Los cebos con veneno matan 64 animales, 10 en peligro de extinción

02:57 IGNACIO WILHELMI
GRANADA. Tres buitres leonados, una especie que la Consejería de Medio Ambiente trata de reintroducir en la provincia de Granada, fueron en 2006 las víctimas ilustres de una práctica tan antigua como dañina. La colocación de cebos envenados acabó el año pasado con 64 animales, de los cuales 10 eran especies protegidas, lo que convirtió a Granada en la provincia andaluza con mayor número de muertes de animales por envenamiento y acumuló casi una cuarta parte de este tipo de sucesos -de un total de 282-, según los datos de la Consejería de Medio Ambiente.

Entre las especies que han muerto a causa de esta práctica destacan, además de perros y gatos domésticos, zorros -el animal más perjudicado con 27 casos-, conejos silvestres, gatos monteses, arrendajos, urracas, jabalíes, tejones, lagartos y los tres buitres leonados.

El fallecimiento de estos animales se debió a los 38 casos de cebos envenenados que los agentes de Medio Ambiente y el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona) han detectado durante 2006 en diversas zonas de la provincia. De ellos, en los análisis que se han efectuado a estos cebos se ha conseguido identificar en 34 ocasiones el veneno que se utilizó y que ocasionó la muerte de los 64 animales.

En total, según los datos de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta, en estos 38 casos en los que se ha localizado la trampa, existían hasta 84 cebos envenenados.

Las zonas de la provincia en la que se han encontrando estos cebos envenenados se extiende por toda Granada, aunque hay algunos municipios en los que esta práctica se demuestra más común. Entre éstas destacan Guadix, Montillana, Castril, Zagra, Íllora, Iznalloz, Alhama de Granada, Huéneja, Orce, Huéscar, Loja o Caniles y, curiosamente, algunos municipios del Área Metropolitana de Granada como Monachil o Alhendín.

También en municipios de la Alpujarra granadina se han localizado cebos envenenados como en Alpujarra de la Sierra o Cádiar, según los datos facilitados por la Consejería de Medio Ambiente.

Febrero, marzo y abril son los meses en los que esta práctica prohibida en los montes andaluces crece de manera considerable mientras que a partir de junio y durante el verano es menos frecuente encontrar cebos envenenados. Así se mantiene, según la estadística elaborada por Medio Ambiente, hasta final de año.

Según el informe de la Junta de Andalucía del año 2006, la detección de veneno en estas fechas coincide con el periodo no hábil para la caza, lo que pone de manifiesto que la práctica ilegal tiene el fin de "eliminar previamente posibles depredadores en los cotos de caza menor" para mejorar las expectativas de capturas cuando se abra la veda. Los picos que se registran durante los meses de agosto y noviembre se deben, según la autoridad medioambiental a la coincidencia "con la época de repoblación de la perdiz.

A pesar de las duras sanciones que la Administración está imponiendo a los cotos de caza por este tipo de prácticas, lo cierto es que los seis primeros meses del pasado año fueron en los que más prácticas de este tipo se registraron desde 2001.