La finca de los Wellington, investigada tras el envenenamiento de animales
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Una vecina denuncia a Medio Ambiente, apoyada por la firma de 86 vecinos, la muerte de dos de sus perros por cebos envenenados, cuya colocación es delito
ROCÍO MENDOZA/ÍLLORA
La finca de los duques de Wellington de Íllora, conocida por las visitas de la flor y nata inglesa para cazar y pasar temporadas de tranquilidad, está siendo investigada por Medio Ambiente tras las denuncias interpuestas por vecinos de la zona tras la muerte por envenenamiento de sus animales cuando paseaban por un camino de uso público. La colocación de cebos envenenados para matar alimañas que no arruinen la temporada cinegética en los cotos era una práctica extendida antaño. Pero en la actualidad, está tipificada como delito contra la fauna en el Código Penal.
La última denuncia que ha recibido la delegación de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía en Granada, fue interpuesta por una vecina del municipio cuyo perro murió envenenado al ingerir un cebo en el citado paraje, conocido como Coto de la Torre. Y es el segundo animal de esta mujer que muere en el paraje de la misma forma.
Certificados
Según el texto de la denuncia, al que tuvo acceso IDEAL, un veterinario certificó que «la muerte del perro se debió a una intoxicación aguda provocada como consecuencia de la ingesta de un cebo envenenado». Este certificado fue adjuntado a la denuncia que interpusieron ante la Guardia Civil de Íllora, junto con el cebo envenenado que vomitó el animal.
Además de esta denuncia, la dueña del perro, interpuso otra para hacer constar lo sucedido a la Junta de Andalucía, aunque en esta ocasión con el apoyo de 86 vecinos que suscribieron el documento con su firma.
«Con la notificación a Medio Ambiente pretendemos que, al menos por la vía administrativa, se imponga alguna sanción para evitar estas situaciones. Porque además de mi perro, pueden morir multitud de ejemplares de especies protegidas que pueblan el coto», advierte María Luisa, la denunciante. Sus vecinos, como José Jiménez, suscribe las palabras de esta mujer, al afirmar que alguna vez han encontrado zorreras muertas e, incluso, un lazo. Un método de caza ilegales también prohibido y penado.
Sanción ejemplar
Pero la sanción que persiguen quienes están cansados de no poder caminar por una zona de «servidumbre de paso, pública para todos, que cruza el coto» sin riesgo a que suceda algo, no es económica. «Creemos que debería ser una medida ejemplar, como el cierre del coto durante una temporada, porque creemos que el dinero no cuesta pagarlo a un negocio como éste. Además, y aunque existan pocos precedentes, en Castilla-La Mancha cerraron un coto durante dos años por estas prácticas», apunta la denunciante.
Uno de los elementos importantes para abrir un expediente a una finca es la reincidencia. Esta mujer ha sufrido ya dos casos. Pero los vecinos que han firmado el documento conocen más. Por ello, expresan en el documento «que en el coto de la Torre estas conductas son tan reiterativas porque de constituir hechos aislados no habrían denunciado tantos afectados», versa el texto de la denuncia presentada ante la delegación de Medio Ambiente.
Fuentes de esta administración confirmaron a IDEAL, no sólo tener constancia de las denuncias en esta finca, sino de estar investigando y realizado diligencias de averiguación sobre los episodios denunciados. La delegación cuenta con un equipo de perros especializados en detectar cebos envenenados en fincas. Y se están sirviendo de ellos.
Ahora bien, en el caso de la finca de los duques de Wellington, la administración cuenta con los mismos escollos que en otros casos que detectan: probar la culpabilidad de los dueños de la finca o, en su caso, las personas encargadas de su vigilancia y mantenimiento.
Difícil de probar
Tanto las fuentes consultadas en el Servicio de Protección a la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil de Granada como en Medio Ambiente, coinciden en señalar que la multa o procedimiento penal contra un coto por la vía directa sólo es factible en casos en los que sean sorprendidos 'in fraganti' poniéndolos. Y eso es casi imposible.
En casos como el denunciado por los vecinos de Íllora-Alomartes, la prueba de que el perro murió por un cebo envenenado es evidente. Pero la culpabilidad de quien lo puso no es tan fácil de acreditar ante un tribunal o, sencillamente, para imponer una sanción administrativa.
De cualquier modo, el derecho abre la puerta al castigo de los responsables de la finca, no por colocar estos cebos que atentan contra todo tipo de animales, sino por no cumplir su obligación de mantener la finca libre de estas sustancias. Pero no es fácil, apuntan las fuentes.
Prueba de ello es que en Medio Ambiente se han registrado unos quince casos de cebos envenenados (sin contar los detectados en Sierra Nevada por los agentes medioambientales hace unos días) que no han terminado en sanción para ninguna de las fincas por los problemas técnico-jurídicos citados. Además, administrativamente no se puede actuar hasta que la denuncia no sea archivada en un juzgado.
Pese a los escollos, muchos vecinos de Alomartes han unido sus firmas para solicitar que se intervenga en el coto de los duques, para romper con la sensación de impunidad.
ROCÍO MENDOZA/ÍLLORA
La finca de los duques de Wellington de Íllora, conocida por las visitas de la flor y nata inglesa para cazar y pasar temporadas de tranquilidad, está siendo investigada por Medio Ambiente tras las denuncias interpuestas por vecinos de la zona tras la muerte por envenenamiento de sus animales cuando paseaban por un camino de uso público. La colocación de cebos envenenados para matar alimañas que no arruinen la temporada cinegética en los cotos era una práctica extendida antaño. Pero en la actualidad, está tipificada como delito contra la fauna en el Código Penal.
La última denuncia que ha recibido la delegación de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía en Granada, fue interpuesta por una vecina del municipio cuyo perro murió envenenado al ingerir un cebo en el citado paraje, conocido como Coto de la Torre. Y es el segundo animal de esta mujer que muere en el paraje de la misma forma.
Certificados
Según el texto de la denuncia, al que tuvo acceso IDEAL, un veterinario certificó que «la muerte del perro se debió a una intoxicación aguda provocada como consecuencia de la ingesta de un cebo envenenado». Este certificado fue adjuntado a la denuncia que interpusieron ante la Guardia Civil de Íllora, junto con el cebo envenenado que vomitó el animal.
Además de esta denuncia, la dueña del perro, interpuso otra para hacer constar lo sucedido a la Junta de Andalucía, aunque en esta ocasión con el apoyo de 86 vecinos que suscribieron el documento con su firma.
«Con la notificación a Medio Ambiente pretendemos que, al menos por la vía administrativa, se imponga alguna sanción para evitar estas situaciones. Porque además de mi perro, pueden morir multitud de ejemplares de especies protegidas que pueblan el coto», advierte María Luisa, la denunciante. Sus vecinos, como José Jiménez, suscribe las palabras de esta mujer, al afirmar que alguna vez han encontrado zorreras muertas e, incluso, un lazo. Un método de caza ilegales también prohibido y penado.
Sanción ejemplar
Pero la sanción que persiguen quienes están cansados de no poder caminar por una zona de «servidumbre de paso, pública para todos, que cruza el coto» sin riesgo a que suceda algo, no es económica. «Creemos que debería ser una medida ejemplar, como el cierre del coto durante una temporada, porque creemos que el dinero no cuesta pagarlo a un negocio como éste. Además, y aunque existan pocos precedentes, en Castilla-La Mancha cerraron un coto durante dos años por estas prácticas», apunta la denunciante.
Uno de los elementos importantes para abrir un expediente a una finca es la reincidencia. Esta mujer ha sufrido ya dos casos. Pero los vecinos que han firmado el documento conocen más. Por ello, expresan en el documento «que en el coto de la Torre estas conductas son tan reiterativas porque de constituir hechos aislados no habrían denunciado tantos afectados», versa el texto de la denuncia presentada ante la delegación de Medio Ambiente.
Fuentes de esta administración confirmaron a IDEAL, no sólo tener constancia de las denuncias en esta finca, sino de estar investigando y realizado diligencias de averiguación sobre los episodios denunciados. La delegación cuenta con un equipo de perros especializados en detectar cebos envenenados en fincas. Y se están sirviendo de ellos.
Ahora bien, en el caso de la finca de los duques de Wellington, la administración cuenta con los mismos escollos que en otros casos que detectan: probar la culpabilidad de los dueños de la finca o, en su caso, las personas encargadas de su vigilancia y mantenimiento.
Difícil de probar
Tanto las fuentes consultadas en el Servicio de Protección a la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil de Granada como en Medio Ambiente, coinciden en señalar que la multa o procedimiento penal contra un coto por la vía directa sólo es factible en casos en los que sean sorprendidos 'in fraganti' poniéndolos. Y eso es casi imposible.
En casos como el denunciado por los vecinos de Íllora-Alomartes, la prueba de que el perro murió por un cebo envenenado es evidente. Pero la culpabilidad de quien lo puso no es tan fácil de acreditar ante un tribunal o, sencillamente, para imponer una sanción administrativa.
De cualquier modo, el derecho abre la puerta al castigo de los responsables de la finca, no por colocar estos cebos que atentan contra todo tipo de animales, sino por no cumplir su obligación de mantener la finca libre de estas sustancias. Pero no es fácil, apuntan las fuentes.
Prueba de ello es que en Medio Ambiente se han registrado unos quince casos de cebos envenenados (sin contar los detectados en Sierra Nevada por los agentes medioambientales hace unos días) que no han terminado en sanción para ninguna de las fincas por los problemas técnico-jurídicos citados. Además, administrativamente no se puede actuar hasta que la denuncia no sea archivada en un juzgado.
Pese a los escollos, muchos vecinos de Alomartes han unido sus firmas para solicitar que se intervenga en el coto de los duques, para romper con la sensación de impunidad.