Valentón, el afortunado Toro de la Vega. Opinión.
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Web Kaosenlared, 19 agosto 2008.
Valentón, el afortunado Toro de La Vega.
El Toro de La Vega (Tordesillas). Ya sabemos el nombre del orgulloso y bravo animal para esta nueva edición de una tradición que nos diferencia como Nación de hombres valientes y adelantados.
Ya conocemos su nombre, al fin sabemos como se llama ese ser de reminiscencias mitológicas henchido de bravura, de majestuosa estampa y protagonista indiscutible de un Torneo Milenario que para honra de autóctonos y deleite de foráneos, tendrá lugar como todos los años en la Villa de Tordesillas (Valladolid) el segundo martes de septiembre, fecha mágica no ya sólo en el calendario tordesillano, sino en el de todo un País que acoge tan sana y edificante tradición cuyos valores traspasan nuestras fronteras, pues es habitual que en otras naciones se comente esta costumbre que en España mantenemos y cuidamos y que habla por si sola de nuestra valentía, dignidad, ilustración y protección de la cultura, aunque a menudo en esos Países, envidiosos de nuestra casta y coraje, digan que es sangrienta, salvaje y repugnante. ¿Qué sabrán ellos con su progresismo pusilánime y afeminado?.
Valentón. Así se llama el Toro que, como bien señala la Defensa Jurídica establecida para mayor dignidad y protección de este rito virtuoso y ejemplar denominado Toro de La Vega o Toro Alanceado, muy pronto afianzará el valor etnográfico de un Ceremonial que enriquece el Patrimonio Histórico Español y lo tiñe de rojo, plata y oro. Rojo de la sangre del animal que brotará a borbotones por su cuerpo y por su boca para regocijo de todos los presentes, plata del acero de las lanzas que con indudable belleza se clavarán en su vientre y en su dorso, se hincarán en su pecho y en su bragada, se ensartarán en sus costillares, atravesarán sus pulmones y acaso se introducirán en sus ojos… No me digan que no es sublime la estampa. Y al fin oro, de la condecoración de aquel valiente mozo que acierte a dar al astado la estocada certera y mortal, premiado por un Ayuntamiento que con la protección de la Junta de Castilla y León, sabe mantener y defender aquello que a nuestros hijos hemos de transmitir por la inestimable importancia que para su educación ha de tener, no dejándonos llevar por la corriente pseudoprogresista y cursi de esas localidades que se declaran “amigas de los animales”. Sus verdaderos amigos son Tordesillas, Coria, Medinaceli, Algemesí y otros tantos Pueblos, porque los toros disfrutan con estos rituales y se sienten satisfechos de formar parte de ellos. Si pudieran hablar, los cornúpetas de Tordesillas sin duda nos dirían que quieren más lanzas todavía enterradas en su cuerpo y prolongarían sus estertores agónicos para dar mayor lustre a esta tradición ejemplar
El segundo día de la segunda semana del próximo mes, Valentón, será soltado por las calles de la Localidad Vallisoletana pasando desde ese instante, a formar parte de una de las realidades más nobles de nuestro acervo cultural y el animal se sentirá no sólo orgulloso, sino también dichoso de poder ser el actor fundamental de tan honrosa justa porque no cabe mayor honor que sucumbir en una lucha ancestral, necesaria e igualitaria. Aún cargadas de hermosura, no es suficiente con ver las fotografías que con tanto cariño se cuelgan en la Página del Patronato del Toro de La Vega; éstas son ciertamente la crónica gráfica de los instantes más soberbios de cada edición y las únicas válidas por supuesto, no como esas imágenes que algunos detractores pretender captar para tergiversar este Torneo y querer mostrarlo como una tortura brutal cuando es un delicado agasajo para el toro, de ahí que trate de impedirse que las tomen personas ajenas todos los años, para que no vengan después los animalistas farfulleros con sus protestas infantiloides y absurdas diciendo que el animal sufre. Pero decía que no llega con ver las fotografías, porque la esencia y la magia de esta muestra de civilización y erudición sólo puede percibirse con plenitud contemplándola en vivo, a pocos metros de la contienda, oyendo las voces de los corajudos zagales que con sus lanzas, persiguen amistosos al toro al que tanto aman para con todo su afecto, hundirle en el cuerpo las lanzas que el bóvido recibe con agrado; escuchando los gemidos del animal, que no son de dolor como dirán algunos intrigantes, sino de gozo pidiendo más lanzadas; viendo como los esquiva, juguetón y alegre, nada que ver con miedo ni padecimiento; observando la mirada del toro en la que no hay temor ni angustia, sino complicidad y agradecimiento hacia los mozos que lo rodean; y por fin, el magnífico desenlace, con el animal doblando sus patas, como reverencia hacia el respetable; la sangre manando por sus múltiples heridas, cual divina ofrenda a la afición; los borbotones sanguinolentos por su boca, asemejando un saludo postrero a los allí presentes y sus últimos jadeos, por los que se le escapa la vida y le llega la gloria que él tanto ansía.
¿Quién se atreverá a decir que no es algo fascinante y extraordinario que debemos de preservar como sea?, ¿quién es el ignorante que afirmará que el toro lo pasa mal cuando es el que más disfruta?. Y para aquellos que lo pongan en duda, les dejo aquí dos apartados del Capítulo III de las Ordenanzas del Toro de La Vega, aquel que trata sobre sus derechos:
1º- Que se trate al toro con la dignidad y honor que su categoría de torneante le confiere.
5º- Que nadie ose tratar mal al toro, ni vivo ni muerto, ni de palabra ni de obra.
Si alguien tenía la osadía de hablar de maltrato animal, después de conocer ambos puntos no cabe la menor duda de que ya se ha quedado sin argumentos, porque aunque dentro de unos días Valentón sea atravesado una y otra vez por lanzas hasta darle muerte, será tratado con dignidad y honor y absolutamente nadie le hará daño de palabra u obra ni vivo ni muerto, que si lo dicen las Ordenanzas es algo irrebatible.
Doy las gracias a nuestros políticos por no dejarse llevar por las demandas sentimentalistas para poner fin a este Torneo de hombres bragados y les hago un ruego en atención a aquellas localidades cuyo presupuesto no les permite hacerse con un ejemplar como Valentón: el que se pueda celebrar también con caballos, burros, perros o gatos; estos últimos al ser tan asequibles permitirían que se llevase a cabo incluso por barrios, dando así a todos la oportunidad de deleitarse con tan saludable tradición. No debería de haber problema para ello ya que lo que es válido para un toro ha de serlo necesariamente para un jamelgo o un chucho, la especie del animal no ha de ser obstáculo legal para su autorización y de ese modo, seguiríamos marcando estilo frente a una Europa tan refinada que no es capaz, como nosotros, de encontrar la hermosura en algo tan sutil como alancear a un ser vivo, abrir su carne con profundas heridas, desgarrar sus tejidos, reventar sus vísceras y dejar que se ahogue en su propia sangre.
Julio Ortega Fraile
http://www.findelmaltratoanimal.blogspot.com
Valentón, el afortunado Toro de La Vega.
El Toro de La Vega (Tordesillas). Ya sabemos el nombre del orgulloso y bravo animal para esta nueva edición de una tradición que nos diferencia como Nación de hombres valientes y adelantados.
Ya conocemos su nombre, al fin sabemos como se llama ese ser de reminiscencias mitológicas henchido de bravura, de majestuosa estampa y protagonista indiscutible de un Torneo Milenario que para honra de autóctonos y deleite de foráneos, tendrá lugar como todos los años en la Villa de Tordesillas (Valladolid) el segundo martes de septiembre, fecha mágica no ya sólo en el calendario tordesillano, sino en el de todo un País que acoge tan sana y edificante tradición cuyos valores traspasan nuestras fronteras, pues es habitual que en otras naciones se comente esta costumbre que en España mantenemos y cuidamos y que habla por si sola de nuestra valentía, dignidad, ilustración y protección de la cultura, aunque a menudo en esos Países, envidiosos de nuestra casta y coraje, digan que es sangrienta, salvaje y repugnante. ¿Qué sabrán ellos con su progresismo pusilánime y afeminado?.
Valentón. Así se llama el Toro que, como bien señala la Defensa Jurídica establecida para mayor dignidad y protección de este rito virtuoso y ejemplar denominado Toro de La Vega o Toro Alanceado, muy pronto afianzará el valor etnográfico de un Ceremonial que enriquece el Patrimonio Histórico Español y lo tiñe de rojo, plata y oro. Rojo de la sangre del animal que brotará a borbotones por su cuerpo y por su boca para regocijo de todos los presentes, plata del acero de las lanzas que con indudable belleza se clavarán en su vientre y en su dorso, se hincarán en su pecho y en su bragada, se ensartarán en sus costillares, atravesarán sus pulmones y acaso se introducirán en sus ojos… No me digan que no es sublime la estampa. Y al fin oro, de la condecoración de aquel valiente mozo que acierte a dar al astado la estocada certera y mortal, premiado por un Ayuntamiento que con la protección de la Junta de Castilla y León, sabe mantener y defender aquello que a nuestros hijos hemos de transmitir por la inestimable importancia que para su educación ha de tener, no dejándonos llevar por la corriente pseudoprogresista y cursi de esas localidades que se declaran “amigas de los animales”. Sus verdaderos amigos son Tordesillas, Coria, Medinaceli, Algemesí y otros tantos Pueblos, porque los toros disfrutan con estos rituales y se sienten satisfechos de formar parte de ellos. Si pudieran hablar, los cornúpetas de Tordesillas sin duda nos dirían que quieren más lanzas todavía enterradas en su cuerpo y prolongarían sus estertores agónicos para dar mayor lustre a esta tradición ejemplar
El segundo día de la segunda semana del próximo mes, Valentón, será soltado por las calles de la Localidad Vallisoletana pasando desde ese instante, a formar parte de una de las realidades más nobles de nuestro acervo cultural y el animal se sentirá no sólo orgulloso, sino también dichoso de poder ser el actor fundamental de tan honrosa justa porque no cabe mayor honor que sucumbir en una lucha ancestral, necesaria e igualitaria. Aún cargadas de hermosura, no es suficiente con ver las fotografías que con tanto cariño se cuelgan en la Página del Patronato del Toro de La Vega; éstas son ciertamente la crónica gráfica de los instantes más soberbios de cada edición y las únicas válidas por supuesto, no como esas imágenes que algunos detractores pretender captar para tergiversar este Torneo y querer mostrarlo como una tortura brutal cuando es un delicado agasajo para el toro, de ahí que trate de impedirse que las tomen personas ajenas todos los años, para que no vengan después los animalistas farfulleros con sus protestas infantiloides y absurdas diciendo que el animal sufre. Pero decía que no llega con ver las fotografías, porque la esencia y la magia de esta muestra de civilización y erudición sólo puede percibirse con plenitud contemplándola en vivo, a pocos metros de la contienda, oyendo las voces de los corajudos zagales que con sus lanzas, persiguen amistosos al toro al que tanto aman para con todo su afecto, hundirle en el cuerpo las lanzas que el bóvido recibe con agrado; escuchando los gemidos del animal, que no son de dolor como dirán algunos intrigantes, sino de gozo pidiendo más lanzadas; viendo como los esquiva, juguetón y alegre, nada que ver con miedo ni padecimiento; observando la mirada del toro en la que no hay temor ni angustia, sino complicidad y agradecimiento hacia los mozos que lo rodean; y por fin, el magnífico desenlace, con el animal doblando sus patas, como reverencia hacia el respetable; la sangre manando por sus múltiples heridas, cual divina ofrenda a la afición; los borbotones sanguinolentos por su boca, asemejando un saludo postrero a los allí presentes y sus últimos jadeos, por los que se le escapa la vida y le llega la gloria que él tanto ansía.
¿Quién se atreverá a decir que no es algo fascinante y extraordinario que debemos de preservar como sea?, ¿quién es el ignorante que afirmará que el toro lo pasa mal cuando es el que más disfruta?. Y para aquellos que lo pongan en duda, les dejo aquí dos apartados del Capítulo III de las Ordenanzas del Toro de La Vega, aquel que trata sobre sus derechos:
1º- Que se trate al toro con la dignidad y honor que su categoría de torneante le confiere.
5º- Que nadie ose tratar mal al toro, ni vivo ni muerto, ni de palabra ni de obra.
Si alguien tenía la osadía de hablar de maltrato animal, después de conocer ambos puntos no cabe la menor duda de que ya se ha quedado sin argumentos, porque aunque dentro de unos días Valentón sea atravesado una y otra vez por lanzas hasta darle muerte, será tratado con dignidad y honor y absolutamente nadie le hará daño de palabra u obra ni vivo ni muerto, que si lo dicen las Ordenanzas es algo irrebatible.
Doy las gracias a nuestros políticos por no dejarse llevar por las demandas sentimentalistas para poner fin a este Torneo de hombres bragados y les hago un ruego en atención a aquellas localidades cuyo presupuesto no les permite hacerse con un ejemplar como Valentón: el que se pueda celebrar también con caballos, burros, perros o gatos; estos últimos al ser tan asequibles permitirían que se llevase a cabo incluso por barrios, dando así a todos la oportunidad de deleitarse con tan saludable tradición. No debería de haber problema para ello ya que lo que es válido para un toro ha de serlo necesariamente para un jamelgo o un chucho, la especie del animal no ha de ser obstáculo legal para su autorización y de ese modo, seguiríamos marcando estilo frente a una Europa tan refinada que no es capaz, como nosotros, de encontrar la hermosura en algo tan sutil como alancear a un ser vivo, abrir su carne con profundas heridas, desgarrar sus tejidos, reventar sus vísceras y dejar que se ahogue en su propia sangre.
Julio Ortega Fraile
http://www.findelmaltratoanimal.blogspot.com