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Galgos en el punto de mira «Tantos maltratos no son obra de uno solo» «Se les cuida mejor que a ningún can en España»
Proteccionistas y cazadores polemizan sobre el trato que reciben los perros una vez que dejan de ser útiles, mientras unos denuncian crueldad los otros la niegan
TEXTO: ANA SORIA / FOTOS: LA VOZ / CÁDIZ
Es esta una mala época para los perros de caza? Las protectoras de animales y los grupos ecologistas aseguran que una vez concluida la temporada cinegética los abandonos y sacrificios, sobre todo de galgos, se multiplican considerablemente. Ecologistas en Acción, basándose en datos obtenidos años anteriores en perreras municipales y refugios, cifran en 100.000 los animales que serán desechados en España entre finales de enero y principios de abril, 25.000 sólo en Andalucía. Unos datos ante los que las asociaciones de galgueros se llevan las manos a la cabeza y muestran un profundo descreimiento, desmintiendo cualquier información que vincule la cría de estos animales con el maltrato, una vez que dejan de ser útiles al propósito para el que fueron concebidos. «Es mentira», aseguran. Y mientras los proteccionistas denuncian los hacinamientos, la mala alimentación y la nula atención veterinaria, los galgueros destacan todo lo contario. Entre tanta discordancia, sólo hay dos hechos irrefutables: que un criador responsable, verdadero amante de sus animales, nunca incurrirá en malos tratos y que basta con acercarse a las perreras para comprobar que irresponsables todavía quedan, al margen de que no lo sean la mayoría.
Concretamente durante el año 2005, en materia de maltratos de galgos en España, la Guardia Civil formuló un total de 540 denuncias por infracciones penales y administrativas, de las cuales 15 fueron por ahorcamientos, 115 por desnutrición, 10 por maltratos con resultado de muerte, 13 por muerte como consecuencia de disparos, 159 por abandono y 228 por otros incumplimientos de la legislación vigente, habiendo puesto a disposición judicial a un total de 29 personas. A lo que habría que sumar los casos que no llegan a denunciarse, de ahí que el Seprona pida que «se le haga partícipe de cualquier maltrato». «Nuestros galgos están identificados, vacunados y tratados de la misma manera, e incluso mejor, que cualquier otro can que vive en España», asegura Roberto Ruiz. Según este galgero, la información que dan las protectoras de animales es «sesgada» y sugiere que habría que preguntarse si «en el trasfondo de todo esto no está la necesidad de acabar con nuestra afición». Además, apunta que en lo que va de año, «hemos interpuesto más de 400 denuncias de robos de nuestros animales, muchos a punta de pistola, lo que puede suponer en torno a 3.000 ejemplares. Éstos mismos son los que probablemente algunas protectoras encuentren posteriormente», desvinculando a los galgueros profesionales de los amigos de lo ajeno. Asimismo asegura que la Federación Española de Galgos y el Club Nacional del Galgo Español, junto con 7 protectoras de diferentes puntos de España y Europa, pertenecen a la Plataforma en defensa del galgo.
Fernando Cachorro, también vinculado a la cría de este animal, destaca que «las generalizaciones hacen mucho daño a los verdaderos galgueros, que no son quienes maltratan».
Javier Hervada y Manuel Catalán, por su parte, concluyen que todo lo que se dice en referencia al maltrato son «mentiras y calumnias» vertidas «hacia miles de personas» e invitan a conocer «el mundo del galgo».
También relacionada con la caza, Raquel Fulgencio, reconoce que «todo en la vida tiene su lado bueno y su lado malo», pero que «quien se precie de ser buen galguero, como es mi caso, vive por y para sus animales, durante el cazadero y el resto del año». «La mayoría de los gestores cinegéticos, rehaleros, galgueros y cazadores particulares, prescinden de los animales incapacitados para la caza, por medio de sistemas cruentos, como si fueran de usar y tirar», destacaba el informe de Ecologistas en Acción que ha desatado las más duras críticas por parte de criadores y cazadores. Joaquín Reina, responsable del mismo, consideraba la necesidad de «prohibir algunas modalidades de caza con perro» y denunciaba el «trato de favor de las administraciones públicas hacia los colectivos cinegéticos», a pesar de lo recogido en la Ley de Protección de Animales Domésticos.
Desde la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Cádiz, que trabaja desde hace años en la acogida y adopción internacional de galgos, no le sorprende la reacción de los galgueros. «Siempre salen con el tema de que 'no todos somos así', pero yo siempre les digo que los miles de galgos asesinados, torturados y abandonados no son obra de uno solo que esté loco», comenta su presidenta, Nieves Orellana, y añade: «Además, si tanto hiere su sensibilidad y tanto daño les hace ¿por qué no hacen algo también para remediarlo?»
En su opinión, «ellos lo tendrían más fácil porque se mueven en ese ambiente y les sería más fácil conocer quiénes cometen esas atrocidades» y comenta que «mucha gente no se atreve a denunciar a su vecino». A pesar de que los abandonos y los maltratos continúan, como se ha visto recientemente en Chiclana, Orellana se muestra confiada: «los movimientos proteccionistas somos demasiados y ya no nos para nadie».
Proteccionistas y cazadores polemizan sobre el trato que reciben los perros una vez que dejan de ser útiles, mientras unos denuncian crueldad los otros la niegan
TEXTO: ANA SORIA / FOTOS: LA VOZ / CÁDIZ
Es esta una mala época para los perros de caza? Las protectoras de animales y los grupos ecologistas aseguran que una vez concluida la temporada cinegética los abandonos y sacrificios, sobre todo de galgos, se multiplican considerablemente. Ecologistas en Acción, basándose en datos obtenidos años anteriores en perreras municipales y refugios, cifran en 100.000 los animales que serán desechados en España entre finales de enero y principios de abril, 25.000 sólo en Andalucía. Unos datos ante los que las asociaciones de galgueros se llevan las manos a la cabeza y muestran un profundo descreimiento, desmintiendo cualquier información que vincule la cría de estos animales con el maltrato, una vez que dejan de ser útiles al propósito para el que fueron concebidos. «Es mentira», aseguran. Y mientras los proteccionistas denuncian los hacinamientos, la mala alimentación y la nula atención veterinaria, los galgueros destacan todo lo contario. Entre tanta discordancia, sólo hay dos hechos irrefutables: que un criador responsable, verdadero amante de sus animales, nunca incurrirá en malos tratos y que basta con acercarse a las perreras para comprobar que irresponsables todavía quedan, al margen de que no lo sean la mayoría.
Concretamente durante el año 2005, en materia de maltratos de galgos en España, la Guardia Civil formuló un total de 540 denuncias por infracciones penales y administrativas, de las cuales 15 fueron por ahorcamientos, 115 por desnutrición, 10 por maltratos con resultado de muerte, 13 por muerte como consecuencia de disparos, 159 por abandono y 228 por otros incumplimientos de la legislación vigente, habiendo puesto a disposición judicial a un total de 29 personas. A lo que habría que sumar los casos que no llegan a denunciarse, de ahí que el Seprona pida que «se le haga partícipe de cualquier maltrato». «Nuestros galgos están identificados, vacunados y tratados de la misma manera, e incluso mejor, que cualquier otro can que vive en España», asegura Roberto Ruiz. Según este galgero, la información que dan las protectoras de animales es «sesgada» y sugiere que habría que preguntarse si «en el trasfondo de todo esto no está la necesidad de acabar con nuestra afición». Además, apunta que en lo que va de año, «hemos interpuesto más de 400 denuncias de robos de nuestros animales, muchos a punta de pistola, lo que puede suponer en torno a 3.000 ejemplares. Éstos mismos son los que probablemente algunas protectoras encuentren posteriormente», desvinculando a los galgueros profesionales de los amigos de lo ajeno. Asimismo asegura que la Federación Española de Galgos y el Club Nacional del Galgo Español, junto con 7 protectoras de diferentes puntos de España y Europa, pertenecen a la Plataforma en defensa del galgo.
Fernando Cachorro, también vinculado a la cría de este animal, destaca que «las generalizaciones hacen mucho daño a los verdaderos galgueros, que no son quienes maltratan».
Javier Hervada y Manuel Catalán, por su parte, concluyen que todo lo que se dice en referencia al maltrato son «mentiras y calumnias» vertidas «hacia miles de personas» e invitan a conocer «el mundo del galgo».
También relacionada con la caza, Raquel Fulgencio, reconoce que «todo en la vida tiene su lado bueno y su lado malo», pero que «quien se precie de ser buen galguero, como es mi caso, vive por y para sus animales, durante el cazadero y el resto del año». «La mayoría de los gestores cinegéticos, rehaleros, galgueros y cazadores particulares, prescinden de los animales incapacitados para la caza, por medio de sistemas cruentos, como si fueran de usar y tirar», destacaba el informe de Ecologistas en Acción que ha desatado las más duras críticas por parte de criadores y cazadores. Joaquín Reina, responsable del mismo, consideraba la necesidad de «prohibir algunas modalidades de caza con perro» y denunciaba el «trato de favor de las administraciones públicas hacia los colectivos cinegéticos», a pesar de lo recogido en la Ley de Protección de Animales Domésticos.
Desde la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Cádiz, que trabaja desde hace años en la acogida y adopción internacional de galgos, no le sorprende la reacción de los galgueros. «Siempre salen con el tema de que 'no todos somos así', pero yo siempre les digo que los miles de galgos asesinados, torturados y abandonados no son obra de uno solo que esté loco», comenta su presidenta, Nieves Orellana, y añade: «Además, si tanto hiere su sensibilidad y tanto daño les hace ¿por qué no hacen algo también para remediarlo?»
En su opinión, «ellos lo tendrían más fácil porque se mueven en ese ambiente y les sería más fácil conocer quiénes cometen esas atrocidades» y comenta que «mucha gente no se atreve a denunciar a su vecino». A pesar de que los abandonos y los maltratos continúan, como se ha visto recientemente en Chiclana, Orellana se muestra confiada: «los movimientos proteccionistas somos demasiados y ya no nos para nadie».