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El toro bravo es una ruina
El exceso de la oferta y la desunión del sector ganadero hunden los precios
ANTONIO LORCA - .Sevilla - 31/01/2008

La cría del toro bravo es un mal negocio. Los precios de venta se mantienen desde hace muchos años, mientras no han cesado las subidas de todos los costes fijos que intervienen en la producción, desde la alimentación de los animales a los salarios del personal laboral. La raíz del problema parece radicar en una oferta excesiva -actualmente, son más de 1.100 las ganaderías españolas-, en la desunión de los ganaderos -están agrupados en cuatro asociaciones con escasas relaciones entre sí-, y en que muchos de los propietarios de toros no pretenden obtener beneficio económico, sino "la renta del disfrute", como la califica Pablo Campos, economista ambiental; invierten en un lujo no para vivir, sino para gozar. Ese disfrute alcanza también a algo tan humano como la vanidad. Muchos nuevos propietarios acceden a la ganadería brava con el sueño de que sus nombres figuren en carteles de postín. No les importa perder.

En consecuencia, el toro bravo es una ruina, lo que no significa que todos los ganaderos estén arruinados. Bien es cierto que sólo unos pocos gozan del favor de los toreros de postín, que exigen lidiar sus toros, lo que, inevitablemente, hace subir el precio de las corridas; y el resto, la mayoría, compensa las pérdidas con inversiones en otros productos ganaderos o sectores diversos.

Esta compleja situación cuenta con unos beneficiados de lujo, los empresarios de las plazas de toros, que sólo se ven obligados a pagar precios altos cuando las figuras imponen sus ganaderías predilectas.

De modo orientativo, se puede afirmar que, en el caso de las ganaderías más conocidas y apetecidas por los toreros, una corrida para una plaza de tercera categoría estaría entre los 24.000 y 30.000 euros; para las plazas de segunda entre 42.000 y 48.000 euros, y para las de primera, entre 78.000 y 90.000 euros. No obstante, el precio medio podría establecerse entre 25.000 y 28.000 euros, y se pueden comprar corridas por 15.000 euros y hasta por poco más de 9.000 euros. Este punto es llamativo porque criar un toro de cuatro años cuesta entre 4.000 y 4.500 euros.

Eduardo Martín Peñato, presidente de la Asociación de Ganaderías de Lidia, afirma que "esto es una ruina absoluta, porque, a pesar de la evolución de los costes, los precios de los toros están por debajo de hace veinte años". Insiste en que la rentabilidad de la ganadería es cero para la inmensa mayoría de los ganaderos, y que el coste del ganado sólo representa el 5 por ciento del negocio taurino. Considera que el mercado taurino ofrece rentabilidades muy aceptables, pero que son los ganaderos los que se han situado fuera del mismo por su desunión.

El titular de la ganadería Sotillo Gutiérrez, Juan José Rueda, perteneciente a la Unión de Criadores de Toros de Lidia, está de acuerdo en que este negocio es rentable sólo para unos pocos; y ello a pesar de las subvenciones comunitarias al ganado bovino de producción extensiva, que alcanzan los 224,15 euros por vaca nodriza y año. Opina Rueda que el mercado es irregular y está mal controlado, -"padece un desequilibrio manifiesto, pues la oferta es muy superior a la demanda"-, lo que permite que el comprador pueda elegir al precio que quiera. "Si en el año 1984 una corrida media costaba 16.200 euros, -concluye-, hoy debería costar 50.000 euros".

Alvaro Núñez del Cuvillo dice sufrir en sus carnes esta situación y culpa de ello al sector ganadero "porque hay muchos que no son profesionales y les da igual bajar los precios", afirma. Su caso es especial porque, aunque su ganadería es una de las predilectas de las figuras, no estará este año en la Feria de Abril de Sevilla porque la empresa no le ha aceptado un aumento del precio y se remite a lo que se pagaba en los años 1994, 1995 y 1996. Aunque el ganadero prefiere "por elegancia" no hablar de cifras, parece que la oferta de la empresa Pagés estaba en 81.000 euros.

"Las buenas son caras"; dice el empresario José Cutiño, refiriéndose a las corridas de toros que compra para sus plazas de Olivenza, Badajoz, Zafra y Mérida. Reconoce, sin embargo, que los empresarios tienen la suerte "de que hay tantas ganaderías, que siempre hay dónde elegir". El presupuesto tipo de los festejos que organiza ronda los 180.000 euros, y "cada año disminuyen los beneficios porque los toreros quieren cobrar más".

Por último, el veterinario Juan Bilbao vuelve a poner el dedo en la llaga: "Los que distorsionan el mercado son los ganaderos que no viven de los toros, y no les importa perder dinero con tal de figurar en los carteles". Y añade que la ganadería brava exige un personal cualificado y está sufriendo las consecuencias de las altas subidas de los piensos: el trigo ha pasado de 0,14 euros a 0,27 el kilo; las habas, de 0,16 a 0,42; el maíz llega a costar 0,25 euros, y la cebada, 0,24. "Un auténtico disparate", concluye Bilbao.



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