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Presidente Zapatero, te invito al Toro Alanceado. Opinión.

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Kaosenlared, 8 de septiembre de 2009
Presidente Zapatero, te invito al Toro Alanceado.
Ya lo sé José Luis, eres mi Presidente, pero no creas que el que en esta carta te dispense un trato casi familiar y me atreva a tutearte obedece a una falta de respeto, que líbreme la vergüenza, no la torera, la otra, la real, de cometer tal grosería. Lo que pasa es que quiero rogarte que acudamos juntos a una celebración, así que como el propósito de estas líneas derrocha alegría y solaz, prefiero derribar momentáneamente etiquetas y formalismos para que nos sintamos más cómodos y disfrutemos del espectáculo.
Ya que se trata de pasar un buen rato, cortito, como todo lo bueno – es curioso lo eterno que se le antojará ese mismo tiempo a un tal Moscatel – lo adecuado es que por unos instantes tú dejes de ser Excelentísimo y yo, que no tengo ningún superlativo asociado a mi nombre, continúe siendo quien soy pero eso sí, compartiendo ambos el orgullo de ser testigos de esa España que cuando entramos en la U.E. se dijo que estaba enterrada en el NODO, pero no Compañero, no es así, las imágenes vas a contemplar si vienes serán en blanco y negro, más negro que blanco. Concédeme pues el honor de hacerte de Cicerone entre las tinieblas de razón y las sombras del corazón que emergen de esta tierra ibérica, una oscuridad moral que todas las bombillas de colores anunciadores de jornadas festivas no lograrán romper.

Trata de hacer un hueco en tu agenda, tan exuberante de economía y tan vacía de compasión, y acompáñame a Tordesillas el 15 de Septiembre a las 11 de la mañana, que allí vamos a regocijarnos con una tradición que desarrollan año tras año con motivo de las fiestas en honor a su Patrona, la Virgen de la Peña, una Divina Dama que, posiblemente, se hubiera convertido al Brahmanismo de haber sabido de las cruentas fechorías que bajo su advocación iban a tener lugar. Ese rito se llama el Toro de la Vega y en contra de lo que pueda parecer, no transcurre en alguna tribu salvaje del África Negra, qué va, es aquí, en España, en nuestra Nación, esa que tú presides y de la que yo, a veces, me siento tan avergonzado.

Imagino que sabes de qué te estoy hablando, a pesar de que en lo que a este asunto y similares se refiere, siempre haces como que no va contigo la cosa, como si fuese algo ajeno a ti y a tu gestión. Por si acáso te ilustro: consiste en soltar a un toro por el campo y perseguirlo, a pie o a caballo, lanza en ristre y tratando por todos los medios de hundírsela en el cuerpo. Hay hasta incentivos porque quien lo mata, se lleva premio, pero no creas que la cosa es tan sencilla, a pesar de tener las vísceras destrozadas y de sus numerosas hemorragias, hay veces que se empeña en no morir y claro, su tozudez obliga a seguir alanceándolo. Lo bueno de esa circunstancia es que alarga el asunto con gran satisfacción de los participantes.


Como verás, es toda una exaltación popular del primitivismo esto del Toro de la Vega, al que le han puesto un nombre más propio de un vino con denominación de origen que de lo que ciertamente es, una sangría; también se conoce como el Toro Alanceado de Tordesillas fuera de los círculos de sus adeptos, y es que mientras éstos quieren maquillar semánticamente lo que la cuestión tiene de dantesco pensando que la ignorancia colectiva es la mejor garantía para su continuidad, los que no lo interpretamos como manifestación cultural sino como brutalidad sin paliativos, preferimos escoger una descripción más realista.

Ven, que allí encontrarás sensaciones para estimular tus cinco sentidos. No es un festejo cualquiera limitado a la música de los cachivaches y al olor de las rosquillas fritas, en ese “Campo del Torneo” tu plenitud espiritual será total y alimentarás tu conciencia con el mismo pan que le das al Pueblo. Podrás contemplar cómo cientos de hombres martirizan a un animal y observar con detalles las características de cada una de sus heridas. Tu olfato se deleitará con el aroma de las exudaciones de todos esos caballeros, el sudor del esfuerzo y de la hombría, porque según ellos es muestra de valentía y de dignidad participar como torneante, lo que quiere decir, más o menos, cientos de individuos armados contra un solo toro indefenso y aterrorizado. No faltará el sabor del polvo en tu boca, levantado en la huida desesperada e inútil del animal y en la carrera de sus enfervorecidos perseguidores. Tus oídos percibirán los sordos gemidos que denotan el padecimiento del toro y el escalofriante sonido de sus estertores agónicos, eso si no los ahogan los alaridos cavernarios de satisfacción ante ese trance proferidos por gargantas ¿humanas?. Hasta tu tacto, José Luis, quedará satisfecho, pues si te apetece podrás introducir tu mano en los agujeros practicados por las lanzas y empaparla en la sangre, para que cada vez que te la mires la recuerdes.


Camina a mi lado por esa Vega del Duero escenario de la cobardía y de la crueldad llevadas al límite, pisa la tierra en la que año tras año, yacen los cadáveres despedazados de los animales que allí son asesinados porque los políticos lo permitís y lo subvencionáis; conoce de primera mano estos episodios que tienen lugar en la España que tú gobiernas, asume el hecho de que gracias a vuestras leyes, la tortura de criaturas tan susceptibles de sentir dolor como un taxista o un ministro, es un modelo de conducta para adultos y niños, y lo cierto es que vosotros, que os decís garantes de los derechos, de las libertades y de la justicia, así como de la protección especial a los más débiles, parecéis muy orgullosos de que las penurias causadas a un animal en un acto lúdico, formen parte del acervo de este País.

Y de paso, comprueba cómo los ciudadanos que participan en esas actividades despreciables e inmorales, empiezan a no tener el menor reparo en agredir a los que alzan su voz contra el maltrato. De momento, además de ser vosotros, los políticos, los responsables de tanto sufrimiento infligido a los animales, lo sois en última instancia de cada muerto en un encierro; veremos si cualquier día no se suma a esa lista un manifestante fallecido a manos de un taurino enfurecido. A ver qué sucede dos jornadas antes, el día 13, cuando en Tordesillas y en Valladolid, se congreguen manifestantes llegados de toda España. Por cierto, que también te invitaría a esta protesta, pero ya sé que eso lo verías como un suicidio político José Luis, tú prefieres seguir escondiéndote tras del burladero del silencio cuando te explican que cerca del 80% de los ciudadanos están en contra de las corridas, que les repugne el Toro Alanceado hay bastantes más. Ignoro tu opinión personal pero tu continuo desentendimiento, te acerca más al espíritu bárbaro de los lanceros que al de esa Sociedad asqueada por tanta crueldad y atónita al ver como la vendemos dentro y la exportamos fuera como arte y cultura.

Acude a Tordesillas amigo Zapatero y trae contigo las alforjas políticas tan llenas ya de crímenes cometidos con los animales, que todavía tiene que haber sitio para algunos más, el día 15 meterás en ella a Moscatel. No olvides tampoco otra cuya carga aumenta día a día, la de aquellos hombres que son víctimas mortales de “accidentes” durante festejos taurinos y por último, hazte por si acáso con otra nueva que en cualquier momento tendrás que estrenarla, una en la que guardarás el nombre de algún asesinado por llevar una camiseta en la que ponga “Tauromaquia Abolición” y por gritar en contra de la tortura de animales. Camino de eso llevamos, consulta en los diarios de las últimas semanas toponímicos como Galápagos o Ampuero y comprenderás de qué te hablo.

Pero esto tampoco parece inquietaros lo más mínimo a los políticos. Como siempre, reaccionaréis tarde y mal, teniendo que emitir un comunicado oficial de condena por la agresión fatal, que es lo mismo que el reconocimiento público de no haber cumplido con vuestra obligación a tiempo. Un pésame, una llamada a la calma, una promesa de castigar al culpable y vuelta a lo mismo, ¿verdad?. Querido Presidente, esas negligencias a algunos les cuestan el puesto de trabajo y hasta la imposición de una pena, hay que ver como en vuestro caso, os supone a lo sumo una comparecencia de prensa.

Vamos amigo mío, a tierras vallisoletanas que nos espera el folclore español, las señas de identidad de un Pueblo, como dicen los del Patronato del Toro de la Vega, con carácter de sagradas e inamovibles pese a quien pese. Creo que un puñado de energúmenos – ellos se autodenominan “Caballeros torneantes” – te tienen asustadito José Luis. Y no me digas que el Gobierno de Castilla y León o el de Tordesillas no pertenecen a tu Grupo Político; tú eres el Presidente de España, el País donde sigue siendo legal hundirle lanzas en el cuerpo a un toro tantas veces como sea capaz de soportar antes de morir. Creo que es tu deber moral ser testigo de aquello que no demuestras el menor interés en prohibir, y es que ni tan siquiera se ha molestado tu Formación en trasladar el debate a la Cámara. Y repito, no me vale la disculpa de que allí mandan los otros, porque supongo que no te quedarías de brazos cruzados ante la legitimidad de violaciones de mujeres en un Ayuntamiento conservador o frente a la de linchamientos humanos en otro de izquierdas, alegando que no es competencia tuya, ¿no es cierto?.

¿Cuento entonces contigo para ese día Presidente?. O tal vez tienes que hacerte la foto en algún foro cultural europeo representando a España. Si es así y acáso te preguntan, recuerda que Tordesillas, Medinaceli, Benavente, Algemesí o Galápagos, entre otros muchos ayuntamientos en los que un alcalde aprueba presupuestos destinados a martirizar a un animal, también están en este País. No vaya a ser que en un lapsus involuntario, se te olvide que somos la única nación europea en la que sigue siendo legal alancear a un toro, atropellarlo con excavadoras, incitarle a que se tire al mar, emborracharlo con aguardiente, embolar sus cuernos con fuego o arrastrarlo por las calles con una soga. Pero bueno, nada que pueda asombrarnos cuando todos los años, el Consejo de Ministros de turno, le concede a algún torero la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.




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