La crisis y la caza. Opinión.
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Artículos
ABC, 18 Octubre 2008.
La crisis y la caza.
La crisis también llega al ambiente cinegético aunque sin mucha dureza. Las monterías rebajan sus posturas, un poco, y en cuanto a las tiradas de perdices en ojeo los precios se mantienen al igual que en la temporada pasada, porque lo de subir las tarifas podría traer consecuencias negativas para los organizadores.
Sin embargo, la caza del conejo en mano, en aquellos cotos privados que ofrecen esta modalidad, eleva la comparecencia económica en la finca, posiblemente porque el orejudo escasea y conquistar perchas notables no es tan fácil.
Me informan de que en algunas citas monteras de escaso fuste y poca calidad en los cobros, los mata-cuelga, se están eliminando las migas matutinas y el plato campero del final de la jornada, por aquello de poder ajustarse a unas tarifas módicas, para que la escopeta o el rifle no abandone la cita y se mantenga fiel a unos comportamientos que nunca fallaban cuando el bolsillo se encontraba más alegre.
Particularmente si esto fuera así, lo de prescindir de migas y las clásicas judías con chorizo para reducir gastos, me parece algo fuera de sitio y lugar, dado que estos momentos gastronómicos amistosos significan el motivo principal para intercambiar opiniones sobre el estado de «la mancha», número de rehalas existentes y posibilidades de lograr trofeo en esta o aquella armada. Y cuando las caracolas despedían el trabajo de las recovas y se sentaba uno a los manteles para compartir confidencias, era el momento más idóneo para poder enterarse de lo que había ocurrido en el montarral y características de los lances protagonizados por los asistentes afortunados.
En las citas de prestigio, con el nombre cargado de laureles cinegéticos, la crisis se queda fuera de las puertas de fincas y dehesas, porque de antemano las armadas se vienen completando año tras año y hasta en muchos casos hay que esperar turno para poder acceder a estas siempre codiciadas monterías donde está garantizado el cobro y en caso de que no fuera así se ofrece la oportunidad para abatir un venado cuando llegue la época de la berrea.
En realidad, el auténtico aficionado a esta especialidad cazadora seguirá accediendo a los espacios serranos con fidelidad, porque en los tiempos de la veda ha ido ahorrando sus euros para poder participar en los sorteos de las posturas, gozar de un enmascaramiento con posibilidades de disparo y trasladar más tarde al taxidermista una cornamenta guapa o unos colmillos para presumir. Y el que lo ha probado, siempre repite. Con o o sin crisis.
José Ponos.
La crisis y la caza.
La crisis también llega al ambiente cinegético aunque sin mucha dureza. Las monterías rebajan sus posturas, un poco, y en cuanto a las tiradas de perdices en ojeo los precios se mantienen al igual que en la temporada pasada, porque lo de subir las tarifas podría traer consecuencias negativas para los organizadores.
Sin embargo, la caza del conejo en mano, en aquellos cotos privados que ofrecen esta modalidad, eleva la comparecencia económica en la finca, posiblemente porque el orejudo escasea y conquistar perchas notables no es tan fácil.
Me informan de que en algunas citas monteras de escaso fuste y poca calidad en los cobros, los mata-cuelga, se están eliminando las migas matutinas y el plato campero del final de la jornada, por aquello de poder ajustarse a unas tarifas módicas, para que la escopeta o el rifle no abandone la cita y se mantenga fiel a unos comportamientos que nunca fallaban cuando el bolsillo se encontraba más alegre.
Particularmente si esto fuera así, lo de prescindir de migas y las clásicas judías con chorizo para reducir gastos, me parece algo fuera de sitio y lugar, dado que estos momentos gastronómicos amistosos significan el motivo principal para intercambiar opiniones sobre el estado de «la mancha», número de rehalas existentes y posibilidades de lograr trofeo en esta o aquella armada. Y cuando las caracolas despedían el trabajo de las recovas y se sentaba uno a los manteles para compartir confidencias, era el momento más idóneo para poder enterarse de lo que había ocurrido en el montarral y características de los lances protagonizados por los asistentes afortunados.
En las citas de prestigio, con el nombre cargado de laureles cinegéticos, la crisis se queda fuera de las puertas de fincas y dehesas, porque de antemano las armadas se vienen completando año tras año y hasta en muchos casos hay que esperar turno para poder acceder a estas siempre codiciadas monterías donde está garantizado el cobro y en caso de que no fuera así se ofrece la oportunidad para abatir un venado cuando llegue la época de la berrea.
En realidad, el auténtico aficionado a esta especialidad cazadora seguirá accediendo a los espacios serranos con fidelidad, porque en los tiempos de la veda ha ido ahorrando sus euros para poder participar en los sorteos de las posturas, gozar de un enmascaramiento con posibilidades de disparo y trasladar más tarde al taxidermista una cornamenta guapa o unos colmillos para presumir. Y el que lo ha probado, siempre repite. Con o o sin crisis.
José Ponos.