Sobre el cartel taurino maestrante
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Artículos
EN EL BANQUILLO
POR J. FÉLIX MACHUCA
ALFONSO GUAJARDO-FAJARDO
Entre los aficionados al toro y los amantes del arte se porfía, con diversidad de opiniones y algún que otro pito, el cartel que para la Feria de abril le encargó la Maestranza al pintor Miquel Barceló. Un cartel que se debate entre la valentía y el bajonazo
Cargo
Se acusa a Alfonso Guajardo-Fajardo, teniente Hermano Mayor de la Real Maestranza, de ser el responsable de la faena más inolvidable protagonizada por la respetable institución que preside: encargarle el cartel de la Feria taurina sevillana a un tipo que desprecia el mundo del toro.
Fiscal
El mundo al revés. Los pajaritos disparándole a las escopetas. O Lopera presidiendo una de sus juntas de accionistas con la camiseta del Sevilla. Eso es lo que ha hecho usted, señor Guajardo-Fajardo, con el cartel de toros de feria de este año. Encargarle a un enemigo de la fiesta un canto plástico de la misma. No se le ocurre ni al que asó la manteca. ¿Usted me ve encargándole un ensayo a Pilar Rahola para que englorie las virtudes superiores del macho en una sociedad igualitaria? ¿Sería normal que Telefónica rescatara al Cojo Manteca como logotipo de sus nuevas cabinas?
Así tiene usted a la ciudad. Embistiendo al primero que se mueve. La gente está embistiendo por las esquinas. Y derrotando en tablas cada vez que se le insinúa algo del cartel. Es normal. Por muy buen pintor que dicen que es Miquel Barceló. Por muy grandísimo artista que digan que es el mallorquín. Pero el cartel es un churrete. Aquí hablas del cartel y lo mínimo que te dicen es que parece un pollo de feria al pincho. Un pollo de esos que dan vueltas y vueltas y vueltas en la Feria con más polvo en lo alto que la alfombra de Amilcar El Barca. Estéticamente es el dibujo desgraciado de un niño sin maña, con más mano para la play que para el dibujo.
Yo estoy seguro que si el cartel se le encarga a uno de esos antitaurinos que, en pelotas picadas, se manifiestan en Pamplona durante los sanfermines, no le sale tan crítico y adverso como este. Pero ya no hay remedio. El cartel está en la calle y en los estómagos de los aficionados. Una plaza como la de Sevilla no se merece un error tan mayúsculo como este. Es posible que el señor Guajardo-Fajardo nos acaba de descubrir su inmensa capacidad como curator artístico. Pero, por favor, en Sevilla, si tiene que encargar un cartel más que lo haga para la cola de toro de Casa Robles, pero no para la Maestranza. Pido su condena más contundente.
Defensa
Nunca antes en menos tiempo se habían dicho tantas barbaridades como las que usted acaba de firmar. ¿Quién le ha dicho a usted que Miquel Barceló es un antitaurino? ¿Quién le ha convencido a usted, señor fiscal, de que el artista es miembro destacado del ejército de liberación del toro bravo? Esplá tuvo una interesantísima conversación con el artista. Precisamente sobre la necesidad del sacrificio del toro. Barceló le dijo que no había visto nada más patético que una corrida portuguesa, donde el toro se marchaba vivo al corral, sin culminar el rito que lo mitifica: su muerte en la plaza. Cuidado, fiscal, con las cervezas sin alcohol...
El encargo realizado por mí defendido a un artista de la talla de Barceló aún está por entender. Y entender de arte en esta ciudad que no logra dejar atrás el costumbrismo decimonónico y el cuadro de la virgen de su hermandad en la repisita del pasillo de entrada a su casa, no es cosa fácil. Si aquí, señor fiscal, se hiciera un informe PISA sobre los gustos plásticos locales, le aseguro que no se pasaba de la pasión por las latas de membrillos de Puente Genil y algunas estampas-almanaques de determinadas cajas de mantecados.
Está por valorar aún en su real dimensión el cartel de este año de la Maestranza. Porque en esta ciudad, capital de Andalucía, con un centro de arte contemporáneo que cuesta lo suyo, con bienales de arte de vanguardia y con una consejería que supuestamente se mueve entre la modernidad y la tradición, quien quiera ver un Barceló tiene que ir por huevos a la flamenca a la casa de la Maestranza. A ese epicentro del conservadurismo más aristocrático que tiene la ciudad, según los ultramodernos del arte subvencionado. A ver a Barceló a la Maestranza. Y a callar.
Y a callar todos los que dicen, como usted, que el cartel es un pollo de Feria, un pollo al pincho. Del pincho de la gandinga colgaría yo los gustos de más de uno, señor fiscal. Solo en esta tierra donde tiene más importancia el respetable que el respeto puede decirse que este artista es un pintamonas. ¿Puede serlo el primer artista vivo contemporáneo que cuelga en el Louvre? ¿Puede serlo un tipo que es Premio Príncipe de Asturias de las Artes? ¿Puede serlo este mago del concepto y la abstracción que ha sido capaz de traernos la magia de Africa bailando en su paleta? ¿Puede ser un pintor de brocha gorda un tipo que levanta su obra sobre los cimientos de Miró, Jackson Pollock, Tapies y el Art Brut?
Mire, fiscal, no le digo que se tire de la moto porque me quedo sin sección. Pero es para pedirle eso: tírese de la moto y a ver si con el golpe se recupera. El señor Guajardo-Fajardo no solo no es culpable. Sino que su inocencia llega al extremo de proponer un arte excelso para un respetable sin seso como el sevillano.
POR J. FÉLIX MACHUCA
ALFONSO GUAJARDO-FAJARDO
Entre los aficionados al toro y los amantes del arte se porfía, con diversidad de opiniones y algún que otro pito, el cartel que para la Feria de abril le encargó la Maestranza al pintor Miquel Barceló. Un cartel que se debate entre la valentía y el bajonazo
Cargo
Se acusa a Alfonso Guajardo-Fajardo, teniente Hermano Mayor de la Real Maestranza, de ser el responsable de la faena más inolvidable protagonizada por la respetable institución que preside: encargarle el cartel de la Feria taurina sevillana a un tipo que desprecia el mundo del toro.
Fiscal
El mundo al revés. Los pajaritos disparándole a las escopetas. O Lopera presidiendo una de sus juntas de accionistas con la camiseta del Sevilla. Eso es lo que ha hecho usted, señor Guajardo-Fajardo, con el cartel de toros de feria de este año. Encargarle a un enemigo de la fiesta un canto plástico de la misma. No se le ocurre ni al que asó la manteca. ¿Usted me ve encargándole un ensayo a Pilar Rahola para que englorie las virtudes superiores del macho en una sociedad igualitaria? ¿Sería normal que Telefónica rescatara al Cojo Manteca como logotipo de sus nuevas cabinas?
Así tiene usted a la ciudad. Embistiendo al primero que se mueve. La gente está embistiendo por las esquinas. Y derrotando en tablas cada vez que se le insinúa algo del cartel. Es normal. Por muy buen pintor que dicen que es Miquel Barceló. Por muy grandísimo artista que digan que es el mallorquín. Pero el cartel es un churrete. Aquí hablas del cartel y lo mínimo que te dicen es que parece un pollo de feria al pincho. Un pollo de esos que dan vueltas y vueltas y vueltas en la Feria con más polvo en lo alto que la alfombra de Amilcar El Barca. Estéticamente es el dibujo desgraciado de un niño sin maña, con más mano para la play que para el dibujo.
Yo estoy seguro que si el cartel se le encarga a uno de esos antitaurinos que, en pelotas picadas, se manifiestan en Pamplona durante los sanfermines, no le sale tan crítico y adverso como este. Pero ya no hay remedio. El cartel está en la calle y en los estómagos de los aficionados. Una plaza como la de Sevilla no se merece un error tan mayúsculo como este. Es posible que el señor Guajardo-Fajardo nos acaba de descubrir su inmensa capacidad como curator artístico. Pero, por favor, en Sevilla, si tiene que encargar un cartel más que lo haga para la cola de toro de Casa Robles, pero no para la Maestranza. Pido su condena más contundente.
Defensa
Nunca antes en menos tiempo se habían dicho tantas barbaridades como las que usted acaba de firmar. ¿Quién le ha dicho a usted que Miquel Barceló es un antitaurino? ¿Quién le ha convencido a usted, señor fiscal, de que el artista es miembro destacado del ejército de liberación del toro bravo? Esplá tuvo una interesantísima conversación con el artista. Precisamente sobre la necesidad del sacrificio del toro. Barceló le dijo que no había visto nada más patético que una corrida portuguesa, donde el toro se marchaba vivo al corral, sin culminar el rito que lo mitifica: su muerte en la plaza. Cuidado, fiscal, con las cervezas sin alcohol...
El encargo realizado por mí defendido a un artista de la talla de Barceló aún está por entender. Y entender de arte en esta ciudad que no logra dejar atrás el costumbrismo decimonónico y el cuadro de la virgen de su hermandad en la repisita del pasillo de entrada a su casa, no es cosa fácil. Si aquí, señor fiscal, se hiciera un informe PISA sobre los gustos plásticos locales, le aseguro que no se pasaba de la pasión por las latas de membrillos de Puente Genil y algunas estampas-almanaques de determinadas cajas de mantecados.
Está por valorar aún en su real dimensión el cartel de este año de la Maestranza. Porque en esta ciudad, capital de Andalucía, con un centro de arte contemporáneo que cuesta lo suyo, con bienales de arte de vanguardia y con una consejería que supuestamente se mueve entre la modernidad y la tradición, quien quiera ver un Barceló tiene que ir por huevos a la flamenca a la casa de la Maestranza. A ese epicentro del conservadurismo más aristocrático que tiene la ciudad, según los ultramodernos del arte subvencionado. A ver a Barceló a la Maestranza. Y a callar.
Y a callar todos los que dicen, como usted, que el cartel es un pollo de Feria, un pollo al pincho. Del pincho de la gandinga colgaría yo los gustos de más de uno, señor fiscal. Solo en esta tierra donde tiene más importancia el respetable que el respeto puede decirse que este artista es un pintamonas. ¿Puede serlo el primer artista vivo contemporáneo que cuelga en el Louvre? ¿Puede serlo un tipo que es Premio Príncipe de Asturias de las Artes? ¿Puede serlo este mago del concepto y la abstracción que ha sido capaz de traernos la magia de Africa bailando en su paleta? ¿Puede ser un pintor de brocha gorda un tipo que levanta su obra sobre los cimientos de Miró, Jackson Pollock, Tapies y el Art Brut?
Mire, fiscal, no le digo que se tire de la moto porque me quedo sin sección. Pero es para pedirle eso: tírese de la moto y a ver si con el golpe se recupera. El señor Guajardo-Fajardo no solo no es culpable. Sino que su inocencia llega al extremo de proponer un arte excelso para un respetable sin seso como el sevillano.