La crisis se ceba con las mascotas.
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Sur.es, 30 julio 2009
Los centros de acogida de Málaga y Marbella están desbordados.
Cada año se recogen la capital unos 1.800 animales sin hogar, la mayoría canes Corren tiempos de perros... Para los perros. El abandono de animales no deja de crecer, hasta el punto de que el refugio de la Sociedad Protectora de Animales de la capital, con capacidad máxima para unos trescientos canes, se encuentra completamente desbordado y llega incluso a pedir ayuda a los de otras provincias.
A las causas habituales, la compra caprichosa de un cachorro que luego crece y se convierte en un estorbo, se añaden otras que tienen su origen netamente en la crisis. La pérdida de poder adquisitivo de las familias, el elevado precio de los tratamientos médicos y la necesidad de cambiar de casa o de mudarse a otra ciudad para buscar trabajo (especialmente entre el colectivo inmigrante) acaban con el animal en una perrera. En la cuneta en los peores casos.
«Estamos saturados, tanto nosotros como otras protectoras, la cosa esta negra», afirma José Carlos Cabra, presidente de la Sociedad Protectora de Málaga. Para este histórico dirigente de la lucha en favor de los derechos de los animales, la novedad radica en el número de abandonos motivados por problemas económicos de las familias.
El abandono llega cuando el can enferma y debe someterse a una operación o a un tratamiento costoso. «La sanidad cuesta mucho dinero. La gente llega a la Protectora pidiendo que traten a los perros de enfermedades y los abandonan para que nosotros los curemos».
Cabra advierte de que se recrudecen no sólo las peticiones para ocuparse de la mascota en el propio centro, sino incluso la cara más cruel del desamparo: las llamadas por la presencia de animales en las carreteras. «El domingo fue terrible, recibimos avisos por seis perros en la autovía. A uno lo atropellaron delante de nuestras narices».
Menos adopciones
Pero la crisis tiene muchas otras caras. Relata el responsable del refugio que entre los inmigrantes es habitual adoptar perros, de los que algunos se desprenden ahora, cuando deben cambiar de ciudad para buscar empleo. Al tiempo, la situación económica está provocando que se demanden menos acogidas, especialmente en otros países europeos, a los que Málaga exportaba decenas cada año.
Cada año se recogen en la capital unos 1.800 animales, de los que 1.200 son canes. «Lo estamos pasando mal, los perros no se pueden hacinar porque llega un punto que se matan entre ellos. Los malagueños siguen teniendo una gran falta de responsabilidad, abandonan por problemas nimios. Hay que cortar estas prácticas, el ciudadano se tiene que concienciar porque lo que se ve en la calle es muy duro: perros destrozados por los coches, o que se niegan a vivir cuando llegan al refugio, desamparados por sus dueños después de años de convivencia», sentencia.
Fidel Causse, vocal del Colegio de Veterinarios, considera que el incremento está, como otros años, asociado al verano y a un problema de mentalidad, pero no tanto al precio de los tratamientos, que, asegura, es inferior al de otras grandes capitales.
Para estos casos, el Colegio ha desarrollado un seguro médico que permite hacer frente a los gastos extraordinarios e imprevistos, de enfermedades graves y accidentes, que se puede contratar en cualquier clínica, con un coste de entre 169,50 y 199,50 euros al año, en función de la raza. Con todo, reconoce que los usuarios se informan ahora más a la hora de hacer una cirugía o adquirir piensos dietéticos. «Es más reticente, pero hace un esfuerzo por cumplir los tratamientos que se prescriben. No se nota un descenso de afluencia».
Situación en la provincia
La situación en la asociación Amigos de Animales Abandonados (Triple A) de Marbella no le va a la zaga. Perros de todas las razas y edades cohabitan en las instalaciones de la protectora de animales marbellí. Suman doscientos; una situación límite que amenaza con ir en aumento si las llegadas de canes abandonados no se equilibra con el número de adopciones.
Según explica Celia Lago, una de las voluntarias del colectivo, desde enero han llegado un total de 60 animales, 52 localizados por el Ayuntamiento en plena calle y ocho entregados por los propios dueños. En muchos casos, la crisis económica está detrás de la decisión de desprenderse de las mascotas. «Ahora están abandonando no sólo porque sea verano sino porque muchos reducen el lugar donde viven, pasan de tener un piso a alquilar una habitación o a irse a la vivienda de otros familiar y ya no tienen espacio para el perro», señala.
Y no sólo por las estrecheces. Los divorcios, los desplazamientos a otras ciudades para buscar trabajo o el retorno de los extranjeros a sus países de origen están detrás de algunos de los canes huérfanos de amo. «Si tienen que viajar por un tiempo no pueden pagarse un hotel para animales y algunos, cuando tienen mascotas con alguna enfermedad, aducen que no pueden pagar el tratamiento», añade.
Uno de los últimos casos que Celia Lago recuerda es el de dos 'schnauzer' de diez y once años que llegaron a las instalaciones de la Triple A porque su propietaria no podía seguir manteniéndoles. Y como ese, decenas. Una saturación que no encuentra su bálsamo en las adopciones, cada vez menores. Desde diciembre a ahora han caído a la mitad. De 31 se ha pasado a 15 en un mes. Ni en el extranjero, donde antes tenían más dueños potenciales, hay respuesta.
De esta situación se salva la Axarquía. El servicio lo presta la Mancomunidad, a través de una empresa de protección animal. Su gerente, José Antonio Villodres, que además preside la protectora de animales de Rincón de la Victoria, asegura que en la comarca no existe saturación, y los abandonos que se suelen dar en época de vacaciones están previstos. Este centro recoge anualmente una media de 1.700 animales abandonados. Asimismo, el número de adopciones mensuales supera el medio centenar.
Los centros de acogida de Málaga y Marbella están desbordados.
Cada año se recogen la capital unos 1.800 animales sin hogar, la mayoría canes Corren tiempos de perros... Para los perros. El abandono de animales no deja de crecer, hasta el punto de que el refugio de la Sociedad Protectora de Animales de la capital, con capacidad máxima para unos trescientos canes, se encuentra completamente desbordado y llega incluso a pedir ayuda a los de otras provincias.
A las causas habituales, la compra caprichosa de un cachorro que luego crece y se convierte en un estorbo, se añaden otras que tienen su origen netamente en la crisis. La pérdida de poder adquisitivo de las familias, el elevado precio de los tratamientos médicos y la necesidad de cambiar de casa o de mudarse a otra ciudad para buscar trabajo (especialmente entre el colectivo inmigrante) acaban con el animal en una perrera. En la cuneta en los peores casos.
«Estamos saturados, tanto nosotros como otras protectoras, la cosa esta negra», afirma José Carlos Cabra, presidente de la Sociedad Protectora de Málaga. Para este histórico dirigente de la lucha en favor de los derechos de los animales, la novedad radica en el número de abandonos motivados por problemas económicos de las familias.
El abandono llega cuando el can enferma y debe someterse a una operación o a un tratamiento costoso. «La sanidad cuesta mucho dinero. La gente llega a la Protectora pidiendo que traten a los perros de enfermedades y los abandonan para que nosotros los curemos».
Cabra advierte de que se recrudecen no sólo las peticiones para ocuparse de la mascota en el propio centro, sino incluso la cara más cruel del desamparo: las llamadas por la presencia de animales en las carreteras. «El domingo fue terrible, recibimos avisos por seis perros en la autovía. A uno lo atropellaron delante de nuestras narices».
Menos adopciones
Pero la crisis tiene muchas otras caras. Relata el responsable del refugio que entre los inmigrantes es habitual adoptar perros, de los que algunos se desprenden ahora, cuando deben cambiar de ciudad para buscar empleo. Al tiempo, la situación económica está provocando que se demanden menos acogidas, especialmente en otros países europeos, a los que Málaga exportaba decenas cada año.
Cada año se recogen en la capital unos 1.800 animales, de los que 1.200 son canes. «Lo estamos pasando mal, los perros no se pueden hacinar porque llega un punto que se matan entre ellos. Los malagueños siguen teniendo una gran falta de responsabilidad, abandonan por problemas nimios. Hay que cortar estas prácticas, el ciudadano se tiene que concienciar porque lo que se ve en la calle es muy duro: perros destrozados por los coches, o que se niegan a vivir cuando llegan al refugio, desamparados por sus dueños después de años de convivencia», sentencia.
Fidel Causse, vocal del Colegio de Veterinarios, considera que el incremento está, como otros años, asociado al verano y a un problema de mentalidad, pero no tanto al precio de los tratamientos, que, asegura, es inferior al de otras grandes capitales.
Para estos casos, el Colegio ha desarrollado un seguro médico que permite hacer frente a los gastos extraordinarios e imprevistos, de enfermedades graves y accidentes, que se puede contratar en cualquier clínica, con un coste de entre 169,50 y 199,50 euros al año, en función de la raza. Con todo, reconoce que los usuarios se informan ahora más a la hora de hacer una cirugía o adquirir piensos dietéticos. «Es más reticente, pero hace un esfuerzo por cumplir los tratamientos que se prescriben. No se nota un descenso de afluencia».
Situación en la provincia
La situación en la asociación Amigos de Animales Abandonados (Triple A) de Marbella no le va a la zaga. Perros de todas las razas y edades cohabitan en las instalaciones de la protectora de animales marbellí. Suman doscientos; una situación límite que amenaza con ir en aumento si las llegadas de canes abandonados no se equilibra con el número de adopciones.
Según explica Celia Lago, una de las voluntarias del colectivo, desde enero han llegado un total de 60 animales, 52 localizados por el Ayuntamiento en plena calle y ocho entregados por los propios dueños. En muchos casos, la crisis económica está detrás de la decisión de desprenderse de las mascotas. «Ahora están abandonando no sólo porque sea verano sino porque muchos reducen el lugar donde viven, pasan de tener un piso a alquilar una habitación o a irse a la vivienda de otros familiar y ya no tienen espacio para el perro», señala.
Y no sólo por las estrecheces. Los divorcios, los desplazamientos a otras ciudades para buscar trabajo o el retorno de los extranjeros a sus países de origen están detrás de algunos de los canes huérfanos de amo. «Si tienen que viajar por un tiempo no pueden pagarse un hotel para animales y algunos, cuando tienen mascotas con alguna enfermedad, aducen que no pueden pagar el tratamiento», añade.
Uno de los últimos casos que Celia Lago recuerda es el de dos 'schnauzer' de diez y once años que llegaron a las instalaciones de la Triple A porque su propietaria no podía seguir manteniéndoles. Y como ese, decenas. Una saturación que no encuentra su bálsamo en las adopciones, cada vez menores. Desde diciembre a ahora han caído a la mitad. De 31 se ha pasado a 15 en un mes. Ni en el extranjero, donde antes tenían más dueños potenciales, hay respuesta.
De esta situación se salva la Axarquía. El servicio lo presta la Mancomunidad, a través de una empresa de protección animal. Su gerente, José Antonio Villodres, que además preside la protectora de animales de Rincón de la Victoria, asegura que en la comarca no existe saturación, y los abandonos que se suelen dar en época de vacaciones están previstos. Este centro recoge anualmente una media de 1.700 animales abandonados. Asimismo, el número de adopciones mensuales supera el medio centenar.