Veintiún toros bravos escapan de un camión y siembran el pánico en Puebla de Obando
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Guardias civiles y cazadores abatieron a siete para evitar que llegaran al pueblo Uno de los animales escapó a una zona de sierra en la que aún sigue refugiado
EVARISTO FERNÁNDEZ DE VEGA
Trece toros fueron conducidos por vacas mansas a un finca próxima desde el olivar en el quese habían refugiado./ JOSÉ VICENTE
El remolque del camión articulado volcó y los toros escaparon por la parte trasera./ JOSÉ VICENTE
<< 12 >> Veintiún toros de lidia procedentes de un camión accidentado desataron ayer el pánico en Puebla de Obando, una localidad situada junto a la carretera Ex-100 (Cáceres-Badajoz) que fue rodeada por 15 patrullas de la Guardia Civil y un grupo de cazadores para evitar que los astados pusieran en peligro a la población.
El incidente se produjo minutos antes del mediodía. Justo en el kilómetro 38,800 de esa carretera, pasado un kilómetro el casco urbano de Puebla de Obando cuando se circula en dirección Cáceres, un camión articulado que transportaba reses bravas sufrió un aparatoso accidente de tráfico.
La Guardia Civil confirmó que el siniestro ocurrió en una curva hacia la derecha y que el vehículo hizo la tijera. Como consecuencia del accidente, volcó el remolque trasero y los 21 toros de lidia que había en su interior iniciaron una veloz carrera.
Los agentes comentaron después que ninguno de los animales sufrió lesiones de consideración, por lo que todos atravesaron un pequeño trecho de carretera (en torno a 100 metros) y se internaron en un camino de tierra que había en la margen izquierda de la carretera cuando se marcha hacia Badajoz.
El propio conductor del camión telefoneó a la Guardia Civil para informar de lo sucedido, y un agente que hacía servicio de puerta en el Puesto de La Roca de La Sierra fue de los primeros en llegar a la zona. Su coche todoterreno surcó en pocos minutos los 9 kilómetros que separan La Roca de Puebla de Obando, y después de atravesar el casco urbano se internó en el tramo que había de conducirle a la curva donde estaba el camión.
Allí tuvo noticias del lugar donde se encontraban los toros y, sin pensarlo un momento, se internó en el camino por el que se habían perdido los animales para intentar evitar que llegaran al pueblo, un trayecto en el que terminó cruzándose con la manada.
Embistió
Según contó después, uno de los toros se lanzó enfurecido contra el coche y golpeó con sus astas el vehículo. La chapa arrancada y los hundimientos en la carrocería eran patentes tanto en las puertas laterales como en la parte delantera del vehículo.
Acosado, el agente intentó circular marcha atrás, pero no tuvo más opción que vaciar las ocho balas de su cargador en el cuerpo del animal, un gesto de autodefensa que animó al resto de la manada a permanecer quieta en medio de un extenso campo abierto.
Mientras todo eso ocurría, el alcalde de Puebla de Obando fue informado de lo sucedido, y en un abrir y cerrar de ojos logró reunir a varios cazadores para que lo acompañaran al lugar en el que se habían detenido los erales.
Se trataba de una finca cubierta de hierbas secas, sin protecciones metálicas, por lo que existía el riesgo de que los astados pudiesen reemprender la carrera y poner en peligro tanto a los agentes y a los cazadores como a las personas que pudieran encontrarse a esas horas haciendo tareas en el campo.
Con ese panorama, los presentes determinaron que era mejor acabar con la vida de los astados antes de que representasen un peligro mayor, una decisión que fue aceptada y cumplida de inmediato a pesar de no ser un plato de gusto para las personas que tuvieron que disparar.
Eso ocurrió en los minutos iniciales, pero pasadas las tres de la tarde los animales seguían yaciendo en el campo, con varios orificios de entrada cada uno de ellos, tal y como pudo comprobar el operario de la empresa Tragsa que se encargó de retirar las reses y trasladarlas a un lugar adecuado.
Uno de los presentes confirmó que esos toros habían padecido «infinitamente menos» de lo que habrían tenido que pasar en una plaza de toros. «Si te fijas, los han rematado para que no siguieran sufriendo. Deben haber muerto bastante pronto».
El camión pinza que los recogió apenas tuvo que moverse, puesto que el área en el que se encontraban los toros apenas comprendía unos 20 metros cuadrados, prueba evidente de que no tuvieron tiempo para reaccionar.
Junto a estos seis ejemplares, también murió un séptimo animal a escasos metros de un camino situado a las faldas de un monte lleno de jaras en el que se perdió el único toro que al cierre de esta edición seguía sin ser localizado.
Las otras 13 reses recorrieron alrededor de medio kilómetro hasta detenerse en un olivar que les ofreció algo de sombra en la calurosa tarde que se vivió ayer, un lugar que permitió a los agentes tenerlos bajo control sin necesidad de disparar contra ellos.
Camino cortado
El camino de acceso fue cortado desde un primer momento para evitar que los vecinos y los curiosos pudieran acceder, una medida de precaución que se completó con un dispositivo de vigilancia permanente desarrollado por agentes de la Guardia Civil que se mantuvieron a una distancia prudencial de los toros.
Esa situación se prolongó hasta que los responsables de la finca de procedencia de los toros hablaron con los dueños de una explotación de Puebla de Obando que les prestó varias vacas mansas para llevarlos hasta un cercado dedicado a la cría de ganado. La operación se desarrolló sin incidentes con la ayuda de especialistas que condujeron con mano maestra a los animales.
A primera hora de la noche estaba previsto que esos trece animales pertenecientes a las ganaderías Río Grande y El Cahoso continuaran trayecto hacia Salamanca, donde se encuentra la finca del ganadero López Chaves, tío del torero Domingo López Chaves.
Los representantes de la ganadería indicaron que el camión había partido de la finca El Cahoso, de Badajoz. También señalaron que se trataba de erales de 3 años, con 300 kilos de peso, cuyo destino final es la lidia.
La Guardia Civil confirmó a última hora del día que el dispositivo de vigilancia en la zona donde se presumía que estaba el único toro desaparecido se mantendrá hasta que sea localizado. «Creemos que no bajará del monte, puesto que es una zona dedicada a la cría de ganado bravo y buscará refugio en el entorno».
En el dispositivo de ayer participaron tanto los agentes del Seprona y de Tráfico como miembros de las patrullas de Seguridad Ciudadana y agentes pertenecientes a los puestos de la Guardia Civil más próximos al lugar del accidente. Galería Más imágenes en www.hoy.es
EVARISTO FERNÁNDEZ DE VEGA
Trece toros fueron conducidos por vacas mansas a un finca próxima desde el olivar en el quese habían refugiado./ JOSÉ VICENTE
El remolque del camión articulado volcó y los toros escaparon por la parte trasera./ JOSÉ VICENTE
<< 12 >> Veintiún toros de lidia procedentes de un camión accidentado desataron ayer el pánico en Puebla de Obando, una localidad situada junto a la carretera Ex-100 (Cáceres-Badajoz) que fue rodeada por 15 patrullas de la Guardia Civil y un grupo de cazadores para evitar que los astados pusieran en peligro a la población.
El incidente se produjo minutos antes del mediodía. Justo en el kilómetro 38,800 de esa carretera, pasado un kilómetro el casco urbano de Puebla de Obando cuando se circula en dirección Cáceres, un camión articulado que transportaba reses bravas sufrió un aparatoso accidente de tráfico.
La Guardia Civil confirmó que el siniestro ocurrió en una curva hacia la derecha y que el vehículo hizo la tijera. Como consecuencia del accidente, volcó el remolque trasero y los 21 toros de lidia que había en su interior iniciaron una veloz carrera.
Los agentes comentaron después que ninguno de los animales sufrió lesiones de consideración, por lo que todos atravesaron un pequeño trecho de carretera (en torno a 100 metros) y se internaron en un camino de tierra que había en la margen izquierda de la carretera cuando se marcha hacia Badajoz.
El propio conductor del camión telefoneó a la Guardia Civil para informar de lo sucedido, y un agente que hacía servicio de puerta en el Puesto de La Roca de La Sierra fue de los primeros en llegar a la zona. Su coche todoterreno surcó en pocos minutos los 9 kilómetros que separan La Roca de Puebla de Obando, y después de atravesar el casco urbano se internó en el tramo que había de conducirle a la curva donde estaba el camión.
Allí tuvo noticias del lugar donde se encontraban los toros y, sin pensarlo un momento, se internó en el camino por el que se habían perdido los animales para intentar evitar que llegaran al pueblo, un trayecto en el que terminó cruzándose con la manada.
Embistió
Según contó después, uno de los toros se lanzó enfurecido contra el coche y golpeó con sus astas el vehículo. La chapa arrancada y los hundimientos en la carrocería eran patentes tanto en las puertas laterales como en la parte delantera del vehículo.
Acosado, el agente intentó circular marcha atrás, pero no tuvo más opción que vaciar las ocho balas de su cargador en el cuerpo del animal, un gesto de autodefensa que animó al resto de la manada a permanecer quieta en medio de un extenso campo abierto.
Mientras todo eso ocurría, el alcalde de Puebla de Obando fue informado de lo sucedido, y en un abrir y cerrar de ojos logró reunir a varios cazadores para que lo acompañaran al lugar en el que se habían detenido los erales.
Se trataba de una finca cubierta de hierbas secas, sin protecciones metálicas, por lo que existía el riesgo de que los astados pudiesen reemprender la carrera y poner en peligro tanto a los agentes y a los cazadores como a las personas que pudieran encontrarse a esas horas haciendo tareas en el campo.
Con ese panorama, los presentes determinaron que era mejor acabar con la vida de los astados antes de que representasen un peligro mayor, una decisión que fue aceptada y cumplida de inmediato a pesar de no ser un plato de gusto para las personas que tuvieron que disparar.
Eso ocurrió en los minutos iniciales, pero pasadas las tres de la tarde los animales seguían yaciendo en el campo, con varios orificios de entrada cada uno de ellos, tal y como pudo comprobar el operario de la empresa Tragsa que se encargó de retirar las reses y trasladarlas a un lugar adecuado.
Uno de los presentes confirmó que esos toros habían padecido «infinitamente menos» de lo que habrían tenido que pasar en una plaza de toros. «Si te fijas, los han rematado para que no siguieran sufriendo. Deben haber muerto bastante pronto».
El camión pinza que los recogió apenas tuvo que moverse, puesto que el área en el que se encontraban los toros apenas comprendía unos 20 metros cuadrados, prueba evidente de que no tuvieron tiempo para reaccionar.
Junto a estos seis ejemplares, también murió un séptimo animal a escasos metros de un camino situado a las faldas de un monte lleno de jaras en el que se perdió el único toro que al cierre de esta edición seguía sin ser localizado.
Las otras 13 reses recorrieron alrededor de medio kilómetro hasta detenerse en un olivar que les ofreció algo de sombra en la calurosa tarde que se vivió ayer, un lugar que permitió a los agentes tenerlos bajo control sin necesidad de disparar contra ellos.
Camino cortado
El camino de acceso fue cortado desde un primer momento para evitar que los vecinos y los curiosos pudieran acceder, una medida de precaución que se completó con un dispositivo de vigilancia permanente desarrollado por agentes de la Guardia Civil que se mantuvieron a una distancia prudencial de los toros.
Esa situación se prolongó hasta que los responsables de la finca de procedencia de los toros hablaron con los dueños de una explotación de Puebla de Obando que les prestó varias vacas mansas para llevarlos hasta un cercado dedicado a la cría de ganado. La operación se desarrolló sin incidentes con la ayuda de especialistas que condujeron con mano maestra a los animales.
A primera hora de la noche estaba previsto que esos trece animales pertenecientes a las ganaderías Río Grande y El Cahoso continuaran trayecto hacia Salamanca, donde se encuentra la finca del ganadero López Chaves, tío del torero Domingo López Chaves.
Los representantes de la ganadería indicaron que el camión había partido de la finca El Cahoso, de Badajoz. También señalaron que se trataba de erales de 3 años, con 300 kilos de peso, cuyo destino final es la lidia.
La Guardia Civil confirmó a última hora del día que el dispositivo de vigilancia en la zona donde se presumía que estaba el único toro desaparecido se mantendrá hasta que sea localizado. «Creemos que no bajará del monte, puesto que es una zona dedicada a la cría de ganado bravo y buscará refugio en el entorno».
En el dispositivo de ayer participaron tanto los agentes del Seprona y de Tráfico como miembros de las patrullas de Seguridad Ciudadana y agentes pertenecientes a los puestos de la Guardia Civil más próximos al lugar del accidente. Galería Más imágenes en www.hoy.es