativas, permitirá que, bajo determinadas condiciones y supuestos, puedan abandonarse en la naturaleza animales muertos, siempre en zonas con importante concentración de carroñeras.

La puesta en marcha de nuevo de esta práctica tradicional no solo permitirá que los carroñeros vuelvan a disponer de comida sino que tendrá beneficios para el medio ambiente, ya que evitará contaminación al no tener que transportar los animales, además del riesgo de enfermedades bacterianas que ello conlleva.

"Cualquier animal muerto en el campo donde hay carroñeras desaparece en cuestión de horas", por lo que lo es la forma más ecológica de alimentar a las aves necrófagas, según los ecologistas.



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