La cosificación de los animales
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NÚRIA QUEROL I VIÑAS | Sant Cugat del Vallès | 11/08/2009 |
Resulta preocupante que, cuando pensamos que hemos superado la concepción cartesiana de la naturaleza, el mismo veterinario jefe de una institución como el zoo cuestione la felicidad o la legitimidad del derecho a la libertad de otros animales (entrevista a Hugo Fernández, veterinario jefe del zoo de Barcelona, 5/ VIII/ 2009). El zoo no tiene justificación en la actualidad, ya que resulta de mayor valor educativo la observación de los animales en sus hábitats (mediante webcams, por ejemplo) que enjaulados y privados de las mínimas condiciones que sus requerimientos naturales exigen.
Pongamos, por ejemplo, a los elefantes: animales extraordinariamente sociales, con complejas relaciones de grupo y que recorren centenares de kilómetros en libertad que se ven transportados a minúsculas instalaciones sin relación grupal, desarrollando comportamientos estereotípicos para aliviar la ansiedad y la depresión que les causa un cruel confinamiento para nuestro placer visual. La conservación de especies no tiene sentido si no se invierte en la raíz del problema (como es el tráfico de especies o la destrucción de los hábitats). Criar animales en un zoo para conservar una especie es parar una hemorragia con una tirita. De todos modos, centrándonos únicamente en el concepto de especie, se corre el peligro de olvidarnos del animal como sujeto individual con intereses propios y experiencias vitales únicas. Las tendencias en etología van abandonando el estudio de los animales como objetos y se les confiere una identidad, una personalidad única y unas capacidades cognitivas y emocionales que nos sorprenden a medida que se desvelan nuevos estudios: desde el sentido de la justicia en primates, a la empatía en ratones, la resolución de problemas en cuervos, el establecimiento de lazos afectivos interespecíficos, o la importancia del juego como factor de cohesión social, de diversión y de compasión por el más débil.
Quizá estoy más de acuerdo de lo que quisiera en que los ejemplares más exóticos del zoo son los bípedos que pagan la entrada, pero entonces sugeriría dejar de tratar a los otros animales como esclavos a nuestra disposición e instalar las taquillas en la Rambla para la observación del homo supuestamente sapiens en libertad. Las críticas a la cosificación de los animales y a la creencia de que podemos disponer de ellos como bienes sería demasiado extensa, aunque la resume magistralmente Alice Walker, autora de El color púrpura,quien afirmaba que los animales no están hechos para los humanos, del mismo modo que las mujeres no están hechas para el hombre o los negros para los blancos.