Mitrofan, una nueva víctima de la monarquía borbónica y del capitalismo Putin
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Carlos Martínez
Rebelión
Si el común de los mortales matase a su hermano en un accidente con un revolver, me imagino, que no volvería a tomar un arma de fuego en sus manos. Claro que hablo de una persona normal, pero cuando hablamos de la realeza estamos refiriéndonos a ese tipo de personas que no son normales, esas que están por encima del resto de los mortales, aquellas que por el sólo hecho de ser hijo de su padre tienen garantizada una vida de lujo y emociones que, sin duda, hacen que una tragedia familiar de esta envergadura quede relegada al más profundo olvido.
Los reyes suelen ser aficionados a la caza, especialmente los borbones, por ejemplo Carlos III era muy aficionado a cazar buitres y quiso que fuera retratado por Goya portando su arma con la que mataba a las feas, pero pacíficas, aves carroñeras.
Franco, personaje peligroso por acomplejado, también gustaba de emular a la clase regia masacrando a su pueblo y a su fauna, con lo que conservó, sin solución de continuidad, las rancias costumbres de la monarquía que durante siglos han manejado el destino histórico de la península ibérica y de sus habitantes: personas y otros bichos vivientes.
Al actual Rey de España le gusta la caza, en octubre del año 2004 organizó una batida de osos en Rumanía abatiendo (término que se utiliza como sinónimo de matar pero con menor carga moral) a nueve osos jóvenes, a una osa gestante y a un lobo. Esta matanza causó un escándalo público y mediático en Rumanía, organizándose un debate televisivo en el cual la administración y los cazadores defendieron la batida alegando que en ese país hay un exceso de osos. Uno de los televidentes del exitoso programa preguntó:
-Si tenemos tantos osos, si nos sobran, ¿por qué no los exportamos a España?
-Porque los mataría su Rey -respondió con ironía el periodista Cornel Ivanciuc.
Constitucionalmente, el Rey es irresponsable (Artículo 57), y actúa como tal. No satisfecho de la anterior cacería, el pasado mes de agosto participó en una partida de caza ilegal en Rusia, según denuncia del subdirector del Departamento de Conservación de Terrenos de Caza de Vologda, Sergey Starostin, al gobernador de la región, (quizás este trabajador fue formado en la época de la URSS y todavía no se ha apercibido que vive en un régimen capitalista).
El anterior funcionario describió los hechos como “un acto abominable". “El grupo sacrificó un oso alegre y dócil, de nombre Mitrofan, que vivía en una granja del pueblo de Novlenskoye. El oso fue introducido en una jaula y trasladado al lugar de la cacería. Luego, el grupo lo emborrachó con vodka mezclado con miel y lo empujó al campo. Naturalmente, fue un objetivo fácil. El rey lo mató de un certero disparo”, explica Starostin.
Mitrofan descanse en paz en el paraíso de los plantigrados donde no existan ni reyes ni capitalistas.
Rebelión
Si el común de los mortales matase a su hermano en un accidente con un revolver, me imagino, que no volvería a tomar un arma de fuego en sus manos. Claro que hablo de una persona normal, pero cuando hablamos de la realeza estamos refiriéndonos a ese tipo de personas que no son normales, esas que están por encima del resto de los mortales, aquellas que por el sólo hecho de ser hijo de su padre tienen garantizada una vida de lujo y emociones que, sin duda, hacen que una tragedia familiar de esta envergadura quede relegada al más profundo olvido.
Los reyes suelen ser aficionados a la caza, especialmente los borbones, por ejemplo Carlos III era muy aficionado a cazar buitres y quiso que fuera retratado por Goya portando su arma con la que mataba a las feas, pero pacíficas, aves carroñeras.
Franco, personaje peligroso por acomplejado, también gustaba de emular a la clase regia masacrando a su pueblo y a su fauna, con lo que conservó, sin solución de continuidad, las rancias costumbres de la monarquía que durante siglos han manejado el destino histórico de la península ibérica y de sus habitantes: personas y otros bichos vivientes.
Al actual Rey de España le gusta la caza, en octubre del año 2004 organizó una batida de osos en Rumanía abatiendo (término que se utiliza como sinónimo de matar pero con menor carga moral) a nueve osos jóvenes, a una osa gestante y a un lobo. Esta matanza causó un escándalo público y mediático en Rumanía, organizándose un debate televisivo en el cual la administración y los cazadores defendieron la batida alegando que en ese país hay un exceso de osos. Uno de los televidentes del exitoso programa preguntó:
-Si tenemos tantos osos, si nos sobran, ¿por qué no los exportamos a España?
-Porque los mataría su Rey -respondió con ironía el periodista Cornel Ivanciuc.
Constitucionalmente, el Rey es irresponsable (Artículo 57), y actúa como tal. No satisfecho de la anterior cacería, el pasado mes de agosto participó en una partida de caza ilegal en Rusia, según denuncia del subdirector del Departamento de Conservación de Terrenos de Caza de Vologda, Sergey Starostin, al gobernador de la región, (quizás este trabajador fue formado en la época de la URSS y todavía no se ha apercibido que vive en un régimen capitalista).
El anterior funcionario describió los hechos como “un acto abominable". “El grupo sacrificó un oso alegre y dócil, de nombre Mitrofan, que vivía en una granja del pueblo de Novlenskoye. El oso fue introducido en una jaula y trasladado al lugar de la cacería. Luego, el grupo lo emborrachó con vodka mezclado con miel y lo empujó al campo. Naturalmente, fue un objetivo fácil. El rey lo mató de un certero disparo”, explica Starostin.
Mitrofan descanse en paz en el paraíso de los plantigrados donde no existan ni reyes ni capitalistas.