Patos, toros y cambios de valores. Opinión. Mª José Pou Amérigo.
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Artículos
Las Provincias, Valencia, 18 septiembre 2008.
Patos, torosy cambios de valores.
- M.ª JOSÉ POU AMÉRIGO
No ha sido sólo en Sagunto, con la suelta de los patos, o en Tordesillas, con el toro de la Vega que muere a lanzadas sino que en otros lugares se está modificando o, al menos, cuestionando, la costumbre de utilizar animales para las fiestas populares.
Hay una diferencia, no obstante, entre matarlo o maltratarlo sin causarle la muerte pero en ambos se da la producción gratuita de daño a un animal, un asunto sobre el que la sociedad ha cambiado su percepción en las últimas décadas.
La evolución de un grupo humano no sólo se da en términos económicos o científicos sino también -y especialmente- en los valores que la sostienen. Eso explica los acalorados debates sobre la familia o la vida.
Sin embargo, hay un terreno en el que la unanimidad es cada vez mayor aunque siempre queden reductos de recalcitrantes. Se trata del respeto al entorno y, en él, el cuidado de los animales. A las plantas aún no les ha llegado la misma consideración y las dejamos morir con mucha más facilidad que a un animal pero se va andando en esa dirección.
Aunque existan discrepancias, la sensibilidad colectiva en relación con los animales ha aumentado, si bien las cifras de abandono indican que todavía queda mucho por hacer. Lo que se ha generalizado de forma amplia es la repulsa del intento por hacer daño a un animal, sobre todo, cuando de ese daño, además, se deriva una diversión colectiva.
Es decir, las polémicas sobre los patos de Sagunto o sobre el toro de Tordesillas responden, en realidad, al normal desajuste que produce un cambio social hasta que este se consolida. En esas fiestas y los debates que generan asistimos a la crisis propia de una transformación, en este caso, de valores sobre el que, a menudo, no reflexionamos. Llegamos incluso a atribuirlo al empeño de determinados grupos. No es así. La presencia pública de estos grupos es señal, por el contrario, de que existe sensibilidad social.
Patos, torosy cambios de valores.
- M.ª JOSÉ POU AMÉRIGO
No ha sido sólo en Sagunto, con la suelta de los patos, o en Tordesillas, con el toro de la Vega que muere a lanzadas sino que en otros lugares se está modificando o, al menos, cuestionando, la costumbre de utilizar animales para las fiestas populares.
Hay una diferencia, no obstante, entre matarlo o maltratarlo sin causarle la muerte pero en ambos se da la producción gratuita de daño a un animal, un asunto sobre el que la sociedad ha cambiado su percepción en las últimas décadas.
La evolución de un grupo humano no sólo se da en términos económicos o científicos sino también -y especialmente- en los valores que la sostienen. Eso explica los acalorados debates sobre la familia o la vida.
Sin embargo, hay un terreno en el que la unanimidad es cada vez mayor aunque siempre queden reductos de recalcitrantes. Se trata del respeto al entorno y, en él, el cuidado de los animales. A las plantas aún no les ha llegado la misma consideración y las dejamos morir con mucha más facilidad que a un animal pero se va andando en esa dirección.
Aunque existan discrepancias, la sensibilidad colectiva en relación con los animales ha aumentado, si bien las cifras de abandono indican que todavía queda mucho por hacer. Lo que se ha generalizado de forma amplia es la repulsa del intento por hacer daño a un animal, sobre todo, cuando de ese daño, además, se deriva una diversión colectiva.
Es decir, las polémicas sobre los patos de Sagunto o sobre el toro de Tordesillas responden, en realidad, al normal desajuste que produce un cambio social hasta que este se consolida. En esas fiestas y los debates que generan asistimos a la crisis propia de una transformación, en este caso, de valores sobre el que, a menudo, no reflexionamos. Llegamos incluso a atribuirlo al empeño de determinados grupos. No es así. La presencia pública de estos grupos es señal, por el contrario, de que existe sensibilidad social.