Opinión. El Ocaso de la Tauromaquia. Fabiola Leyton.
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El ocaso de la tauromaquia El Mercurio Digital.
Escrito por Fabiola Leyton
19-06-2008
El pasado fin de semana, cuatro activistas de Igualdad Animal ingresaron a la arena de la plaza de toros Monumental (Barcelona), mientras el primer toro de la tarde agonizaba y era apuntillado, desplegando carteles que decían "Abolición". Afuera, otros dos activistas de la misma agrupación descolgaban una pancarta gigante que rezaba la palabra "Abolición", en la misma puerta de entrada de la Monumental. Hace un par de semanas, en Bruselas, un grupo de organizaciones defensoras de los derechos animales se manifestaron frente al Parlamento Europeo, para pedir el fin de las subvenciones con dinero público a la tortura de animales. En marzo, la ciudad de Cádiz, ubicada en la taurómaca Andalucía, se vistió de fiesta por la abolición de las corridas de toros, en una gran marcha que congregó a más de 2.000 personas de toda España. Algo está pasando, que cada vez más personas se convencen de que algo huele mal en la brutalidad y salvajada que involucra divertirse con la tortura de un animal... y fomentarlo con dineros públicos... y educar a los niños con la mentalidad de que está bien torturar un animal para disfrutar una tarde de verano...
Una de las peores herencias de la conquista española a Latinoamérica es la tradición que tortura: las corridas de toros. México es un país casi tanto -o más- tauroaficionado que España (al punto que cuentan con la plaza de toros más grande del mundo, la Monumental, que puede albergar hasta 10.000 personas en su interior). Pero otros países de latinoamérica como Venezuela, Ecuador, Perú y Colombia no se quedan atrás en su afición, ni en su gasto de dineros públicos para maltratar animales.
Tampoco se queda atrás España, pues no sólo se divierten a costa de las corridas de toros, sino que también han "reinventado" el sutil arte de la tortura, y en otras fiestas tradicionales los toros son cruelmente vejados: ahí están los "Toros a la Mar" (o "Bous a la Mar") de Denia, donde los astados son corridos y "engañados" para hacerlos caer al mar, desde donde son arrastrados en barcazas hacia afuera; los "Toros embolados" (o "Bous Embolats") que les encienden teas empapadas de combustible y las enganchan en sus cuernos... el toro, aterrorizado -e incluso con el ojo quemado por las chispas y el fuego- debe "cornear" a los mozos que corren frente de él y lo "engañan" haciendo que tropiece y caiga... La galería de los horrores no termina aqui: están también los "Toros Ensogados" o "Enmaromados" (o "Bous Capllaçats") donde los toros son atados desde los cuernos y paseados por las calles del pueblo, mientras los mozos los corren, les tiran de la cola, o, tirando de las cuerdas, les hacen moverse hacia donde la turba quiera. Y también, los mundialmente famosos "San Fermines", donde los mozos corren delante de los toros que, son soltados desde los corrales; y los dirigen hacia la plaza de toros, donde después de ser capeados, son guardados a la espera de ser torturados y muertos, esa misma tarde, en las corridas dentro de la plaza.
La exposición podría seguir con el Toro de Coria, el Toro de la Vega, pero esos merecen una consideración especial por su extremada crueldad.
Esta realidad no se conoce fuera de las fronteras de España. Pero poco a poco, gestos y acciones como los de estas agrupaciones son las que están demostrándole al mundo cómo se divierten las personas aquí, en la civilizada y primera mundista Europa. Es una verguenza que los dineros públicos financien una actividad tan aberrante como la tortura de los animales, una verguenza que existan déficit de dinero en educación pública, en atención a la gente mayor, en infraestructuras comunitarias o soluciones para los discapacitados; y que el dinero se vaya a financiar a 4 ganaderos, a los fantoches de los "toreros" o "matadores" y el resto de habitantes del país se quede así, con el pan y el circo, para pasar las horas muertas de la tarde dominguera.
Es una verguenza que se desoya el llamado de tantas y tantas personas que, reunidas en asociaciones, piden que no se torture a más animales para el divertimento de las personas (no los necesitamos para eso, ni para vestirnos, ni para alimentarnos...), que no se financien más espectáculos decadentes con dineros que servirían para causas más altruistas, que no se eduque a más niños en el fuego fatuo de hacerse famoso y rico torturando animales. Porque si, estimados lectores: las subvenciones también pagan a las "Escuelas de Tauromaquia", donde niños de entre 8 a 12 años acuchillan terneros pequeños y vaquillas jóvenes para aprender a ser un carnicero (o carnicera, como la niña de 10 años de la foto) vestido de lentejuelas...
¿Hasta cuándo tenemos que pedir el fin de la tortura? ¿Por qué tenemos que justificarnos, cuando las imágenes hablan por sí solas? Os dejo aqui con la entrada de los valientes activistas de Igualdad Animal al ruedo, la tortura del toro, las reacciones civilizadas de los "aficionados" y de la policía...
Escrito por Fabiola Leyton
19-06-2008
El pasado fin de semana, cuatro activistas de Igualdad Animal ingresaron a la arena de la plaza de toros Monumental (Barcelona), mientras el primer toro de la tarde agonizaba y era apuntillado, desplegando carteles que decían "Abolición". Afuera, otros dos activistas de la misma agrupación descolgaban una pancarta gigante que rezaba la palabra "Abolición", en la misma puerta de entrada de la Monumental. Hace un par de semanas, en Bruselas, un grupo de organizaciones defensoras de los derechos animales se manifestaron frente al Parlamento Europeo, para pedir el fin de las subvenciones con dinero público a la tortura de animales. En marzo, la ciudad de Cádiz, ubicada en la taurómaca Andalucía, se vistió de fiesta por la abolición de las corridas de toros, en una gran marcha que congregó a más de 2.000 personas de toda España. Algo está pasando, que cada vez más personas se convencen de que algo huele mal en la brutalidad y salvajada que involucra divertirse con la tortura de un animal... y fomentarlo con dineros públicos... y educar a los niños con la mentalidad de que está bien torturar un animal para disfrutar una tarde de verano...
Una de las peores herencias de la conquista española a Latinoamérica es la tradición que tortura: las corridas de toros. México es un país casi tanto -o más- tauroaficionado que España (al punto que cuentan con la plaza de toros más grande del mundo, la Monumental, que puede albergar hasta 10.000 personas en su interior). Pero otros países de latinoamérica como Venezuela, Ecuador, Perú y Colombia no se quedan atrás en su afición, ni en su gasto de dineros públicos para maltratar animales.
Tampoco se queda atrás España, pues no sólo se divierten a costa de las corridas de toros, sino que también han "reinventado" el sutil arte de la tortura, y en otras fiestas tradicionales los toros son cruelmente vejados: ahí están los "Toros a la Mar" (o "Bous a la Mar") de Denia, donde los astados son corridos y "engañados" para hacerlos caer al mar, desde donde son arrastrados en barcazas hacia afuera; los "Toros embolados" (o "Bous Embolats") que les encienden teas empapadas de combustible y las enganchan en sus cuernos... el toro, aterrorizado -e incluso con el ojo quemado por las chispas y el fuego- debe "cornear" a los mozos que corren frente de él y lo "engañan" haciendo que tropiece y caiga... La galería de los horrores no termina aqui: están también los "Toros Ensogados" o "Enmaromados" (o "Bous Capllaçats") donde los toros son atados desde los cuernos y paseados por las calles del pueblo, mientras los mozos los corren, les tiran de la cola, o, tirando de las cuerdas, les hacen moverse hacia donde la turba quiera. Y también, los mundialmente famosos "San Fermines", donde los mozos corren delante de los toros que, son soltados desde los corrales; y los dirigen hacia la plaza de toros, donde después de ser capeados, son guardados a la espera de ser torturados y muertos, esa misma tarde, en las corridas dentro de la plaza.
La exposición podría seguir con el Toro de Coria, el Toro de la Vega, pero esos merecen una consideración especial por su extremada crueldad.
Esta realidad no se conoce fuera de las fronteras de España. Pero poco a poco, gestos y acciones como los de estas agrupaciones son las que están demostrándole al mundo cómo se divierten las personas aquí, en la civilizada y primera mundista Europa. Es una verguenza que los dineros públicos financien una actividad tan aberrante como la tortura de los animales, una verguenza que existan déficit de dinero en educación pública, en atención a la gente mayor, en infraestructuras comunitarias o soluciones para los discapacitados; y que el dinero se vaya a financiar a 4 ganaderos, a los fantoches de los "toreros" o "matadores" y el resto de habitantes del país se quede así, con el pan y el circo, para pasar las horas muertas de la tarde dominguera.
Es una verguenza que se desoya el llamado de tantas y tantas personas que, reunidas en asociaciones, piden que no se torture a más animales para el divertimento de las personas (no los necesitamos para eso, ni para vestirnos, ni para alimentarnos...), que no se financien más espectáculos decadentes con dineros que servirían para causas más altruistas, que no se eduque a más niños en el fuego fatuo de hacerse famoso y rico torturando animales. Porque si, estimados lectores: las subvenciones también pagan a las "Escuelas de Tauromaquia", donde niños de entre 8 a 12 años acuchillan terneros pequeños y vaquillas jóvenes para aprender a ser un carnicero (o carnicera, como la niña de 10 años de la foto) vestido de lentejuelas...
¿Hasta cuándo tenemos que pedir el fin de la tortura? ¿Por qué tenemos que justificarnos, cuando las imágenes hablan por sí solas? Os dejo aqui con la entrada de los valientes activistas de Igualdad Animal al ruedo, la tortura del toro, las reacciones civilizadas de los "aficionados" y de la policía...