La aventura de ser policía de medio ambiente.
Málaga, hoy.es 4 mayo 2012
En su día a día se enfrentan a una variedad ingente de casos que atentan contra el medio ambiente y que poco tienen que ver entre sí. Ruido, urbanismo irregular, maltrato animal, tenencia o venta ilegal de especies exóticas, invasión de cauces, caza ilegal, vertidos incontrolados o la tala de árboles. Son sólo algunas de las muchas competencias que tienen asignadas.
Ninguna jornada de trabajo es igual para estos policías que han tenido que aprender, sin ser biólogos, zoólogos ni ornítologos, a diferenciar los animales que encuentran abandonados en la vía pública, en mercadillos o incluso en casas de forma ilegal y a saber como capturarlos sin ser atacados. La experiencia les ha obligado a familiarizarse con buitres, culebras, pitones, todo tipo de perros e incluso especies nada habituales en la zona y demasiado peligrosas para toparse con ellas. Uno de los casos más sonados de este tipo a los que han tenido que hacer frente los agentes del Gruprona fue hace poco más de un año en las inmediaciones de los jardines de una urbanización cercana al arroyo Toquero de la capital. Para su sorpresa allí encontraron un lagarto de Komodo de 1,20 metros, que pertenece a la familia de los varanos y que puede ser realmente peligroso si se topa con alguien a su paso.
El jardinero de una comunidad de propietarios alertó de la presencia de este tipo de reptil, un excelente buceador, trepador y rápido corredor que suele vivir en madrigueras. Durante meses trataron de localizarlo e incluso llegaron a pensar que se estaba exagerando con respecto al tamaño. "Nunca podíamos imaginar que íbamos a encontrar algo así", dijo uno de ellos, si bien es ya un hábito demasiado habitual el que la gente adquiera este tipo de animales como mascotas y que los abandone cuando ya no los pueden cuidar por su tamaño o por el peligro que conlleva.
En aquella ocasión ninguno de los agentes que acudieron sufrió ningún daño porque, como contaron, "fuimos más rápidos". Pero el pasado mes de marzo, uno de los agentes del Gruprona no tuvo tanta suerte porque al tratar de capturar a una culebra de herradura de más de un metro de longitud, que estaba en una ventana de un restaurante, fue mordido en el antebrazo derecho. Al final no fue nada grave, pero el susto ahí queda. Más que susto fue sorpresa lo que sintieron los policías a los que les tocó intervenir a un total de 164 gallos de pelea que estaban enjaulados en azoteas no transitables de seis bloques de viviendas de la barriada de La Palmilla en agosto de hace dos años. Un vuelo rutinario de un helicóptero de la Policía Nacional descubrió el arsenal de jaulas que habían habilitado para criar a estos animales que luego usaban en peleas.
También los gallos fueron los protagonistas de otra actuación protagonizada por este grupo policial. En esta ocasión, cinco personas fueron denunciadas tras haber matado a un gallo junto a las vías del tren como parte de un rito de santería. Ahora la Fiscalía imputa a uno de ellos un presunto delito de maltrato animal. Saben que su misión es proteger el medio ambiente, pero no renuncian a conseguir poco a poco concienciar de su importancia.