San Isidro matador

15 de mayo.- ATENCIÓN: El blog de hoy contiene lenguaje explícito. Frases malsonantes que pueden herir la sensibilidad de torturadores de animales, esbirros de Esperanza Aguirre, defensores de las tradiciones ancestrales —como tirar una cabra desde el campanario—, programadores de Canal + y de la televisión castellanomanchega y, por supuesto, padres de niños toreros.





Éste de hoy es el blog antitaurino de cada año. Y lo es por la festividad de la jornada, San Isidro, y su corrida 'interruptus': Telemadrid no podrá emitirla por una nueva huelga de trabajadores. También lo es por la película matutina de TVE2, 'Sangre en el ruedo'. Y por el resto de retransmisiones taurinas, espectáculos medievales capaces de provocarme una desazón sólo comparable a las imágenes de los atentados terroristas en Irak. Sangre fácil, que dirían los hermanos Cohen.

En el impresentable 'En Antena' (Antena 3) entrevistan al padre de un tal Jairo Miguel, niño de 14 años corneado gravemente mientras toreaba en la plaza de Aguascalientes (México). Despreciando los razonamientos de Javier Urra (psicólogo de la fiscalía de menores), el padre dice: "Mi hijo es más feliz que el 90% de sus amiguitos del colegio". Mientras el progenitor está de gira por las televisiones para convencernos de que su hijo es un chaval normal y corriente, Jairo Miguel se recupera de una cornada en la que el pitón le entró por el abdomen, afectándole al hígado y dos costillas, y perforándole el pulmón izquierdo. El cuerno pasó a dos centímetros del corazón y la aorta. "Estuvo a dos centímetros de la muerte", aseguró el médico que le atendió.

Hay amores que matan. Las corridas de toros son un espectáculo televisivo moribundo. Su último refugio son las cadenas que cuestan dinero: Canal + y las públicas, especialmente aquellas del centro y sur de la península. Según un estudio del pasado año, los toros son abiertamente rechazados por los televidentes de Cataluña, Galicia, Valencia y Euskadi. Y los costes que supone cubrir una corrida difícilmente compensan su retransmisión. Seguramente por eso las privadas han limitado la presencia taurina a las cornadas graves —destinadas a alimentar sus sensacionalistas informativos— y a los zappings. 'El Buscador' (Telecinco), ejemplo perfecto de televisión basura, llega a pagar a los telespectadores que envíen imágenes de cogidas que se produzcan en cualquier tipo de espectáculo taurino.

Los toros, apacibles herbívoros que se limitan a defenderse cuando se sienten acosados, heridos o amenazados, no merecen esto. Ni planteamientos simplistas como los que seguramente leeremos en el foro: "Sin corridas, se extinguirían los toros y se morirían las dehesas", "No sienten dolor durante la lidia, han nacido para morir en el ruedo" o "en la plaza tienen su oportunidad, en el matadero no", escupirá algún demagogo.

Los toros, como el resto de seres vivos, no merecen ser torturados. Jeremy Bentham, filósofo inglés padre del utilitarismo, una ética basada en disfrutar de la vida, en gozar de cada momento y rechazar el sacrificio y el sufrimiento, resumió todo lo que pienso sobre las corridas de toros en una escueta y demoledora frase: "No importa si ellos pueden razonar; no interesa si ellos pueden hablar; lo que es importante es que ellos pueden SUFRIR".

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