Ni uno más. Los osos han tenido que ser separados de las osas porque daban con frecuencia rienda suelta al amor y la familia no puede crecer. :: JAVIER MARTÍN
Mientras que los almuñequeros trabajan, pasean, o van de compran, a 1.200 metros por encima de sus cabezas, en una montaña de rampas afiladas, un hipopótamo bucea, una avestruz estira las alas, un tigre intenta simpatizar con una tigresa y un macaco rebusca con gestos humanos algo que comer entre los chinos del suelo. Todos viven en Peña Escrita, un parque zoológico capaz de impresionar a cualquiera, donde puede observarse el bostezo de un lobo a pocos centímetros y se analiza el gesto burlón de las hienas. Juan Carlos Benavides, anterior alcalde de Almuñécar, inauguró el recinto en 1997. Ahora, casi 15 años después, el nuevo gobierno se ha topado de bruces con un espacio propio de los millonarios extravagantes que supone un carga económica tan grande para el Ayuntamiento que ahora buscan la fórmula para reconvertirlo o desmantelarlo.
Los que ahora gobiernan dicen que Peña Escrita hubiese tenido sentido cerca del pueblo, en un lugar de fácil acceso y con unos gastos planificados y adecuados al presupuesto municipal. Pero no, está enclavado en una montaña, a 45 minutos del pueblo y tras una carretera solo apta para conductores habilidosos por la que no cabe un autobús y para la que, en uno de sus últimos arranques, el anterior alcalde compró un minibús todoterreno por 140.000 euros.
Peña Escrita es un pozo sin fondo, con un presupuesto anual disparatado que ha llegado a ser de más de un millón de euros. Las instalaciones, según calcula el actual concejal de Medio Ambiente, Luis Aragón, ha costado construirlas entre 20 y 30 millones de euros. Todo está en un terreno hostil, en el que ha habido que hacerlo todo 'a mano' y en pendiente y nada más que el espacio dedicado a los cuatro tigres costó 300.000 euros. Aquello ha sido, casi, casi, como instalar una piscina en el desierto. Tal es así, que los expertos reconocen que los animales no están en las mejores condiciones posibles. El hipopótamo vive en un espacio laberíntico y los bisontes se pasean al filo de la navaja con un terraplén a pocos centímetros de sus pezuñas. El clima tampoco acompaña a la forma de ser de algunos animales y a los monos hubo que instalares calefacción porque en invierno nieva.
Del mantenimiento del entorno y del cuidado de los animales, se encargan once trabajadores. Se ha conseguido reducir dos. El biólogo y el veterinario también acuden al zoológico aunque no tienen dedicación exclusiva. Los 150 animales -de 32 especies diferentes- comen al día 220 kilos de heno, 85 kilos de pienso y 25 kilos de fruta, entre otras cosas. Reduciendo al máximo los costes y sin contar la reparación de las instalaciones, Peña Escrita cuesta 300.000 euros al año y claro, para Almuñécar es una losa de la que no se pueden liberar.
Fruta de primera calidad
Una de las medidas que tomó el nuevo gobierno cuando tuvo Peña Escrita en sus manos es reducir el coste de la alimentación de los animales manteniendo, por supuesto, la calidad. «Hasta ahora alimentaban a los animales con fruta a precio de frutería, de primera calidad, a más de un euro el kilo y nosotros hemos buscado fruta de segunda, que visualmente no es apta para venderla pero que está perfectamente». Luis Aragón cuenta que aquellos eran terrenos forestales y que se empezó a construir Peña Escrita sin planificación. De hecho, apunta que no tiene licencia de parque zoológico, lo que verdaderamente es. El edil de Medio Ambiente explica que los animales no tienen un especial interés faunístico, porque se fueron adquiriendo de restos de zoos e incluso el origen de los monos son incautaciones del Seprona. Por eso, ahora, darle sentido al recinto les resulta complicado y por supuesto costoso.
Con un panorama semejante, no les interesa que la familia crezca y por eso, han separado a los osos de las osas porque no paraban de darle rienda suelta al amor y de ser diez han pasado a ser doce en dos años. Al parecer, son de los animales más fogosos y de los que más atino tienen a la hora de dejar preñadas a las hembras. A uno de estos oseznos lo bautizaron los escolares de Almuñécar y le pusieron Balú sin imaginar, que aquel gracioso osito iba a suponer una carga más para el bolsillo de los almuñequeros.
Entre otros desastres de Peña Escrita está el que la barrera mecánica que cobra la entrada -5 euros coches, 2 motos- lleve meses rota y repararla cueste miles de euros. De todas formas, y a pesar de que existen cabañas, un restaurante y una piscina, Peña Escrita no recibe visitantes como para financiarse. Es más, su difícil ubicación y su falta de promoción hace que ni siquiera todos los almuñequeros lo conozcan.
El concejal de Medio Ambiente apunta que Peña Escrita tiene sanciones de casi 400.000 euros por abrir caminos y que el estado de los animales acumula muchos expedientes de la Junta. «Creo que no lo cerraron porque no sabían qué hacer con los animales». Eso mismo le pasa al Ayuntamiento al que le gustaría deshacerse de los más peligrosos y costosos y hacer otro tipo de parque más accesible y económico.
Por eso, ahora buscan la colaboración de la Junta de Andalucía a la que sugieren que puede transformar el parque en un centro de recuperación de especies o en centro para especies incautadas y encargarse del mantenimiento de los animales. También han pedido a Diputación que les eche una mano. Toda ayuda es poco. «Para afrontar esto hay que tener valor», dice Aragón que no ve próxima la solución.