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El sufrimiento de los toros en espectáculos taurinos. Documento.

archivado en:
Blog Veterinario en la web, publicado en Septiembre 2008.
La perspectiva de un etólogo.
En este artículo me centraré en el tema del sufrimiento de toros y vacas en espectáculos taurinos del mundo. Este es simplemente un artículo de opinión científica, no un artículo científico empírico, pero está basado en mi conocimiento como zoólogo especializado en comportamiento animal (etólogo), así como en el hecho de que he presenciado (y grabado) la mayoría de los tipos de espectáculos taurinos del mundo, los cuales visité en los últimos dos años con la intención de estudiarlos detalladamente.
Trataré de contestar a varias preguntas. En primer lugar, si los toros y las vacas sufren en corridas de toros y actividades asociadas; en segundo lugar, si conozco algún estilo de tauromaquia donde los toros no sufran; y en tercer lugar si podemos decir que algunos actos (o partes) dentro de las actividades de la tauromaquia no producen sufrimiento alguno.

El sufrimiento y el dolor son rasgos biológicos que han evolucionado en animales durante cientos de millones de años y están presentes en prácticamente todo el reino animal gracias al proceso de selección natural. Esto es porque tienen una función fundamental para la supervivencia informando al animal sobre qué es lo que tiene que evitar. El dolor, en particular, informa a un animal sobre qué estímulos específicos tiene que evitar (por ejemplo, fuego). Para este fin el animal tiene receptores del dolor y una memoria que le permite recordar lo que le causó el dolor. El sufrimiento tiene la misma función, pero en vez de informar al animal sobre un estímulo a evitar, le informa sobre una situación a evitar. Por lo tanto, para experimentar sufrimiento el animal necesita percibir su ambiente, ser capaz de desarrollar estados de ánimo que coordinen respuestas comportamentales, y ser capaz de cambiar situaciones adversas o simplemente evitarlas. Ningún científico dudaría de que todas estas características están presentes en todos los mamíferos, debido a sus cerebros relativamente grandes y su comportamiento complejo.

Desde un punto de vista biológico, zoológico y evolutivo podemos estar seguros que la inmensa mayoría de especies de animales en el planeta tierra hoy, y ciertamente todos los mamíferos, tienen la capacidad para sufrir. Al menos tenemos la confirmación de que uno de ellos, la especie humana, puede explicar verbalmente sus propias experiencias y describirlas en efecto como sufrimiento; o, en otras palabras, algo adverso que no quieren experimentar otra vez, y que empeora su estado de ánimo.

El hecho de que podemos preguntar a los humanos sobre sufrimiento y dolor permite que podamos correlacionar tales experiencias con factores que podamos observar en su fisiología y comportamiento. Una vez que establezcamos las correlaciones apropiadas, podemos buscar fácilmente las mismas ‘claves’ (o ‘indicadores’) en otras especies para identificar ‘cuándo’ los individuos que las forman sufren. Indicadores neurológicos o endocrinos específicos son comúnmente usados por biólogos y veterinarios, mientras que expresiones faciales, el lenguaje corporal y el comportamiento son usados por etólogos.

Por tanto, uno puede señalar si los toros sufren en las actividades taurinas sólo observando detalladamente su comportamiento durante ellas.

Desde el punto de vista de la definición de tauromaquia, ya podemos concluir que por supuesto los toros tienen que sufrir durante espectáculos taurinos, ya que se definen comúnmente como “cualquier actividad donde ganado vacuno se estresa, agota, hiere y/o mata para entretenimiento, celebración o deporte”. El estrés, el agotamiento, las heridas y la muerte son todas causas de sufrimiento y todos los mamíferos tratan de evitarlos cuando pueden.

Pero la cuestión es averiguar si hay variación en este tema respecto a los distintos tipos de actividades taurinas. Tales actividades se pueden dividir en ‘corridas de toros’ y ‘fiestas’ populares. La primera tiene lugar en plazas de toros donde los toros (o vacas) se encuentran con alguna gente especialmente entrenada para el ‘espectáculo’ (toreros, novilleros, etc.). La segunda tiene lugar en calles públicas o en campo abierto, y los toros o las vacas se encuentran con muchos miembros del público en general que no han sido especialmente entrenados para la ocasión. Por lo referente a las ‘corridas de toros’, hay cuatro estilos distintivos: el “estilo español”, el “estilo portugués” y dos estilos franceses, la “Course Camarguese” y la “Course Landaise”. No todos los estilos incluyen la matanza del toro - este sólo ocurre en el español y el portugués, (aunque en Portugal la matanza no se hace en público). El toro no es herido a propósito en todos los estilos, sólo en los estilos español y portugués, pero en todos los estilos el toro o vaca es estresado y agotado.

Por lo referente al sufrimiento por estrés, que ya está reconocido universalmente como un problema real de bienestar animal (y humano, por supuesto), se puede ver claramente en el comportamiento de toros y vacas en todas las actividades taurinas, desde fiesta populares que incluyen ‘vaquillas’ o ‘encierros’, a las corridas españolas. Por ejemplo, en todas las corridas de Course Landaise, en el ruedo se ata la vaca por los cuernos (en este estilo se usan vacas en lugar de toros) con una cuerda, se le tira repetidamente y se la provoca para que embista. El lenguaje corporal y el comportamiento de la vaca son claros. No sólo mueve a menudo su cabeza mostrando que no quiere ir donde los toreros la tiran, sino que también intenta correr repetidamente hacia la puerta por la que entró al ruedo, con el fin de huir y evitar la situación ‘adversa’. No es sorprendente que la vaca no quiera ir hacia donde se le tira, ya que al otro extremo de la cuerda será provocada repetidamente y finalmente se le clavará una vara estrecha puntiaguda que, naturalmente, le producirá dolor. Cuando como consecuencia de esto la vaca, con miedo y respondiendo instintivamente al dolor, corre rápidamente otra vez hacia la puerta de salida (claramente marcada en este estilo de corridas), un toreros salta acrobáticamente por encima de ella en su camino (o la esquiva usando varias posturas establecidas), que es el objetivo del “espectáculo”. El dolor de tirar con la cuerda, a veces violentamente como yo he podido grabar en vídeo, girando la cabeza de la vaca con el potencial de tirones musculares en el cuello, y el uso repetido del palo puntiagudo, es la situación adversa que la vaca trata de evitar, sobre todo si ha sido usada ésta antes para acontecimientos similares. El hecho de que esto ocurra continuamente, sin dar a la vaca ningún respiro, convierte lo que sería una simple experiencia negativa en una situación fuertemente estresante, ya que por causa de la cuerda la vaca es incapaz de escapar a la experiencia negativa a pesar de intentarlo repetidamente. Además, la vaca se acuerda de lo que le pasó la última vez, y la ansiedad causada por la anticipación de lo que va a pasar ayuda a aumentar su sentimiento de sufrimiento. De hecho, este espectáculo no se podría realizar sin la cuerda, ya que la vaca nunca colaboraría después de haber experimentado la situación una vez (ya que la selección natural le ha dotado de una memoria para que pueda evitar situaciones que producen sufrimiento).

Algunas fiestas populares, como los ‘bous ensogats’ (festejo propio de la Comunidad Valenciana y del sur de Cataluña: “bous” es toros, y “ensogats” se podría traducir como “ensogados”), también usan cuerdas atadas a la cornamenta de toros o vacas de forma similar a la Course Landaise, pero en estos casos el sufrimiento por estrés es aún mayor, ya que el número de gente provocando al animal y la duración del evento son mucho mayores también. En el caso de los toros ‘embolados’, las bolas de fuego colocadas en la cornamenta añaden un componente fuerte de miedo y sufrimiento al que ya han generado las cuerdas y la provocación de la gente, ya que, como todo el mundo sabe, los mamíferos responden instintivamente huyendo del fuego (y aún responden más rápido si se han quemado en el pasado, lo que no es inusual en el caso del ganado que ha sido marcado con hierro ardiente, saliendo de fuego, en la ganadería donde se crió).

El caso de sufrimiento por agotamiento también es básico en cualquier actividad taurina. Éste se ve muy bien en fiestas populares, como son los encierros y las ‘vaquillas’, donde se fuerza a estos animales a correr sin parar; pero otro ejemplo claro es el que se puede ver en las plazas de toros donde se realizan Courses Camargaises. En este estilo, el toro -al que no se le mata o hiere a propósito- es constantemente provocado por “corredores” que usan un instrumento metálico en su mano para tratar de cortar cordeles atados entre los cuernos del toro, lo que les da puntos en lo que básicamente es un espectáculo de competición entre corredores. Esto ocurre continuamente mientras el toro persigue a cada corredor sin pausa. Después de un rato se puede ver la expresión facial del toro con la lengua fuera y levantamiento de su cabeza (cada vez menos y menos), indicadores claros de agotamiento causado por el correr sin parar. Los bóvidos en general no tienen mucha resistencia física dado su peso, lo que explica cómo sus depredadores naturales, como por ejemplo los lobos, basan su cacería en agotarlos. De hecho, los corredores en la Course Camargaise cuentan con este agotamiento para ser capaces de acercarse lo suficiente al toro para cortar el cordel entre sus cuernos. Por supuesto que el toro no se quiere agotar e intentaría huir a la menor oportunidad, pero la plaza de toros circular no le da esa opción, y no tiene más remedio que intentar embestir a los que le provocan.

A menudo se pueden ver toros y vacas en estas situaciones produciendo gemidos y vocalizaciones similares. Muchos animales que sufren no expresan su sufrimiento de un modo claro como para que lo podemos entender, ya que la expresión de sufrir sólo tiene una función biológica principal cuando hablamos de especies sociales en las que el sufrimiento de un individuo puede ser comunicado a otros, permitiéndoles aprender que situación deben evitar sin tener que sufrir la experiencia ellos mismos. En el caso de los primates, las expresiones faciales informan a otros sobre el sufrimiento ya que la mayor parte de los primates son muy sociales. En el caso del primate humano, el llanto es otro ejemplo de comunicación de sufrimiento. Los bóvidos, el grupo de mamíferos al que el ganado vacuno pertenece, viven en manadas, y por lo tanto sí tienen una vida social, aunque no tan compleja como en primates. Cualquier persona que ha visto una manada de toros en una dehesa se puede dar cuenta de que desarrollan relaciones entre varios individuos (se reconocen, juegan, se pelean, se evitan, se atraen, se buscan, etc.), es decir que no están simplemente comiendo en el mismo lugar. Por lo tanto, también habrá cierta comunicación entre toros y vacas sobre experiencias negativas, y en este caso esta comunicación toma mayoritariamente la forma de vocalizaciones. Los toros que vocalizan durante los espectáculos taurinos no ‘se quejan’ sin razón; de hecho llaman a otros toros para decirles que algo ‘malo está pasando aquí’. Esta llamada puede tomar la forma de ‘pedir ayuda’, o simplemente ‘advertir sobre el peligro’, y sólo estudios más detallados pueden descifrar el significado preciso, pero no cabe duda de que este significado se refiere a una situación adversa, y por tanto nos indican también la existencia de sufrimiento (de la misma manera que oír a alguien llorando o gritando en pánico nos lo indica).

El estrés y el agotamiento no solo son causas de sufrimiento en las actividades taurinas donde no se hiere al toro o vaca a propósito, sino que son también elementos claves en las corridas de toros del estilo español y portugués, donde sí se les hiere y se les mata. Por ejemplo, en las corridas de toros portuguesas, en las cuales el torero principal está en un caballo, cada caballo sólo provoca al toro para que le persiga dos o tres veces y es inmediatamente sustituido por un caballo ‘fresco’ (cada torero va a la corrida con varios caballos), lo que significa que el toro se está cansado mientras el caballo se mantiene descansado. Ocurre lo mismo en las corridas al estilo español con caballos en las que se mata al toro públicamente, llamadas ‘rejoneos’. Este agotamiento es indispensable ya que en el tercer acto de las corridas portuguesas un grupo de ocho toreros a pie llamados ‘forcados’ intentarán inmovilizar al toro simplemente usando sus manos, lo que no conseguirían si el toro no estuviera ya totalmente agotado tanto por perseguir continuamente a los caballos como por la pérdida de sangre provocada por las numerosas banderillas que el torero a caballo ya le ha clavado.

Además, se puede decir que aunque se agota a los toros en el ruedo, éstos ya llegan estresados al pisar por primera vez la arena. Independientemente de los rumores a menudo mencionados por los críticos de la tauromaquia de diversos tipos de abusos que los toros reciben antes de una corrida (que puede que nunca ocurrieran, ocurrieran en el pasado pero ya no ocurran dada su ilegalidad, o aún tengan lugar en algunas casos) mi experiencia de ver a toros durante el transporte normal o en las áreas donde ellos esperan antes de que sean forzados uno tras otro a entrar en el ruedo, me hace concluir que ellos ya se sienten estresados. Esto no es de extrañar, especialmente si nos referimos a toros que vivían en una situación de relativa libertad de movimiento en las dehesas sin demasiado contacto humano, a los que de repente se les fuerza a pasar por una serie de situaciones totalmente nuevas, con mucha gente alrededor, que restringen claramente su libertad de una forma radical.

A veces, durante el trasporte se ata al toro por sus cuernos al techo del camión y es transportado así a la plaza. En esta situación durante bastante tiempo el toro no será capaz de moverse mucho, ni incluso para rascarse si lo necesita, y además de esta restricción física debemos añadir las altas temperaturas que se pueden registrar dentro de estos camiones durante un día soleado. Cualquier persona que haya visto toros en dehesas podrá recordar que se les ve a menudo descansando a la sombra, lo que indica que claramente son sensibles al exceso de temperatura, y lo tratan de evitar si pueden. Por lo contrario, si no lo pueden evitar, y encima se les restringe su movimiento colocándolos en una ‘celda’ cerrada que de por sí se mueve mucho sin aviso, esto debe generar al animal mucho estrés. En el caso de las Course Landaise o Camargaise donde los toros y vacas no mueren durante el ‘espectáculo’, esta situación suele ocurrir dos veces, en la ida y la vuelta a la plaza, y a veces varias veces durante la vida del animal, añadiendo a las causas físicas del estrés otras psicológicas, en la forma de la ansiedad que provoca la anticipación de lo que va a pasar, ya que estos animales tienen buena memoria, característica no sólo de la mayoría de mamíferos sino especialmente de los sociales o de los que viven en manadas (ya que tienen que acordarse de quién es quién en su grupo).

Por lo referente a las ‘celdas’ donde ponen a los toros a la espera de entrar al ruedo, a menudo se les ve comportándose como cuando una manada se encuentra en peligro. Si aún están juntos (ya que se les separa al final) se acercan unos a otros y se cubren sus espaldas el uno con el otro, mirando en todas las direcciones, y fijando constantemente sus ojos a cualquier fuente posible de peligro si la pueden identificar (lo que a menudo no pueden, lo que les genera más ansiedad). Los toros que son transportados a una plaza y colocados en este tipo de espacios estarán en este estado constante de alarma, incapaces de entender lo que les está pasando y, por tanto, sin saber cuál es la mejor respuesta que pueden escoger. El dolor también es usado a menudo como método para moverlos de un lugar a otro, en la forma de varas puntiagudas que se les clava cuando no responden a instrucciones verbales, y por tanto esto se añadirá a su estrés. Tampoco es de extrañar que cuando al final salen al ruedo sin la compañía de sus miembros de manada (ni ganaderos con los que quizás hayan desarrollado una relación relativamente amistosa) parezcan bravíos y excitados, ya que ésta es la reacción normal de un animal que ya está estresado y se encuentra de repente en medio de un ruedo con gente gritando por todas partes, y nada que puedan usar para protección.

Ya en el ruedo, cuando al principio los toreros los empiezan a provocar con el capote o verbalmente, y luego en el caso de los estilos español y portugués, hiriéndolos con la puya (estilo español) o las banderillas (ambos estilos), el comportamiento del toro toma una de dos formas: el intento de escapar a la situación adversa o tratar de encararla si no parece haber una salida. Esta segunda es la más común.

Las plazas de toros son de hecho ‘ruedos’ (o ‘círculos’) para que el toro no pueda encontrar una esquina donde protegerse contra los ataques. También son circulares para que el toro, después de un par de vueltas, no pueda identificar donde está la entrada e intente escapar por donde salió. Sin embargo, en la desesperación, a veces los animales intentan, y a veces con éxito, saltar por encima de las tablas para escaparse, como yo he presenciado y grabado varias veces en corridas al estilo francés (que a veces tienen lugar en plazas donde las tablas son un poco menos altas que en las plazas españolas). En estos casos se ve como es bastante difícil ‘convencer’ a la vaca o toro para que vuela al ruedo (probando así que reconocen que en el ruedo es donde está la situación adversa que tienen que evitar), y solo vuelven cuando se les fuerza con dolor (en la Camargue usan para este fin unas varas con tres puntas metálicas llamadas ‘tridentes’, las que se clavan repetidamente en los lomos de los animales).

Dado el diseño de las plazas, la respuesta más común no es intentar escapar sino darse la vuelta hacia el atacante y tratar de apartarlo con sus cuernos. Este es un comportamiento que puede ser visto en muchos herbívoros cuando están siendo cazados por depredadores naturales o gente. Por ejemplo, los ciervos cazados por cazadores que usan manadas de sabuesos, como en el caso de la práctica en Inglaterra de la caza de venado (ahora prohibida), se comportan huyendo durante horas, pero cuando ya están agotados y no pueden correr más (a menudo cerca de ríos para que se puedan refrescar al estar hiper-térmicos), los ciervos entonces se dan vuelta hacia los sabuesos y tratan de apartarlos con su cornamenta. A este fenómeno se le llama en inglés “stag at bay” (literalmente “ciervo macho mantenido a raya”) y es cuando el cazador humano se acerca y pega un tiro al venado. Los toros en corridas de toros responden, por lo tanto, como si ellos no tuvieran ninguna opción además de embestir, ya que todas las rutas de escape han sido cortadas y camufladas, y ellos ya están heridos, lo que provoca este comportamiento como ‘último recurso’. Su agotamiento ya no les permite escoger la huida como la respuesta más efectiva, y el dolor despierta su instinto de defenderse, de la misma manera que las mordeduras de los sabuesos (o lobos) despiertan este comportamiento en el ciervo que ya ha sido alcanzado por ellos. Por lo tanto, el comportamiento del toro es consecuente con lo que se podría describir en inglés como “bull at bay”.

En otras palabras, la embestida del toro no debería ser interpretada como un ataque (y el término “combate” usado para describir la tauromaquia no es un nombre apropiado), sino como un modo de apartar a los atacantes (una forma de defensa), para evitar la situación adversa. En consecuencia, las embestidas de los toros en una plaza son en sí mismas otro ejemplo de indicador comportamental de sufrimiento.

Además del estrés, el agotamiento y ahora las heridas causadas por las armas, el toro finalmente afronta la espada del matador, que, más a menudo que no, inflige heridas internas terribles al toro que permanece vivo por un tiempo considerable. Entonces es cuando podemos ver varias expresiones faciales que cualquiera, etólogo o no, puede interpretar fácilmente como indicadores de sufrimiento severo. El comportamiento final del toro lo confirma aún más. Éste trata de andar hacia las tablas, donde debe estar la salida, como su última tentativa de escaparse, o por lo menos de cubrir su espalda después de tanto ataque y defensa en vano. A veces el toro se acerca despacio hacia un torero que no parece ser hostil en aquel momento (por ejemplo, uno que esté sentado en la base de las tablas), como si estuviera buscando ayuda, o quizás incluso piedad.

Los toros, animales por otra parte muy pacíficos que se pasan la mayor parte de su tiempo comiendo hierba, durmiendo y jugando el uno con el otro, son forzados a sufrir tales ordalías que no sólo les infligen un sufrimiento físico y psicológico serio, sino que también les obliga a comportarse de un modo que no se comportarían normalmente; o sea, embistiendo a otras criaturas para que los dejen en paz, dándoles la falsa reputación de ser ‘bravos’, reputación que cualquier otro herbívoro tendría si fuera sometido a las mismas circunstancias.

Por lo tanto, mi experiencia directa en el tema me lleva a concluir que mis respuestas a las tres preguntas que me hice al principio son: sí, toda la evidencia comportamental muestra que los toros y las vacas sufren en las corridas de toros; sí, ellos sufren en todos los tipos de corridas de toros y actividades taurinas, hasta en aquellas que no terminan con sus muertes; y sí, todos los aspectos de cualquier actividad taurina, desde el transporte a la muerte, son por sí mismos causas de su sufrimiento.
Jordi Casamitjana
Zoólogo
CAS International



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