Tonterías taurinas
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Motivos para querer al toro
POR ALBERTO MALLADO
El mundo del toro ha «cocido» sus guisos durante muchos años en la intimidad del campo o en la de los despachos. Pero todo cambia, tanto que proliferan amenazas y detractores de la que por ser Fiesta Nacional, debería ser incuestionable. La Feria Mundial del Toro, que comenzó ayer, se reivindica como espacio para la búsqueda de la unidad de las partes implicadas en la garantía de su futuro. Al tiempo que como escaparte con gran capacidad para fascinar y buscar nuevos adeptos. La declaración de intenciones sobre la vigencia de la Fiesta se extenderá hasta el domingo. Toma formas diversas, pero ayer arrancó con las palabras del comisario de la muestra, Guillermo López Olea. «Estamos en un entorno de dificultades de todo tipo, por la proliferación de reglamentos que hacen más complejo el desarrollo de la fiesta, por intolerancia de sectores ecologistas o por cuestiones sanitarias», afirmó ante el palco de autoridades.
Ausencia de Monteseirín
Allí hubo quien pudo escucharlo y quien no. Lo oyeron los consejeros de Gobernación, Evangelina Naranjo y Agricultura, Isaías Pérez Saldaña; y también el delegado del Gobierno de la Junta en Sevilla, Demetrio Pérez. La delegada de Fiestas Mayores del Ayuntamiento hispalense, Rosamar Prieto, será quien se lo tenga que contar al alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, porque el regidor no estaba en la inauguración.
Si hay razones para la preocupación, también para el optimismo, como recordó el comisario de la muestra. Son noticias como la consolidación de la Mesa del Toro, en la que se sientan los sectores vinculados con la tauromaquia para buscar caminos a su futuro. Es un germen de unidad sin precedentes en el sector.
Más buenas noticias. La creación de una asociación de parlamentarios taurinos. Una promesa de futuro, en la animada temporada que se presenta, con figuras que despuntan y competencia que se intuye. Ayer ya había runrún de corrillos relamiéndose ante lo que puede verse este año en los ruedos.
«Con el espíritu de superación que caracteriza a los ganaderos, vamos a hacer frente a los retos y las dificultades», dijo López Olea. Y así comenzó la Feria Mundial del Toro.
A partir de ahí, mil y una razones para querer a la Fiesta y aún muchas más para respetarla. En el Palacio de Congresos de Sevilla, las había de índole estética en el espectáculo de Salvador Távora en el que hace un compendio de los números que más han gustado al público en las anteriores ediciones. La conjunción de caballos, toros, cante y música (desde Mozart, hasta el fado portugués) tiene el poder de cambiar la visión del toro, que queda aquí convertido en actor protagonista de un espectáculo único y que reclama más espacio y más público para poder enseñar una nueva e incruenta visión del animal totémico español.
También hay motivos ecológicos para querer al toro. Es él quien garantiza la existencia de un ecosistema único como es la dehesa, rica en biodiversidad y paisaje natural de nuestros campos. Porque el toro no vive sólo en el campo y forma parte de un entramado natural complejo. Algo de ello se intuye en la reproducción de una dehesa que se realiza en uno de los pabellones, con animales vivos incluidos.
También lo sentencia sobre la pared del pabellón de la Unión de Criadores: «El toro de lidia existe porque existe la fiesta de los toros y no al revés».
La Junta de Andalucía incluso ha iniciado un proceso de recogida de firmas de adhesión a lo que ha denominado «Pacto Andaluz por la Dehesa». Un espacio al que califica como «un paisaje humanizado, que constituye un ejemplo de óptima convivencia del hombre con el medio ambiente, modelo de una gestión sostenible.....paradigma de desarrollo sostenible hacia el que debe avanzar nuestro modelo económico». La retórica política llega unos siglos después adonde ya lo hicieron los hombres del campo andaluz.
Pasión rentable
Incluso resulta rentable querer al toro. Un paseo por Fibes lo evidencia. Alrededor suyo se desarrolla una industria amplia y con creciente capacidad de diversificación. Desde objetos para uso en la plaza, hasta otros de inspiración taurina: bolsos, cinturones, perchas, cuadros, antigüedades. Desde artesanías, hasta dvds o páginas web temáticas. Desde el turismo (con la etiqueta de rural, tan de moda), hasta la fórmula más «pura» para hacerle dinero al toro: venderlo para una plaza.
Las ganaderías que exponen en Fibes, hablaban ayer a mediodía de tratos y futuro, con sus expositores convertidos en pequeños bares y buscando la ventaja frente al cliente en el agasajo culinario, aquí convertido en rito obligatorio.
Un entramado económico que busca su acceso a la globalización. Ayer se hablaba de acuerdos con Colombia, cuya embajadora visitó la muestra, se escuchaba algún acento francés por los pabellones o se constataba la presencia de una empresa inglesa como expositora.
Motivos históricos, culturales o religiosos, para querer al toro, también los hay. Lo escribe Albert Boadella y se proclama en un pabellón, «al no haberse pervertido en folclore es el rito pagano más antiguo del mundo occidental». Hasta motivos políticos hay. Pues la presencia como expositores de localidades de toda España habla de un mundo de formas y ritos común, de algo que forma parte de una forma de ser no limitada por la cortedad de algunos políticos.
Por el momento, se postulan como defensores del toro, los miles de personas que visitaron ayer los 200 expositores y las 70 ganaderías del evento; los diestros Curro Romero, Pepe Luis Vázquez o Eduardo Dávila Miura, el presidente de la Asociación Provincial de Comerciantes, José Cañete; el secretario general de CES, Moisés Sampedro; el doctor Ramón Vila; los músicos de la Banda de Tejera que amenizaron la jornada o los 1.500 niños que desde hoy visitarán la muestra.
POR ALBERTO MALLADO
El mundo del toro ha «cocido» sus guisos durante muchos años en la intimidad del campo o en la de los despachos. Pero todo cambia, tanto que proliferan amenazas y detractores de la que por ser Fiesta Nacional, debería ser incuestionable. La Feria Mundial del Toro, que comenzó ayer, se reivindica como espacio para la búsqueda de la unidad de las partes implicadas en la garantía de su futuro. Al tiempo que como escaparte con gran capacidad para fascinar y buscar nuevos adeptos. La declaración de intenciones sobre la vigencia de la Fiesta se extenderá hasta el domingo. Toma formas diversas, pero ayer arrancó con las palabras del comisario de la muestra, Guillermo López Olea. «Estamos en un entorno de dificultades de todo tipo, por la proliferación de reglamentos que hacen más complejo el desarrollo de la fiesta, por intolerancia de sectores ecologistas o por cuestiones sanitarias», afirmó ante el palco de autoridades.
Ausencia de Monteseirín
Allí hubo quien pudo escucharlo y quien no. Lo oyeron los consejeros de Gobernación, Evangelina Naranjo y Agricultura, Isaías Pérez Saldaña; y también el delegado del Gobierno de la Junta en Sevilla, Demetrio Pérez. La delegada de Fiestas Mayores del Ayuntamiento hispalense, Rosamar Prieto, será quien se lo tenga que contar al alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, porque el regidor no estaba en la inauguración.
Si hay razones para la preocupación, también para el optimismo, como recordó el comisario de la muestra. Son noticias como la consolidación de la Mesa del Toro, en la que se sientan los sectores vinculados con la tauromaquia para buscar caminos a su futuro. Es un germen de unidad sin precedentes en el sector.
Más buenas noticias. La creación de una asociación de parlamentarios taurinos. Una promesa de futuro, en la animada temporada que se presenta, con figuras que despuntan y competencia que se intuye. Ayer ya había runrún de corrillos relamiéndose ante lo que puede verse este año en los ruedos.
«Con el espíritu de superación que caracteriza a los ganaderos, vamos a hacer frente a los retos y las dificultades», dijo López Olea. Y así comenzó la Feria Mundial del Toro.
A partir de ahí, mil y una razones para querer a la Fiesta y aún muchas más para respetarla. En el Palacio de Congresos de Sevilla, las había de índole estética en el espectáculo de Salvador Távora en el que hace un compendio de los números que más han gustado al público en las anteriores ediciones. La conjunción de caballos, toros, cante y música (desde Mozart, hasta el fado portugués) tiene el poder de cambiar la visión del toro, que queda aquí convertido en actor protagonista de un espectáculo único y que reclama más espacio y más público para poder enseñar una nueva e incruenta visión del animal totémico español.
También hay motivos ecológicos para querer al toro. Es él quien garantiza la existencia de un ecosistema único como es la dehesa, rica en biodiversidad y paisaje natural de nuestros campos. Porque el toro no vive sólo en el campo y forma parte de un entramado natural complejo. Algo de ello se intuye en la reproducción de una dehesa que se realiza en uno de los pabellones, con animales vivos incluidos.
También lo sentencia sobre la pared del pabellón de la Unión de Criadores: «El toro de lidia existe porque existe la fiesta de los toros y no al revés».
La Junta de Andalucía incluso ha iniciado un proceso de recogida de firmas de adhesión a lo que ha denominado «Pacto Andaluz por la Dehesa». Un espacio al que califica como «un paisaje humanizado, que constituye un ejemplo de óptima convivencia del hombre con el medio ambiente, modelo de una gestión sostenible.....paradigma de desarrollo sostenible hacia el que debe avanzar nuestro modelo económico». La retórica política llega unos siglos después adonde ya lo hicieron los hombres del campo andaluz.
Pasión rentable
Incluso resulta rentable querer al toro. Un paseo por Fibes lo evidencia. Alrededor suyo se desarrolla una industria amplia y con creciente capacidad de diversificación. Desde objetos para uso en la plaza, hasta otros de inspiración taurina: bolsos, cinturones, perchas, cuadros, antigüedades. Desde artesanías, hasta dvds o páginas web temáticas. Desde el turismo (con la etiqueta de rural, tan de moda), hasta la fórmula más «pura» para hacerle dinero al toro: venderlo para una plaza.
Las ganaderías que exponen en Fibes, hablaban ayer a mediodía de tratos y futuro, con sus expositores convertidos en pequeños bares y buscando la ventaja frente al cliente en el agasajo culinario, aquí convertido en rito obligatorio.
Un entramado económico que busca su acceso a la globalización. Ayer se hablaba de acuerdos con Colombia, cuya embajadora visitó la muestra, se escuchaba algún acento francés por los pabellones o se constataba la presencia de una empresa inglesa como expositora.
Motivos históricos, culturales o religiosos, para querer al toro, también los hay. Lo escribe Albert Boadella y se proclama en un pabellón, «al no haberse pervertido en folclore es el rito pagano más antiguo del mundo occidental». Hasta motivos políticos hay. Pues la presencia como expositores de localidades de toda España habla de un mundo de formas y ritos común, de algo que forma parte de una forma de ser no limitada por la cortedad de algunos políticos.
Por el momento, se postulan como defensores del toro, los miles de personas que visitaron ayer los 200 expositores y las 70 ganaderías del evento; los diestros Curro Romero, Pepe Luis Vázquez o Eduardo Dávila Miura, el presidente de la Asociación Provincial de Comerciantes, José Cañete; el secretario general de CES, Moisés Sampedro; el doctor Ramón Vila; los músicos de la Banda de Tejera que amenizaron la jornada o los 1.500 niños que desde hoy visitarán la muestra.