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PELEAS DE PERROS
¡ATENCIÓN!
Esto es una consideración cínica de
L.Gilpérez
Otra vez andan algunos, en falsa actitud ecologista, criticando las peleas de perros. ¿Es que no se dan cuenta de que, si desaparecieran las peleas de perros, desaparecería la magnífica raza de perros de pelea? ¿Quién y con qué interés iba a criar pit-bulls y presas canarios si se prohíbe el hacerlos pelear?
Los perros de pelea se crían con el fin exclusivo de participar en combates de muerte. Desde que nacen son cuidados, alimentados y entrenados con más cuidado y esmero que cualquier otra raza de perros. Pasan los primeros años de su vida en condiciones que envidiaría cualquier otro perro callejero, y cuando les llega el momento de la verdad, tienen la oportunidad de morir dignamente. Unos cuantos minutos de pelea mortal a cambio de varios años de vida a todo plan.
Está comprobado que estos animales no sienten dolor durante el combate. Se atacan una y otra vez, sin rehuir la lucha, porque su bravura los hace insensibles al dolor.
Las peleas de perros suponen en España cientos de puestos de trabajo y la forma de vida de muchas familias: criadores, vendedores, organizadores, apostantes... Si se prohibiesen las peleas de perros se destruirían puestos de trabajo y crecería el número de parados. Muchos extranjeros, sobre todo alemanes, en cuyos países están prohibidas las peleas de perros, vienen a España a contemplarlas e incluso a participar.. Y eso significa entrada de divisas. Las apuestas también suponen el movimiento de cientos de millones de pesetas cada año, y si desde la Administración se cuidara y subvencionara el espectáculo, podría llegar a ser una gran fuente de riqueza.
El adiestramiento de estos perros no es sólo un oficio: cuando se hace bien alcanza la categoría de arte. Un arte que emociona y apasiona a los aficionados. Si no fuera arte ¿cómo justificar que muchos famosos pintores hayan representado épicos combates de perros contra toda clase de bestias en sus cuadros? Hasta el mismo Hemingway, premio Nóbel, se declaraba un apasionado aficionado a los combates de perros.
En Afganistán, la fiesta nacional son los combates de perros con osos. En Inglaterra la nobleza disfruta viendo como los perros destrozan zorros... ¿Por qué tenemos que permitir los españoles que se nos critique nuestra afición a las peleas de perros?
Somos mundialmente admirados por nuestras corridas de toros. ¿Qué diferencia hay entre unos combates y otros? Si la Administración ayuda, no habrá argumentos que los diferencien. Por ello pido a la Administración que regule las peleas de perros, que las reglamente, que puedan celebrarse en grandes cosos, a pleno día, con música y cámaras de televisión. Que los alcaldes las presidan, que puedan celebrarse para recaudar fondos con fines benéficos, para alegrar las fiestas de nuestros pueblos, para ser punto de encuentro de políticos y famosos. Que se creen escuelas donde los niños puedan iniciarse en su crianza, adiestramiento y entrenamiento, que a los mejores criadores se les concedan medallas del mérito y que se cree un registro nacional de criadores y otro de entrenadores con sus correspondientes partidas presupuestarias para, entre todos, elevar las peleas de perros al lugar que las corresponde.
¡ATENCIÓN! Esto ha sido una consideración cínica de L.Gilpérez
Otra vez andan algunos, en falsa actitud ecologista, criticando las peleas de perros. ¿Es que no se dan cuenta de que, si desaparecieran las peleas de perros, desaparecería la magnífica raza de perros de pelea? ¿Quién y con qué interés iba a criar pit-bulls y presas canarios si se prohíbe el hacerlos pelear?
Los perros de pelea se crían con el fin exclusivo de participar en combates de muerte. Desde que nacen son cuidados, alimentados y entrenados con más cuidado y esmero que cualquier otra raza de perros. Pasan los primeros años de su vida en condiciones que envidiaría cualquier otro perro callejero, y cuando les llega el momento de la verdad, tienen la oportunidad de morir dignamente. Unos cuantos minutos de pelea mortal a cambio de varios años de vida a todo plan.
Está comprobado que estos animales no sienten dolor durante el combate. Se atacan una y otra vez, sin rehuir la lucha, porque su bravura los hace insensibles al dolor.
Las peleas de perros suponen en España cientos de puestos de trabajo y la forma de vida de muchas familias: criadores, vendedores, organizadores, apostantes... Si se prohibiesen las peleas de perros se destruirían puestos de trabajo y crecería el número de parados. Muchos extranjeros, sobre todo alemanes, en cuyos países están prohibidas las peleas de perros, vienen a España a contemplarlas e incluso a participar.. Y eso significa entrada de divisas. Las apuestas también suponen el movimiento de cientos de millones de pesetas cada año, y si desde la Administración se cuidara y subvencionara el espectáculo, podría llegar a ser una gran fuente de riqueza.
El adiestramiento de estos perros no es sólo un oficio: cuando se hace bien alcanza la categoría de arte. Un arte que emociona y apasiona a los aficionados. Si no fuera arte ¿cómo justificar que muchos famosos pintores hayan representado épicos combates de perros contra toda clase de bestias en sus cuadros? Hasta el mismo Hemingway, premio Nóbel, se declaraba un apasionado aficionado a los combates de perros.
En Afganistán, la fiesta nacional son los combates de perros con osos. En Inglaterra la nobleza disfruta viendo como los perros destrozan zorros... ¿Por qué tenemos que permitir los españoles que se nos critique nuestra afición a las peleas de perros?
Somos mundialmente admirados por nuestras corridas de toros. ¿Qué diferencia hay entre unos combates y otros? Si la Administración ayuda, no habrá argumentos que los diferencien. Por ello pido a la Administración que regule las peleas de perros, que las reglamente, que puedan celebrarse en grandes cosos, a pleno día, con música y cámaras de televisión. Que los alcaldes las presidan, que puedan celebrarse para recaudar fondos con fines benéficos, para alegrar las fiestas de nuestros pueblos, para ser punto de encuentro de políticos y famosos. Que se creen escuelas donde los niños puedan iniciarse en su crianza, adiestramiento y entrenamiento, que a los mejores criadores se les concedan medallas del mérito y que se cree un registro nacional de criadores y otro de entrenadores con sus correspondientes partidas presupuestarias para, entre todos, elevar las peleas de perros al lugar que las corresponde.
¡ATENCIÓN! Esto ha sido una consideración cínica de L.Gilpérez
