El vuelo de una oreja
Desde el fondo siniestro del toril
como del laberinto del vellocino de oro
sale cortando el aire el negro toro
con su doble cornada de marfil.
Retumba la pezuña por la arena
y brama el toro tras de la cornada;
una fiesta pagana por las gradas
al compás de un pasodoble suena.
No tiene nombre, o bien nadie lo dijo
-a él le tocó esta hora y este día-
Joaquín Sorolla no lo pintaría
como pintó a Frascuelo y Lagartijo.
¡cuánta fanfarria para oler el miedo,
la sangre y el dolor sin esperanza!
Toro y torero- la macabra danza
ya está lista en el ruedo.
Oscuros picadores abren heridas
por donde la vida furiosa resuella
Los caballos ciegos persiguen estrellas
-no saben que la muerte gobierna las bridas-
ahora vienen los banderilleros
¡a clavar banderillas al sufrido cuero!
La sangre es una fuente que se mezcla en la arena.
El torito no siente ni el temor ni la pena.
¡Banderillas rojas, verdes y amarillas
disfrazan de Pierrot a las cuchillas!
Ya está el matador en la escena
su traje de luces deslumbra miradas.
El capote cuelga de la espada.
Es la hora clave de iniciar la faena.
¡ole! Grita la multitud embravecida.
¡ole! Repite el viento por todos los rincones.
Y recreamos miles de Nerones
reclamando la ofrenda de una vida.
¡ole! Grita la gente a cada cruce
a cada pase de muleta, a cada lance extraordinario.
Y recreamos Montes del Calvario
lanceando nuevos e inocentes Jesuses.
El orgulloso toro hecho un jirón
sale a enfrentar la última estocada.
Es posible que sienta entrar la nada
del frío acero hasta su corazón.
Y vuela hacia los campos, al pasto tierno,
para el que su lengua fue creada.
a refrescar su cerviz en las aguadas
entre terneros-ángeles eternos.
A sentir la bondad del sol que arde
sobre la paz del mediodía
en vez de este crepúsculo de agonía,
de esta sangrienta tarde.
Por fin ya despojado del ímpetu y bravura
una cuadrilla arrastra los despojos
La muerte es un alivio, por los perdidos ojos
cruza como un relámpago la llanura.
Y en una burla final al toro que se aleja
un sarcasmo a la vida de este bravo
una ovación aclama el vuelo de una oreja
la multitud se rinde ante su rabo.
Raul Oscar Ifran
Punta Alta. Buenos Aires
Argentina