Políticos contemplando tortura de animales
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ABC.esEd. ImpresaPersonalizar Ed. Sevilla Boletín Viernes, 26 de mayo de 2006 » archivoRegistro | Mapa web
Portada > Córdoba > Córdoba LOS TENDIDOS: Marmolillos
POR RAFAEL A. AGUILAR
Desde los cafés en los se aprende de la lidia más que desde la barrera se vio entrar a la plaza a Cayetano Martínez de Irujo, que asistió al festejo en el callejón junto al delegado de Presidencia, Alfonso Igualada. La representación del Ayuntamiento se completó con la alcaldesa, Rosa Aguilar, y el concejal de Ferias y Festejos, Marcelino Ferrero, que lució un vistoso sombrero cordobés.
Entre los delegados de la Junta de Andalucía que presenciaron la corrida se encontraron, además de Antonio Márquez, las responsables de Salud, María Isabel Baena; Cultura, Mercedes Mudarra; Educación, Lola Alonso; y Economía y Hacienda, Purificación Muñoz. El ex presidente de Cajasur, Miguel Castillejo, siguió la lidia junto a Jesús López Raya desde los tendidos, donde también se vio al presidente provincial del PP, José Antonio Nieto; y al vicepresidente de Cajasur, Salvador Blanco.
LA plaza hasta arriba, los toreros a su altura, la afición con ganas... y de los toros mejor no hablamos». A la hora de dejar los tendidos, un señor con puro y guayabera resumía con esta frase la corrida de ayer, después de haberse dejado setenta euros en una localidad de sombra desde la que -al menos- tuvo una perspectiva inmejorable del triste espectáculo que dieron los morlacos en Los Califas. No hubo de esperar mucho el respetable para constatar que el encierro se había convertido en una encerrona hasta para los diestros, que se ganaron los elogios del público (Ponce, sobre todo Ponce, pero también Finito y Morante, por ese orden) por su buena voluntad ante unos animales que, en su mayoría, no fueron merecedores del cartel del jueves de Feria. Porque con el primer enemigo del matador valenciano ya quedó al descubierto el despropósito, y hasta el los más novatos entre quienes ocupaban el graderío auguraron una tarde gris, triste, aburrida.
«Marmolillo; si éste no sirve ni para una capea», se escuchó en los tendidos después de que, en el tercio de banderillas, el maestro levantino le hiciera un gesto a su apoderado desde el burladero como diciéndole: «Y qué hago yo con esto». La palabra «fraude» prendió entonces entre los vomitorios, igual que en el tercero de la tarde -al que los subalternos de Morante tuvieron que levantarlo del albero por el rabo- y en el sexto -que la afición devolvió a los corrales a almohadillazo limpio-.
El brillo discreto de Finito, la entrega y el tesón de Ponce -un profesional-, y una serie de verónicas de Morante calmaron en parte el enfado del respetable, pero no pudieron, ni mucho menos, con la sensación de que la de ayer fue una tarde en balde. Y eso que la cosa prometía, con los alrededores del Coso de los Califas bien concurridos desde las seis y media.
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POR RAFAEL A. AGUILAR
Desde los cafés en los se aprende de la lidia más que desde la barrera se vio entrar a la plaza a Cayetano Martínez de Irujo, que asistió al festejo en el callejón junto al delegado de Presidencia, Alfonso Igualada. La representación del Ayuntamiento se completó con la alcaldesa, Rosa Aguilar, y el concejal de Ferias y Festejos, Marcelino Ferrero, que lució un vistoso sombrero cordobés.
Entre los delegados de la Junta de Andalucía que presenciaron la corrida se encontraron, además de Antonio Márquez, las responsables de Salud, María Isabel Baena; Cultura, Mercedes Mudarra; Educación, Lola Alonso; y Economía y Hacienda, Purificación Muñoz. El ex presidente de Cajasur, Miguel Castillejo, siguió la lidia junto a Jesús López Raya desde los tendidos, donde también se vio al presidente provincial del PP, José Antonio Nieto; y al vicepresidente de Cajasur, Salvador Blanco.
LA plaza hasta arriba, los toreros a su altura, la afición con ganas... y de los toros mejor no hablamos». A la hora de dejar los tendidos, un señor con puro y guayabera resumía con esta frase la corrida de ayer, después de haberse dejado setenta euros en una localidad de sombra desde la que -al menos- tuvo una perspectiva inmejorable del triste espectáculo que dieron los morlacos en Los Califas. No hubo de esperar mucho el respetable para constatar que el encierro se había convertido en una encerrona hasta para los diestros, que se ganaron los elogios del público (Ponce, sobre todo Ponce, pero también Finito y Morante, por ese orden) por su buena voluntad ante unos animales que, en su mayoría, no fueron merecedores del cartel del jueves de Feria. Porque con el primer enemigo del matador valenciano ya quedó al descubierto el despropósito, y hasta el los más novatos entre quienes ocupaban el graderío auguraron una tarde gris, triste, aburrida.
«Marmolillo; si éste no sirve ni para una capea», se escuchó en los tendidos después de que, en el tercio de banderillas, el maestro levantino le hiciera un gesto a su apoderado desde el burladero como diciéndole: «Y qué hago yo con esto». La palabra «fraude» prendió entonces entre los vomitorios, igual que en el tercero de la tarde -al que los subalternos de Morante tuvieron que levantarlo del albero por el rabo- y en el sexto -que la afición devolvió a los corrales a almohadillazo limpio-.
El brillo discreto de Finito, la entrega y el tesón de Ponce -un profesional-, y una serie de verónicas de Morante calmaron en parte el enfado del respetable, pero no pudieron, ni mucho menos, con la sensación de que la de ayer fue una tarde en balde. Y eso que la cosa prometía, con los alrededores del Coso de los Califas bien concurridos desde las seis y media.