Primeras Jornadas de Derecho Animal en el Día Mundial del Medio Ambiente.
La Verdad.es, 12 junio 2013
El pasado mes de febrero saltó la noticia: el Seprona desmanteló un albergue ilegal de perros. La denominada 'Operación Rehala' llamó la atención de todo el país, puesto que se trataba de unas instalaciones de poco más de 1.000 metros cuadrados, situadas en una zona rural de Bullas, en las que se alojaban alrededor de 120 perros de diferentes edades y razas, aunque en su mayoría animales que se emplean para la caza, como galgos, podencos, pachones y bretones, entre otros. La mayoría presentaba un aspecto esquelético, debido a que se alimentaban únicamente a base de patatas fritas y no tenían acceso a agua.
El terreno tenía dos fosas excavadas que servían como depósito para los canes que iban falleciendo. Incluso, algunos de los cadáveres, que no habían sido aún arrojados a ninguna, estaban siendo devorados por otros perros en el interior del albergue.
Se trató de un caso que sirvió para mostrar la realidad que viven muchas de las razas utilizadas para la caza en España, puesto que esta actividad se ha convertido en uno de los principales motivos del abandono de estos animales, además de que ocasiona los casos de maltrato más crueles y escalofriantes, como el ahorcamiento de galgos y setters o la tenencia en condiciones pésimas de decenas de perros.
Las jornadas contaron con ponentes como la escritora y periodista Ruth Toledano; el director de la Fundación Franz Weber, Leonardo Anselmi, uno de los máximos responsables de la prohibición de las corridas de toros en Cataluña; el director de la Cátedra Fundación Affinity Animales y Salud, Jaume Fatjó, y el senador y vicepresidente de Iniciativa Per Catalunya-Verds (ICV), Jordi Guillot.
En las distintas conferencias se trataron temas como el respeto de los niños y los jóvenes hacia los animales; el marco legal de los espectáculos taurinos; la importancia de la esterilización; la responsabilidad política; los aspectos éticos y criminológicos en el maltrato, o la vida en los océanos.
El fundador de la Asociación protectora del Setter y los perros abandonados por la caza, Pro-Setter, Alejandro Pérez Argomániz, ofreció la ponencia 'El impacto de la caza sobre el abandono', en la que explicó aspectos diversos relacionados con este cuestión, como la evolución de los canes «desde los orígenes como compañeros de trabajo en los albores de la sociedad hasta su instrumentalización y cosificación», para denominarlos 'de caza' en la actualidad.
Pérez Argomániz estuvo acompañado por la cofundadora y presidenta de la asociación, Lidia Garrido, quien expuso que los principales motivos que los cazadores utilizan para justificar el abandono de sus perros son «que ya no les valen para cazar, ha finalizado la temporada, tienen demasiados y necesitan deshacerse de alguno, no les sirven para criar, tienen algún defecto congénito… Cualquier excusa es buena».
Garrido también destaca que la caza no distingue de razas. «Les da lo mismo un setter, pointer, braco, bretón, podenco, galgo o sabueso». No obstante, los galgos son más propios de la Región de Murcia y la zona de Levante, por el tipo de fauna que se caza habitualmente (conejo, perdiz y codorniz), lo que se traduce en su mayor presencia en las perreras. En el Norte de España, en cambio, el setter es el más abandonado. La principal presa en esta zona es un ave, la becada.
Cazadores, en familia
Cada año, una vez finalizada la temporada de caza, se multiplica el número de perros que son abandonados a su suerte, en el mejor de los casos, o que directamente son sacrificados por sus dueños. «La mayoría de estos animales se mantienen en condiciones pésimas y su vida se puede considerar auténticamente miserable, puesto que la obediencia se consigue tras reiteradas palizas», alerta Pérez Argomániz, quien apunta que también hay cazadores que cuidan y respetan a sus perros, que conviven con ellos diariamente en familia. No obstante, asegura que la postura de Pro-Setter es de total rechazo a la actividad de la caza, puesto que consideran que «es una forma de maltrato y de falta de respeto por la vida, además de anacrónica e innecesaria en los tiempos que corren».
Durante su ponencia, argumentó que el origen del problema del abandono es «la falta de una educación apropiada». Y explica que el perro es un animal que por naturaleza es social, por lo que tiene que vivir en grupo. Sin embargo, «la mayoría de los que son empleados habitualmente en la caza se encuentran en un estado de confinamiento. Se pasan durante toda la semana encerrados y solo tienen cierta libertad los días propios de cacería, es decir, los sábados o domingos». Por tanto, analiza Pérez Argomániz, no tienen apenas relación con el propietario. «No puedes esperar una repuesta positiva de un perro que no te conoce», apuntó.
Además, «muchos son maltratados y mal alimentados, lo que influye en que la reacción del animal no sea, evidentemente, la que espera el cazador»: que localice la presa, la recoja, la lleve ante él y la suelte.
En este sentido, recuerda que, aunque muchas razas son cazadoras por naturaleza, necesitan un adiestramiento específico, y destaca que quizás «el problema no es que los perros no sirvan al cazador para la caza, como muchas veces argumentan, sino que son ellos los que no valen para enseñar a sus perros».